"Nunca se ha hecho ni se volverá a hacer una exposición igual sobre Rafael. Hemos conseguido un intercambio irrepetible", asegura Miguel Falomir, coordinador científico de la exposición ''El último Rafael'' que llegará al Museo del Prado el próximo 12 de junio con 90 piezas que nos acercarán al maestro italiano, considerado como el artista más influyente de la historia del arte.

Organizada en colaboración con el Museo del Louvre -que acogerá la exposición como segunda sede-, la muestra estará centrada en la última etapa de la producción del artista y su taller, y ofrecerá un recorrido cronológico por la actividad del maestro de Urbino, desde el inicio del pontificado de León X (1513) hasta su prematura muerte en 1520, con tan solo 37 años de edad, por el abuso de los placeres amatorios, según cuenta Georgo Vasari en la biografía del artista.

Asimismo y con el fin de ahondar en el proceso desempeñado tanto por él, como por sus ayudantes, la exposición incluirá 30 dibujos procedentes del Louvre, que muestran y definen las ideas de Rafael (1483-1520) sobre el dibujo, el color o cómo planeó la ejecución de las grandes obras. "Rafael primaba la concepción frente a la ejecución", explica Miguel Falomir, jefe de Departamento de Pintura italiana del Museo del Prado.

La selección que se expondrá en el Museo del Prado, con patrocinio de la Fundación Axa, incluirá obras tan célebres como el cuadro de altar de Santa Cecilia (Bologna, Pinacoteca Nazionale); El Pasmo de Sicilia; La sagrada Familia o La Perla; o el retrato de Baldassare Castiglione, del Louvre. Y de este museo, precisamente, son los dos comisarios que han trabajado en colaboración con Falomir para realizar la exposición;: Paul Joannides (Cambridge University) y Tom Henry (experto independiente).

Además, en la muestra se exhibirá una representación de obras de los principales discípulos de Rafael: Giulio Romano (h. 1499-1546)) y Giovanni Francesco Penni (1488-1528). De Romano se mostrará el gran cartón para la ''Lapidación de san Esteban'', procedente de la Ciudad del Vaticano (Roma) y de Penni, su estudio de composición para la Sagrada Familia.

Precisamente es en Roma donde se vislumbra con mayor precisión el arte del maestro italiano quien llegó a la ciudad papal de la mano del arquitecto Bramante, natural como él de Urbino y pariente lejano del artista.

UNA CARRERA "METEÓRICA"

Tras descubrir su destreza entre un gran número de aspirantes a artista, el joven Rafael fue invitado a decorar las estancias del papa Julio II y comenzó ahí una carrera "meteórica y versátil", hasta convertirse en el maestro más copiado en las academias de arte de todo el mundo, según cuenta Miguel Falomir.

"Cuando se inauguró el Museo del Prado la gloria de la pinacoteca era Rafael y su obra, ''El Pasmo de Sicilia''", subraya Falomir. Sin embargo, con el paso de los años, Rafael fue dejado de lado y "condenado al ostracismo por el abuso que se hizo de él en las academias artísticas", relata.

"El encuentro entre Rafael y Velázquez en el Museo del Prado será extraordinario", apunta Gabriele Finaldi, director adjunto del Museo del Pado en la ciudad que vio florecer y multiplicarse el talento del artista de Urbino.

ENCUENTRO DE GENIOS

Rafael y Miguel Ángel se encontraron en la Roma de 1508. En ese momento, Miguel Ángel se hallaba levantando el andamiaje en la Capilla Sixtina para pintar los frescos de la bóveda, mientras que el joven Rafael empezaba a decorar la Estancia llamada ''de la Signatura'' (Tribunal), que alberga la biblioteca privada el papa Julio II.

Esta estancia contiene los frescos más famosos de Rafael y constituyen el principio de la obra del artista en el Vaticano y también señala el inicio del pleno Renacimiento, según indica Miguel Falomir.

Respecto a Miguel Ángel, decir que Rafael estableció con él una relación de rivalidad y admiración, que se aprecia en muchas de sus obras. Pero como Rafael nunca pudo superar la belleza y la precisión anatómica de los cuerpos que pintaba Miguel Ángel, intentó superarle en el desarrollo de las historias bíblicas o en los excelentes retratos que realizó.

En los retratos, Rafael deja de lado la inseguridad que había mostrado en sus primeros lienzos florentinos y apuesta por la introspección psicológica, y como ejemplo de su saber hacer, el retrato de Julio II, que fue el primer retrato de Estado de un pontífice.

Asimismo, destaca en la obra del artista de Urbino el repertorio "maravilloso" de estados del hombre que dejó impresos en frescos, lienzos y cartones, desde la más tierna juventud hasta la triste decrepitud. "La variedad de las figuras de Rafael no la puede ofrecer ni Miguel Ángel ni Leonardo", precisa Falomir.

UN PINTOR INDUSTRIALIZADO

Pero será a partir de 1514, cuando los encargos se multiplicarían, manteniendo a pleno rendimiento al artista y a su taller. Dice Miguel Falomir que en esta época Rafael se convierte en un "pintor industrializado" que siempre estaba a merced de los encargos y que ya apenas pintaba.

A parte de los trabajos para el papa, Rafael realizó también trabajos más "profanos" como los que se aprecian en la Villa Farnesina, un palacete construido entre 1505 y 1511, que constituye uno de los edificios más majestuosos que se conservan del Renacimiento

Fue construido por el banquero sienes Agostini Chigi, quien terminó por convertirse en el principal mecenas de Rafael. En 1517 el banquero le encargó que decorara la bóveda de la Logia de acceso principal a la villa.

Rafael realizó el plan total de la obra y muchos de los bocetos, pero fueron sus ayudantes (Raffaellino del Colle, Giovan Francesco Penni y Giulio Romano) quienes materializaron gran parte de las figuras.

Incluso se cuenta que Chigi le concedió a Rafael una estancia en la propia villa para que Rafael combinara sus dos grandes pasiones: la pintura y su amor por Margherita Luti, conocida como la Fornarina, que se convirtió en su modelo femenino y también en la ''culpable'' de su muerte por los "excesos amatorios".