"Santa Cruz es una ciudad a la que amo tan profundamente que la mutilación de mi obra El sueño de los continentes supuso una doble herida, por fortuna ya cerrada". Lo asegura el escultor Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925), que estuvo hace unos días en la capital tinerfeña para asistir al estreno del documental sobre su vida y su obra realizado por Alejandro Togores. El último componente vivo del mítico grupo El Paso, vertebrado en torno a la figura de Manolo Millares, aprovechó para comprobar el resultado de la restauración de la escultura que donó a la ciudad con motivo de la Exposición en la Calle de 1973. Ubicada en la plaza de Europa y "amputada" durante el Carnaval del año 2009, ha sido restaurada gracias a la colaboración de CajaCanarias. El artista no olvidó valorar como "de excepcional importancia" las obras expuestas en las calles y plazas de Santa Cruz. Asimismo, recordó "a la institución que corresponda" la responsabilidad que tiene a la hora de protegerlas.

¿Satisfecho con la restauración de "El sueño de los continentes"?

La escultura está en la calle y es asequible para todo el mundo. Por eso admito algún grado de deterioro, pero me dolió el trato recibido y que hasta un año después no me enterara de nada. El ayuntamiento asegura que me escribieron una carta, pero nunca la recibí. No entiendo, además, que me dijeran que la escultura ya era suya y yo, el artista, no tenía nada que opinar. Amo a esta ciudad, donde siempre me he sentido querido y donde tuve amigos como Domingo (Pérez Minik) , Eduardo y Maud (Westerdahl) o Pedro (García Cabrera). Yo era el polluelo emplumado, como me retrataron en un facsímil, de Gaceta del Arte y del surrealismo. Esa pasión por la ciudad hizo que la herida fuera doble para mí. Por fortuna está cerrada.

¿Cuál es su opinión sobre la Exposición de Esculturas que promovió el COAC en 1973?

Es el legado más hermoso que puede tener una ciudad y está aquí. Se gestó en un momento histórico y por eso están todos los que son, desde Miró a Moore -por cierto, en todas partes no tienen un Henry Moore-. Fue un exponente claro de lo que se hacía en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Un documento valiosísimo y más con la perspectiva del tiempo. Hay que ser consciente de lo que se tiene para valorarlo y protegerlo. Esto último se lo pido a la institución que corresponda.

¿Cómo valora el resultado del documental sobre su vida, "El escultor del hierro"?

He llegado al límite de lo que puede contar de sí mismo una persona y eso solo es posible desde la complicidad y la amistad con Alejandro (Togores) que ha sabido plasmarlo con sutileza y se lo agradezco. Estoy muy satisfecho.

¿Qué sintió al recuperar cuarenta años después imágenes de su estancia en Nueva York?

Alegría y emoción. Con Alejandro pacté una especie de tutelaje y una gran amistad que nos llevaba al "nomadismo" para ir a "tocar" el arte a cualquier parte del mundo. Lo hicimos en Nueva York o en Roma con, por ejemplo, la puerta de Ghiberti, y eso aparece muy bien reflejado en el documental.

Su arte está reconocido mundialmente, pero parte de una raíz canaria muy profunda.

Siempre he creído que había que ir de lo particular a lo universal. Me digo: recuerda de donde vienes y a dónde vas. La génesis es fundamental en los peores momentos. Yo era amigo de Manolo Millares y juntos íbamos al Museo Arqueológico de Gran Canaria. Allí vi las espirales y nació el interés por lo aborigen. Luego fui a La Palma y al resto del Archipiélago. Éramos unos "trotacanarios". Pero hubiera sido igual en el Metropolitan en Nueva York o en el Prado, por el que he paseado muchas veces con Antonio López.

¿De dónde surgen sus características espirales y ladies?

Era un niño con astigmatismo y eso me hacía ver los objetos casi en tres dimensiones. El viento levantaba espirales en la playa de Las Canteras que yo captaba como algo sólido y luego lo pude plasmar. Las ladies son algo más propio de mi formación clásica, con los cánones de Grecia y Roma, a través de lo que aprendí de mi profesor y maestro Lafuente Ferrari.

Cuando se llega a su edad parece hora de hacer balance.

Siempre se vive en un mundo de reflexión. Este es un momento de callejón sin salida y me preocupa la dimensión social del arte en la compleja civilización del espectáculo. Yo sigo activo porque amo el arte y ese siempre ha sido mi camino, pese a las dificultades.

¿El arte también está en crisis?

Es una cuestión de vocación o profesión porque el arte es una actividad intrínseca al hombre. Tiene que ver mucho más con la pasión todavía, a pesar de la tecnología y de las nuevas interpretaciones. Es cuestión de pasión, y el vocacional se entrega e incluso muere por el arte. El profesional es otra cosa.

¿Que piensa Martín Chirino de Canarias y su futuro?

La parcela ya no existe en el mundo actual, que es global y eso lo complica todo. Canarias disfruta de la misma información que cualquier otra parte del mundo en tiempo real. Otra cosa es el uso que se haga de ella. Antes era un lugar remoto y aislado en lo geográfico y hoy el aislamiento es de otro tipo. Hay incertidumbre, pero como en el resto del planeta. Quiero creer que también esperanza.