"Defender la vigencia actual de la cultura clásica es sencillo. Basta con mencionar que muchas de las parodias y gags humorísticos de la televisión actual ya aparecían en el teatro de Plauto. O que en La Orestiada se plantea por primera vez la necesidad de establecer un sistema judicial que supere el tribal ojo por ojo y diente por diente". Lo asegura Jorge García Hernández (Tejina, La Laguna, 1965), licenciado en Filología Clásica, profesor de Latín en el CEAD Santa Cruz Mercedes Pinto y presidente de la Delegación en Canarias de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, cargo para el que ha sido reelegido hace apenas quince días. Además, García ha dirigido el III Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino que ha tenido lugar esta semana en los paraninfos de las dos universidades canarias.

¿Qué balance hace de esta tercera edición del festival?

Hay que estar satisfechos, ya que han participado unos cuatro mil alumnos, dos mil por provincia, de las siete islas. El primer año, en La Laboral llenamos el teatro de 450 plazas. La segunda edición ya nos fuimos al Paraninfo con mucho éxito, igual que ahora. El festival crece y nos planteamos extenderlo a La Palma y al Sur de Tenerife. Es complicado conseguir recursos en estos tiempos, pero esperamos contar con el apoyo de las concejalías de Educación y Cultura del Ayuntamiento de La Laguna y de los vicerrectorados Universidad-Sociedad y Servicios Generales.

¿Qué criterio ha primado a la hora de seleccionar las obras y los autores de este año?

La Fundación CRETA elige las obras. Este año ha incluido "Pseodolus", de Plauto, porque es un texto de lectura obligatoria en la PAU para los alumnos de Latín. Siempre se representa una obra latina, una griega y una española clásica. La latina suele ser una comedia y la griega una tragedia. Este año se ha seleccionado La Orestiada, donde, por primera vez en Occidente, Esquilo plantea la necesidad de un sistema judicial que supere el ojo por ojo y el diente por diente.

¿A los jóvenes les gusta el teatro clásico?

Sufren una catarsis, hay un antes y un después de la función. Trabajan previamente el texto en clase, pero en la escena todo cobra sentido y se despierta su interés. La mayoría se aficiona al teatro desde ese momento.

El grupo gaditano El Aedo ha repetido por tercer año consecutivo. ¿Cuál es el motivo?

Son expertos en textos clásicos, pese a su carácter semiprofesional. La obra de teatro español elegida esta vez fue "La vida es sueño" de Calderón de la Barca. Se trata de un texto "duro", pero el director del grupo, Jesús Torres, es un maestro en representarla con el estilo de un famoso actor del Siglo de Oro, Sebastián de Prado, que utilizaba el llamado bulubú. Consistía en recitar a escondidas las obras prohibidas por la Inquisición con un solo actor para todos los papeles. En la calle Toledo de Madrid existe todavía un lugar donde se recitaba de esta manera. Entonces se llamaba "Taberna del turco" y ahora "Taberna del Alatriste", previo permiso del creador del personaje, el escritor Arturo Pérez-Reverte. Torres empezó con dieciséis años, ha crecido con el Festival y domina tanto el lenguaje de los clásicos como el entorno.

¿Qué le diría al que piense que la referencia a la cultura clásica remite a "lenguas muertas"?

Basta con hablar de las obras elegidas este año en el Festival. Plauto plantea situaciones cotidianas con humor y hay parodias de los programas actuales de televisión que ya aparecían en sus textos hace veintitrés siglos.

¿Qué piensa cuando ve que lo primero que se recorta es los presupuesto de cultura?

Deja en evidencia que para las personas que se dedican a la política -para mí es incorrecto hablar de clase política- la cultura siempre ha sido un lujo y no un elemento sustancial de la gestión pública. Esta medida contradice la opinión de muchos que plantean que de la crisis se sale antes con educación y cultura. Encubre asimismo un proceso de gestión privada. Por último, el pensamiento, la creatividad y la formación cultural ayudan al hombre tanto en momentos de bonanza como de crisis.

¿Cómo ve el momento actual de la cultura en Canarias tras el recorte en las subvenciones?

Lo que subyace es la idea de que lo que tiene valor es lo productivo, el objeto o servicio que produce un beneficio material inmediato. La reflexión no interesa. Como en algunas épocas en la vida de Calderón, la cultura hay que prohibirla o, al menos, debilitarla, porque se corre el riesgo de poner en entredicho el discurso oficial sobre las causas reales de la crisis o las soluciones alternativas.