Rafael Moneo, galardonado ayer con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, afirmó que "para los grandes proyectos, el ejercicio profesional artesano" que él ha vivido está "en vías de desaparición", casi de extinción, porque los grandes clientes prefieren los grandes estudios.

"Es una profesión hermosa, pero difícil también, que se pregunta continuamente por la razón de la forma", explicó a Efe el arquitecto en el día de su 75 cumpleaños, que ha llegado con un regalo inesperado: a las diez de la mañana, le comunicaban por teléfono la concesión del galardón, en el que se ha impuesto a otros 38 candidatos de 25 países.

Moneo, que pensó que le llamaban para preguntarle sobre alguno de los candidatos, ha llegado a las últimas rondas de votaciones junto al arquitecto japonés Toyo Ito y al compositor estonio Arvo Part.

"No tenía la más remota idea de que era candidato; lo había sido en otras ocasiones. Pero pasada la fiebre de aquellos años, había entendido que mi turno para ser Premio Príncipe de Asturias había pasado", confesó.

"Por ello la alegría ha sido doble, porque cuando uno alcanza algo que no pretende, y que viene de esta manera tan inesperada, se siente más satisfecho", reconoció.

El estudio de Moneo en la Colonia de El Viso en Madrid fue ayer un hervidero de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. "Tampoco sabía que estos premios tienen tanta cobertura informativa", comentaba entre risas, pasando de una entrevista a otra.

Sin embargo, su discurso es pausado, como el jardín que rodea el estudio (por una de las ventanas casi se cuela un naranjo cuajado de frutos) y como su obra, según el jurado de los Premios Príncipes de Asturias, que la califica de "serena y pulcra".

"Son adjetivos que me gustaría que se correspondieran de verdad con mi trabajo", admite este navarro de prestigio internacional, galardonado ya con la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1992) o el Premio Pritzker (1996).