EL EXCELENTE PINTOR José Carlos Gracia, ha tenido la feliz iniciativa de pintar un cuadro del Papa Benedicto XVI para donarlo al Obispado. El resultado lo pueden contemplar hoy, en esta página, los lectores de EL DÍA. En nombre propio, y de toda la Diócesis, agradezco a José Carlos este regalo y le felicito por el magnífico retrato que ha realizado. Me consta que ha puesto alma, corazón y vida en este trabajo, consiguiendo captar lo que es el Papa actual: grandeza y humildad. Para mí es una satisfacción recibir este cuadro Benedicto XVI que, el 29 de junio de 2005, tuvo a bien nombrarme Obispo de esta Diócesis Nivariense.

El Papa, como cabeza visible de la Iglesia, es imposible que pueda pasar desapercibido. Como persona pública, en cierto modo, pertenece a todos. Su persona, sus palabras, sus actuaciones forman parte de las noticias de actualidad y son objeto de atención, no sólo en el ámbito de la Iglesia Católica, sino de la sociedad en general. Pero, por encima de la repercusión social de la figura del Papa y de las diversas reacciones que pueda suscitar, a los católicos nos interesa Benedicto XVI porque es el PAPA, es decir, el sucesor de San Pedro. El sucesor de aquel que el propio Jesucristo puso al frente de la Iglesia, con la misión de confirmar a los hermanos en la fe y presidirnos a todos en la caridad.

Por eso, para los católicos, todo lo que el Papa hace y dice tiene importancia, sus palabras, sus decisiones, gozan de nuestra atención pues su mensaje, su testimonio y sus orientaciones son el faro de luz que guía la vida de la Iglesia, en medio de tantas incertidumbres, crisis y oscuridades de la sociedad actual.

Nuestra adhesión al Papa es una cuestión de fe y no depende de la mayor o menor simpatía que podamos tener a la persona que desempeña esa función. No obstante, como no puede ser de otra manera, las características de la persona configuran el modo como el Santo Padre ejerce su misión. En el Papa Benedicto XVI se transparentan sus características humanas de siempre. Algunas se perciben fácilmente, otras las sabemos por los que le han tratado más de cerca. Como persona es un hombre sencillo y cordial en el trato, con un carácter afable, bondadoso, sereno y optimista, aunque algo tímido en las relaciones sociales. En él se compaginan admirablemente una gran sabiduría con una exquisita humildad.

Su vida y su trabajo han sido una dedicación plena y generosa al servicio de la Iglesia, a través de su vocación sacerdotal y su vocación de teólogo. De su ya larga vida, ha dedicado 20 años a la docencia teológica en la Universidad y el resto al servicio pastoral de la Iglesia: cuatro años como arzobispo de München-Freising, 24 años como Prefecto de la Congregación de la Fe, y el próximo 19 de abril se cumplirán siete años al frente de la Iglesia como sucesor nº 265 en la cátedra de Pedro. Sin duda, J. Ratzinger, Benedicto XVI, es ya una de las grandes figuras de la historia de la Iglesia y este cuadro de José Carlos Gracia es un hermoso reconocimiento y homenaje a su persona.

obispo Nivariense