"Un día me di cuenta de que estaba anclado y me planteé estudiar una carrera. Era un viernes y el lunes ya me matriculé. Primero en Geografía e Historia y luego en Filología. Terminé esta última, aprobé unas oposiciones a profesor de instituto y desde hace unos años doy clase en Tamaimo". Lo asegura Juan González Báez, un orotavense "hecho a sí mismo" como demuestra el que hasta los 22 años, asegura, "prácticamente no había leído nada, pero tuve la suerte de encontrar entonces a Borges, a Camus y a Rulfo. Todo cambió a partir de ahí". Juan Báez, su nombre literario, superada ampliamente la treintena, ha publicado una ópera prima, "Castillos de tiempo", formada por cuatro relatos que tienen al tiempo -"una de mis grandes obsesiones", apunta- como eje. Actualmente trabaja en su primera novela.

¿Qué ha querido contar en "Castillos de tiempo"?

La importancia del tiempo y de su paso. Para ello he utilizado cuatro relatos independientes. En "La máquina de ilusiones" cuento en primera persona la aventura de la cámara de cine de los hermanos Lumiere en la Rusia de finales del siglo XIX. En "El barquero" hablo sobre el mito de Caronte, mientras que "Un encuentro" recrea la relación imaginaria entre tres personajes que nunca tuvieron opción de conocerse: Napoleón, Dostoievski y Rasputin. Por último, "El castillo de la cordura" narra lo que sucede en un sanatorio para locos donde se origina un botín. Son cuentos independientes con ese eje común: el tiempo. Gracias a ellos he tenido la oportunidad de aprender a escribir.

¿Por qué el tiempo como eje?

Por varias razones. La primera es que ha sido como una especie de obsesión personal porque el tiempo nos determina a todos. Alguno de los grandes como Proust intentó ofrecer una serie de parámetros sin alcanzar lo que pretendía. Hay que dejar de sacar capas de cebolla para no terminar mal psíquicamente, pero siempre me termino preguntando qué había antes del Big Bang. En segundo lugar mi propio imaginario porque hay muchos momentos de mi vida que aparecen en el libro sin que sea autobiográfico. Por último, el tópico literario del Ubi Sum que establece que nada ni nadie por mucha grandeza que tenga resiste el paso del tiempo.

Ahora prepara una novela.

Sí, sentía la necesidad de escribirla después de haber terminado el cuento. Es el género que me gustaría dominar y he usado el relato corto como parte del proceso para llegar a ella. La estructura más compleja de introducción, nudo y desenlace me atraía muchísimo. Ya he escrito ciento veinte folios para los dos primeros capítulos. La terminaré en veinte y para eso tendré que completar entre seiscientos y setecientos. Para redactar debo tenerlo todo muy meditado; solo lo hago cuando estoy seguro y tras rellenar cientos de notas. Lo resumiría en una frase de Arturo Maccanti: "La novela es como la construcción de un puente que si no está bien asentado se viene abajo a la mitad".

¿Qué cuenta en esos tan exactos veinte capítulos?

Tengo la estructura muy clara en la cabeza porque el capítulo veinte ya estaba ahí desde que escribí el primero. Relato dos historias paralelas que tienen lugar en un determinado ámbito geográfico, la Mesopotamia de los ríos Tigris y Éufrates, en dos momentos históricos separados por doce siglos: el XVIII a.c y el VI a.c. que coinciden con el gobierno de los dos grandes reyes de esta civilización: Hammurabi y Nabucodonosor II.

¿Se trata entonces de una novela histórica?

En absoluto, no me interesa el concepto de novela histórica. La geografía y la historia son solo el marco y el fondo en el que se cuenta lo que le ocurre a los personajes. Las dos historias se van alternando y entrelazando en cada capítulo hasta que terminan por fundirse al final.

¿Qué le mueve a escribir?

Para mí es una necesidad vital, no me preocupa que lo que escriba se publique o no, aunque mejor si llega a la gente para darle sentido a un trabajo muy duro que me ocupa casi a diario. Solo he afrontado el reto cuando lo tenía claro. Trabajar en la novela me da vida, es como una guía y noto que me voy construyendo al escribirla. Si no cumplo con esta tarea me entran dudas por todos lados.

¿Acepta la expresión "hombre hecho a sí mismo"?

Creo que es acertada para mi experiencia vital. Terminé el Bachillerato en el IES Villalba Hervás de La Orotava, pero era un estudiante mediocre y desmotivado. Tuve que ponerme a trabajar desde cargar cajas en un almacén a ejercer de camarero, en la construcción e, incluso, en un centro de menores inmigrantes durante unos meses. He hecho todo eso con un horario de cinco de la mañana a once de la noche y estoy orgulloso porque pude ayudar a mi madre a pagar la hipoteca de la casa. Pero un día pensé que estaba anclado y bestializado, sin desarrollarme ni estar realizado como persona. Era viernes y me prometí que haría una carrera universitaria. El lunes me matriculé en la Universidad. Primero en Geografía e Historia y luego en Filología, que terminé en el curso 2006-2007. Más tarde hice el Doctorado, aprobé las oposiciones a profesor de Secundaria y desde hace unos años doy clase en Tamaimo. Alterné el estudio con mi trabajo hasta el primer examen de la oposición.

Asegura que de niño y de adolescente leía más bien poco.

Diría más bien nada. Me gustaban los cómic o el cine, pero leer no. Con 22 años apenas había leído, pero tuve la gran suerte de descubrir los universos maravillosos de los cuentos de Borges, "El extranjero" de Albert Camus, o "Pedro Páramo" de Juan Rulfo.

¿Le ha valido haber trabajado en un bar a la hora de escribir una novela?

Muchísimo. He servido cientos de mesas y eso me ha permitido conocer personas de todo tipo. Y lo que ha sido mucho mejor para mí: toda clase de personajes literarios.