La escritora Ángeles Caso, tras ganar el Planeta por "Contra el viento", en 2009, reaparece con fuerza con "Donde se alzan los tronos", una novela histórica situada en la corte de Felipe V, con la guerra de sucesión, la esclavitud o el rey Sol de friso, y en la que reflexiona irónicamente sobre el poder.

Una crítica burlona sobre los gobernantes, su irresponsabilidad y la ambición personal que les persigue y que les lleva, a la mayoría, a convertirse "en seres patéticos". Una idea que la autora compara con el momento que se está viviendo en la actualidad, según explica en una entrevista con Efe.

En "Donde se alzan los tronos" (Planeta), Caso recupera, además, a un gran personaje, a una figura poderosa y singular, la princesa Mariana de Traémoille, princesa de los Ursinos, dotada de una gran inteligencia maquiavélica y enviada a España por Luis XIV de Francia (el rey Sol) para que vigile, guíe y proteja a la pareja formada por Felipe V y su esposa, la jovencita Luisa María de Saboya.

Un mujer que va estableciendo estrategias como lo hacen los hombres, solo que ella tenía que mostrar más inteligencia para que se la tomara en serio. "Por eso toda su vida fue una pura estrategia para llegar donde quería", añade la autora.

"En esta novela he intentado reflexionar -explica- sobre el poder a través de este personaje, la princesa de los Ursinos, una mujer muy contemporánea, con mentalidad de siglo XX".

"Ella entendía el poder de forma muy singular y actual -continúa-, a través de la cama de los hombres poderos. Vivía la sexualidad de una forma muy libre y esconde muchas claves desde el punto de vista contemporáneo".

Ángeles Caso, licenciada en Historia del Arte, autora de títulos de gran éxito de crítica y público, como " Elisabeth, emperatriz de Austria-Hungría o el hada maldita", "El peso de las sombras (finalista del premio Planeta), o "Un largo silencio", ha compuesto un libro plagado de historias e intrigas. Un mosaico social, humano y artístico del siglo XVIII en España y en Europa.

"Escribir no es ponerse a contar cosas. Ella no se pone a contar cosas. Crea un mundo", dijo Ana María Matute de Ángeles Caso, quien teje aquí una narración basada en hechos reales, a veces tan increíbles que parecen pura ficción, y guiados por un narrador subjetivo, con pocos diálogos.

Además de analizar el poder burlonamente con un bisturí, Ángeles Caso también repasa la falsa moral, las supersticiones e intrigas, la guerra de sucesión y la compra y venta de esclavos en América.

"Me interesaba dejar claro lo que hay detrás de la Guerra de Sucesión -argumenta la autora-. No solo el reparto de equilibro de poderes en Europa, que también, sino una cuestión comercial muy importante en esta época, que era la venta de esclavos".

Un tema, según la autora, del que se habla poco, ni siquiera en los libros de historia; y en verdad fue así. Luis XIV organiza su propia compañía negrera y cuando manda a su nieto Felipe V, como rey de España, le incorpora como socio a esa compañía.

"Una compañía que tenía el monopolio de la venta de esclavos y que se llamaba el asiento de negros, que estaba por toda la América española y la América francesa. Inglaterra, Holanda y Portugal también querían tener ese monopolio y la libertad para vender esclavos y participan en la guerra contra Francia y España para conseguir eso", sostiene Caso.

Este tema "desde el punto de vista moral es repugnante y nos cuesta comprenderlo: cómo los reyes participaron en un asunto tan inmundo como este, pero fue así, y hace falta reconocerlo porque en España no se habla nunca de esto", asevera.

"Donde se alzan los tronos" es un libro, en opinión de la autora, que tiene muchos puntos concomitantes con la España actual.

"A principios del siglo XVIII se entendía el poder en la corte de Felipe V, de forma muy parecida a la de hoy. La frivolidad con la que se ejercía el poder, la irresponsabilidad o las luchas internas que había son ahora, por ejemplo las que se dan en los partidos políticos. Todo es parecido, solo que en esa época si hubiera escrito este libro me hubieran ejecutado y ahora no", recalca.

Parecidos muchos y otros no tanto. Ahora somos ciudadanos y no súbditos, y de momento no haríamos cualquier cosa, por poca dignidad que tuviera, para que nos diesen una patente que nos permitiera asistir a contemplar cómo el rey Sol hacía sus necesidades.