Los enmarañados cables que afean tantas calles de Bangkok han sido convertidos en obra de arte por el creador japonés Eiji Sumi en una muestra en la que las lianas eléctricas invaden literalmente la galería.

"Densen/Plus a", que se exhibe hasta finales de mes en la galería Koi Art de la capital tailandesa, combina pintura, dibujo, escultura y efectos audiovisuales con los que Sumi pretende "envolver" los sentidos del espectador.

"Mi objetivo es mostrar al público el problema de los cables eléctricos. Tenemos que hacer un esfuerzo para enterrarlos y acabar con ellos en nuestras ciudades", indica el artista, afincado en Nueva York.

Eiji Sumi confesó su amor por Bangkok y Tokio, aunque al mismo tiempo no pudo ocultar su desasosiego por el impacto visual que ejercen los cables aéreos en estas dos ciudades asiáticas

Con la muestra, Sumi realiza una suerte de exorcismo estético en el que, sin abandonar la idea de que deberían estar bajo tierra, consigue encontrar cierta belleza en los conductores que enmarañan la capital tailandesa.

En la galería Koi, varios cables cuelgan del techo e incluso se interponen delante de los dibujos de la ciudad, de forma que el espectador tiene que interactuar con los haces de cobre y plástico para poder ver los cuadros.

Un juego de sonido y luces emula el paso de la electricidad y de las voces del tendido telefónico en una "instalación que permite al espectador tocar los cables, moverlos y verlos en ángulos que no son posibles en la vida real", según el artista.

En "Haces de día", Sami descubre la armonía y la sencillez de un poste de la luz y un haz de cables en tres óleos sobre lienzos que expresan el lado amable de su objeto de arte.

Representa el lado más angustioso en "Haces de noche", varias composiciones digitales casi abstractas en las que imágenes de las calles de Bangkok apenas se entrevén impresas en las intrincadas sombras del cableado.

Tras la maraña de cables, el artista exhibe tres dibujos de lugares emblemáticos de Bangkok realizados de un solo trazo, sin levantar el rotulador de principio a fin.

A través de diferentes soportes y distintos lenguajes estéticos y emocionales, el artista japonés pretende que el público experimente de forma lúdica esta parte del mobiliario urbano, de forma más íntima que en la propia realidad.

Sami, que ha expuesto en diversas galerías de Nueva York y en exhibiciones organizadas por Eric Shiner, director del Museo Andy Warhol, es un artista multidisciplinar que combina las obras de arte conceptual con efectos lumínicos, videoarte, pintura al óleo o el dibujo.

"Cada vez más, en el arte contemporáneo el artista tiene que ser capaz de expresar en distintas disciplinas para crear una obra integral", explicó.

A pesar de la evocación estética que le producen los cables, el creador japonés tiene el objetivo práctico de que las autoridades tailandesas hagan algo para enterrarlos, como ha visto en ciudades como Nueva York, París o Londres.

De momento, sólo se han enterrado unas decenas de los miles de cables que enmarañan la capital tailandesa, habitada por unas diez millones de personas.

Las autoridades y las empresas públicas están enfrascadas desde hace cuatro años en negociaciones para acometer el faraónico proyecto, presupuestado en unos 244.000 millones de bat (8.133 millones de dólares o 5.681 millones de euros).

Además, enterrar los cables, símbolo antaño de la modernidad, supone poner patas arriba una metrópoli de grandes avenidas, pero también de laberínticos callejones, y con atascos que forman parte ya de la idiosincrasia del lugar.