En la octava edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona recibió el Premio Autor Revelación y a partir de esa conquista el historietista e ilustrador barcelonés Jaime Martín (1966) no ha dejado de ganar premios en España y en Francia. Autor que ha publicado sus dibujos en más de diez países, hoy y mañana firma ejemplares de sus obras -entre las 18:00 y las 20:00 horas- en la Librería Lemus de La Laguna en un acto que forma parte del programa de actividades "Noviembre mes del vino" de Aguere. Desde el año 2007 publica sus trabajos con la editorial franco- belga Dupuis.

¿De dónde fluye su inclinación por los personajes oscuros?

Tal vez haya en mi personalidad algo depresivo, o no sé cómo llamarlo, pero pienso que el mundo está lleno de locos; unos locos en el sentido de que son gentes que se empeñan en que todo el mundo piense como ellos, en llevarnos a todos por el camino más complicado, negativo y violento para conseguir las cosas y eso es lo que reflejo en mis dibujos con una apariencia casi goyesca. Inconscientemente esos son los protagonistas antagónicos de los personajes principales.

¿En qué escuela, género o tendencia ubicaría sus ilustraciones?

Yo no sabría ubicar mi obra en una corriente concreta. Por el contenido de mis historias no podría decir con total certeza que trabajo una línea franco-belga, si estoy más cercano del manga o de los estadounidenses. De hecho, el cómic de superhéroes me interesa cero, del manga hay alguna cosa que me atrae, en el francés existen aspectos positivos y el "underground" americano de los 70, 80 y 90 sí que me llama la atención. Me interesa contar historias de la parte oscura de una ciudad y me siento muy identificado con los autores del "underground" americano.

¿Las nuevas tecnologías han propiciado un periodo de cambios en el mundo del noveno arte?

No creo que hayan condicionado demasiado los criterios de creación de un cómic. Yo las veo como una herramienta más, es decir, con la misma naturalidad con la que un dibujante tira de un aerógrafo para dejar las acuarelas de lado. El ordenador es una elemento más a incorporar porque puedes optar por su utilización y dotar a tu obra de un aspecto totalmente natural porque existen unos programas informáticos realmente buenos. En mi caso yo busqué un cambio de estilo y fue el ordenador el que me proporcionó esa transformación.

¿Cómo influye un periodo de crisis como el actual en su obra?

No condiciona la parte gráfica de mi obra, pero sí que afecta a los contenidos. Yo desde que acabé mi último proyecto, que lo hice a principio de este año, no dejo de darle vueltas a la cabeza a cómo voy a estar dentro de unos meses. A mí me cuesta mucho dibujar; no soy uno de esos ilustradores que se hacen una página en un día... Quizás por ello necesito buscar un cierto compromiso con aquello que voy a dibujar. Sobre todo si me voy a pasar dos años metido en una aventura. Sin esa relación íntima con la historia acabo cansándome y se me hace muy duro seguir adelante. Por las repuestas que están dando los gobiernos a los ciudadanos sí que me está costando hacer algo con un contenido más político. A mí solo me interesa la parte social, pero si estoy cabreado voy a terminar en una dimensión política.

Ese compromiso que tiene con sus lectores es innegociable, ¿no?

A mí me escandaliza que se utilice un dineral para rescatar a un banco y no para salvar a una familia en apuros. Eso es una actitud nazi. Son esas cosas las que condicionan por dónde voy a ir en mi siguiente historia. Estoy tentado en denunciar con mis dibujos situaciones reales que rozan el nazismo.

En su último libro, "Las guerras silenciosas", mete a su padre en las viñetas. ¿Qué fue lo que le hizo tomar esa decisión?

Desde que éramos muy niños él nos contaba sus historias en la mili, crecimos y seguía contándonos sus aventuras africanas -su padre sirvió en Ifni-, llegamos a los cuarenta y volvía a repetir las mismas batallitas. Se valía de cualquier excusa para meter su cuñita y nos repetía una y otra vez lo mismo. Un día pensé que tenía material suficiente para hacer un libro y lo planifiqué. Si esta obra sirve para exorcisar el servicio militar de mi padre, bienvenido sea este libro.