El que fuera titular de la Orquesta Sinfónica de Tenerife durante veinte años y actual director honorario, Víctor Pablo Pérez, niega que sea el "consejero áulico" del conjunto. Lo demuestra el hecho de que no todas sus indicaciones han sido observadas, por ejemplo, la recuperación de la Joven Orquesta de Tenerife, un proyecto necesario que, quizá por ello, fue barrido inexplicablemente de un plumazo. Pese a todo, y aun como colaborador asiduo, Víctor Pablo sigue siendo -en el plano artístico- el único interlocutor válido por lo que se refiere a una formación que continúa sin director titular ni gerente desde hace dos años y que en los últimos meses ha visto salir a varios de sus solistas.

En las últimas semanas, Víctor Pablo ha tomado el pulso a la orquesta en tres actuaciones ofrecidas en Arona, Santa Cruz y el puerto capitalino. Ésta última ha sido quizá, una de las experiencias más satisfactorias en las dieciocho ediciones celebradas del Concierto de Navidad de Puertos de Tenerife, seguido por treinta millones de personas a través de la radio y la televisión públicas.

El último concierto de Navidad ha dejado buen sabor de boca entre los que lo han seguido en directo y por la pequeña pantalla. ¿También desde el punto de vista artístico le parece uno de los mejores de entre los que ha dirigido y presenciado?

Ha sido un gran concierto, y en parte también un concierto muy tinerfeño, pues ha sido realizado con producción, orquesta y solistas de aquí. El resultado habla del nivel alcanzado por Tenerife en el ámbito de la cultura musical y de la nueva generación de intérpretes que se abre paso fuera de las Islas. Músicos y cantantes con los que se deberá contar en el futuro, no sólo Raquel Lojendio y Jorge de León, que han actuado ahora con nosotros, sino otros como Celso Albelo o Agustín Prunell-Friend.

Ha dirigido hasta tres veces en el último mes a la OST. ¿Cómo valora el actual estado del conjunto tras la salida de varios solistas y el concertino?

Lo cierto es que habido es una serie de excedencias y petición de permisos parciales. Las vacantes en algunos puestos principales de la plantilla (hablamos del concertino, del primer violonchelo, de diversos solistas) se nota y es importante que se cubran de cara a los próximos compromisos. La orquesta debe ponerse al día cuanto antes. Dicho esto, advierto en la OST una especial vocación de servicio; percibo en ella ganas de hacer, de recrearse, pero para eso hacen falta tres cosas: un replanteamiento de los objetivos, revitalizar la gestión y ampliar su radio de acción, con una orientación especial hacia el turismo. En Tenerife hay infraestructuras excelentes. Disponemos de auditorios en Santa Cruz y en el Sur; contamos de nuevo con el Paraninfo de la Universidad de La Laguna; ahora solo hace falta que el Puerto de la Cruz recuperé el parque San Francisco como espacio cultural. En otro tiempo tocamos allí y tenía una acústica aceptable; creo, además, que el Puerto lo necesita.

Su voz sigue siendo escuchada en el seno de Patronato Insular de Música. ¿Cómo consejero áulico?

No soy consejero áulico, doy mi opinión en algunos temas. Algunas de mis sugerencias se llevan a cabo y otras no. Propuestas como el último Concierto de Navidad o el disco con Los Sabandeños que recoge "La cantata del mencey loco" han sido un éxito y han contribuido a acercarnos aún más a nuestro público. Luego, hay otras cosas que no se han hecho pero que espero que puedan realizarse una vez que el Cabildo y la orquesta replanteen sus objetivos.

Entre ellos, el nombramiento de un director titular y de un gerente, que se está demorando en el tiempo. ¿Qué piensa de esta situación de interinidad y hasta cuándo puede prolongarse?

Es un aspecto que ha de resolverse cuanto antes. Por lo que sé, esa búsqueda se realiza y está avanzada. Entiendo que el futuro director de la OST ha de ser un profesional comprometido con la realidad musical de nuestro país y que, a la vez, tenga una estrecha colaboración con el gerente de forma que, entre ambos, tracen vías y objetivos para la orquesta. No solo ha de ser un magnífico director, creo, sino alguien que posea una gran capacidad de gestión. Pienso, además, que en un momento de crisis como el actual hay que potenciar la colaboración con las entidades públicas y privadas y, como he dicho antes, enfocar una parte importante del trabajo hacia el turismo.

Quedan atrás los años de bonanza para la música clásica, el "boom" de las orquestas y los auditorios, pero también el tiempo en que podían programarse grandes obras sinfónicas y corales que ahora resultan demasiado caras. Esta limitación ¿está obligando a las orquestas a reinventarse desde el punto de vista del repertorio y de los efectivos?

Cada orquesta tiene su propia realidad, y la crisis no afecta de igual forma en todas partes. No hay que renunciar a ningún repertorio, sino racionalizar los recursos. En Galicia, por ejemplo, hemos abierto la temporada en octubre con la "Segunda" de Mahler, que por sus dimensiones ha requerido de una plantilla reforzada. Lo hemos podido llevar a cabo gracias a nuestra Joven Orquesta y a la suma de un coro de cámara con un coro profesional; en otras palabras, lo que ha hecho la OSG es optimizar sus propios recursos. Tenemos una orquesta de jóvenes formada por 90 músicos, otra de niños con 80 integrantes cuyas edades están comprendidas entre los 6 y los 13 años; a eso hay que unir tres coros, uno mixto, otro juvenil y otro infantil. ¿Qué significa esto? Que damos uso a nuestros conjuntos y, a la vez, preparamos el futuro. Aquí, en Tenerife, el proyecto de la joven orquesta se abandonó mientras que en Galicia se ha mantenido. Debería retomarse, al igual que el proyecto de un coro estable. El tema coral en las Islas siempre ha sido complejo, pero hay que atacarlo. Considero necesario que junto a la orquesta haya un coro que pueda cantar buena parte del repertorio con garantías.

Por sus palabras se colige que en Galicia ha encontrado el respaldo institucional que deseaba.

Sí, me siento respaldado. Las tres administraciones de las que depende la OSG han anunciado que no van a recortar nada, puesto que se trata de un proyecto emblemático y trascendental para La Coruña. Si una orquesta cumple sus objetivos, no tiene por qué sufrir recortes.

Sin embargo, ¿teme que en este momento de ajustes drásticos la música clásica sea vista como un lujo asiático, que los indignados de la cultura pidan que se le quiten los privilegios de los que ha venido disfrutando?

No. Una orquesta "floja" o con un nivel regular sale carísima, pero si se trata de una buena orquesta es un bien y orgullo para el sitio que la acoge. El último Concierto de Navidad fue seguido por treinta millones de personas en todo el mundo, destinos a los que llegó el nombre de Tenerife: eso es algo muy serio. Y un proyecto como el que acabo de mencionar no podría acometerse sin una orquesta solvente y profesional. ¿Hay crisis? Sí, pero no por ello se prescinde de la excelencia. Nadie se plantearía cerrar el museo del Pardo ni el Reina Sofía, y en el terreno de la música debería suceder lo mismo.