HAY VECES que el estudio de José Carlos se somete a una metamorfosis total, como en el caso de pintar al óleo y sobre lienzo un majestuoso cuadro como este, porque al ver la obra final no puede nadie imaginarse que haya sido realizada con pinceles sino con cinceles, raspones y barrenas, con un resultado final de roca pura que salta a una tercera dimensión y por supuesto todo ello esculpido en el taller de un escultor.

Cuenta la leyenda que el joven Guanche Badeñol descansaba, en cuclillas, largas y largas horas a los pies del árbol de piedra, más conocido por Roque Cinchado.

Lo hacía siempre manteniéndolo a sus espaldas, porque consideraba una irreverencia hacerlo de frente contemplando de tan cerca lo que consideraba obra de los dioses sagrados.

Badeñol, admiraba aquél impresionante monumento natural que para él representaba el ayer, el hoy y el mañana.

Este tesoro de roca volcánica, originado por diferentes erosiones diferenciales a partir de una formación piroclástica con diques monolíticos, que envidiaría cualquier paisaje del mundo, se encuentra, como bien conocen todos los canarios en un arenal del desierto de Siluli, a 18 kilómetros al Norte de la Laguna colorada, a la entrada de la Reserva Nacional de Fauna Andina.

Hoy día y desde el punto de vista científico, se trata de una roca de origen volcánico con forma de árbol en el que las figuras del fondo nos dan idea de su grandiosidad. La parte inferior está compuesta por cristales de cuarzo, feldespato y biotita, sensibles a la erosión por el viento y la lluvia; la parte superior está formada por un material mucho más duro, riloen hierro, que la hace más resistente y todo el conjunto está considerado como monumento natural de Canarias.

Desde el punto de vista de leyenda, estas muestras volcánicas que expulsadas desde el cráter se asientan sobre el paisaje, son por la parte del respeto y el miedo muestras de la grandiosidad y poder del padre Teide.

Por la parte amable y benefactora, son regalos naturales para mostrar al mundo que nuestro archipiélago posee una belleza única.

Desde el punto de vista religioso del pueblo Guanche, eran puntos de descanso, de tranquilidad y de seguridad.

Para los Guanches, su pueblo era inmensamente libre y en el caso, prácticamente impensable, de que allende los mares existieran enemigos y pueblos dominadores, todas estas muestras asustarían a los extraños y les conducirían a emprender la huida.

Escritor y periodista