La voz profunda de Leonard Cohen domina los diez temas de "Old Ideas" ("Viejas ideas"), el nuevo álbum de un compositor casi octogenario que estuvo años alejado de los escenarios; tantos, dice, que "había olvidado que era cantante".

A sus 77 años, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011 pondrá en el mercado el 31 de enero su nuevo disco tras casi una década de silencio: es el decimosegundo de una carrera que inició en 1967 y que ha dejado éxitos como "Chelsea Hotel" y "Suzanne".

En una charla con periodistas en Londres, el compositor describió cómo la gira mundial que comenzó en 2008, tras un retiro que se había alargado tres lustros, le devolvió la confianza en sí mismo.

"No soy insensible al aprecio que me mostró el público. Aquello me devolvió las fuerzas y, cuando terminé la gira, no quería parar, así que comencé a trabajar en este disco", describió el cantante, que no descarta volver a reunir a su banda para presentar en directo sus nuevas canciones.

Algunos de los temas del disco, grabado en el estudio personal del canadiense, destilan un aire optimista, como la canción de amor "Crazy to love you", que Cohen afronta sin muchos más acompañamientos que su guitarra, instrumento que, insiste, no logra dominar.

"La prensa ha sido cruel conmigo. Dijeron que solo sabía tocar tres acordes pero es mentira: conozco cinco", bromeó el cantante durante una conversación en la que también intervino el líder de la banda Pulp, el británico Jarvis Cocker.

Otra parte del nuevo trabajo del canadiense, sin embargo, está marcado por las letras algo sombrías de un escritor que ha mantenido a lo largo de su vida su obsesión por el sexo, la muerte y la redención.

Si bien las referencias religiosas abundan en su nuevo disco, Cohen asegura que ha renunciado a "cualquier convicción".

"¿Para quién es más apropiada la penitencia, para Dios o para el hombre? ¿A quién hay que echarle la culpa de esta catástrofe?", se preguntó el compositor ante los periodistas.

"No sabría explicar por qué, pero el caso es que no puedo ya defender nada. Quizás esa es la idea más antigua: que no hay ideas que realmente valgan la pena", sentenció el músico y poeta.

El cuarto tema del disco, "Darkness", dibuja un panorama lúgubre: "No tengo futuro, sé que mis días están contados. No es tan amable el presente, solo mil cosas por hacer", reza uno de sus versos, que en la edición española se presentan traducidos por Joaquín Sabina.

Para Cohen, se trata de la canción de alguien que "se enfrenta a algo irrevocable e implacable" pero que, lejos de caer en el desánimo, adopta una postura estoica.

"Cuando las cosas se ponen realmente mal no queda más que levantar la copa, mantenerse en pie y marcarse un baile", comentó el cantante que, aunque ha dejado de fumar, ironizó con que volverá a hacerlo cuando cumpla 80 años.

En Londres Cohen retomó el tema de las raíces de la inspiración artística que ya afrontó al recoger el Príncipe de Asturias de las Letras en el Teatro Campoamor de Oviedo (España) y citó al poeta irlandés W.B. Yeats y al español Federico García Lorca como las dos influencias más notables en su formación como escritor.

Cohen recordó cómo a los 15 años cayó en sus manos por casualidad, en una librería de segunda mano de Montreal (Canadá), un poemario de Lorca, cuya huella ha estado presente desde entonces en su escritura.

El canadiense recitó en inglés algunos versos del poema "Gacela del mercado matutino", uno de los primeros que conoció del granadino: "Por el arco de Elvira quiero verte pasar, para saber tu nombre y ponerme a llorar".

"En aquel momento no tenía ni idea de lo que significaban esas palabras pero supe que eso era precisamente lo que quería hacer", rememoró Cohen.

Al volver la vista atrás, recordó asimismo a su amigo Irving Layton, fallecido en 2006 ("posiblemente, el mejor poeta canadiense", dijo), a quien solía pedir consejo en su juventud y que, invariablemente, le contestaba: "Leonard, ¿Estás seguro de que haces lo incorrecto?".