No es la primera vez que interpreta a Giuseppe Verdi, pero nunca se había enfrentado a un papel tan conflictivo como el de Fenena, la hija del rey de Babilonia en la ópera "Nabucco" que se estrenará el 26 de noviembre en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. La italiana Alessandra Volpe asegura que "necesitaba un rol de este tipo para medir mi furia interior", argumenta la joven mezzosoprano.

¿Qué supone para usted formar parte de este elenco artístico?

Esto es un reto maravilloso. Sobre todo porque Verdi es el drama... Yo vengo de interpretar "Carmen", que también tiene un componente dramático importante, pero Verdi es la fuerza interpretativa y una dificultad para mi tesitura vocal que me atrae porque el papel de Fenena es perfecto para mí.

¿Se encuentra cómoda en el rol de Fenena?

Para mí era importante afrontar este personaje porque, a pesar de que mi carácter es alegre y extrovertido, en mi alma está presente la fuerza de un ser tan tormentoso como Fenena. Necesitaba un rol de este tipo para medir esa furia interior.

¿Cómo valora el hecho de compartir esta experiencia con artistas como Carmelo Corrado Caruso o Micaela Carosi?

Con Micaela tengo otras vivencias en la Academia Santa Cecilia con "Norma" y es una artista prodigiosa con la que siempre puedes aprender algo. Con Caruso es la primera vez que coincido, pero es innegable que tiene una voz privilegiada y que es una persona muy sencilla. Con los dos existe una gran complicidad dentro y fuera del escenario.

Ese aprendizaje exterior resulta decisivo para moldear la carrera de una gran artista, ¿no?

Por supuesto, porque no siempre tienes la posibilidad de viajar con tu familia. Yo, por ejemplo, he estado el último mes y medio en la Metropolitan Opera House de Nueva York y no pude establecer ni una sola relación personal. Aquí, en cambio, me he encontrado con una gran familia alrededor del Auditorio de Tenerife que trabaja para que el "Nabucco" resulte una experiencia inolvidable.

Stefano Monti, director escénico de "Nabucco", cree que vivimos un ciclo vital para la renovación del lenguaje operístico. ¿Comparte usted esa opinión?

La crisis es un mal que no solo está en Europa, sino que también he percibido cuando trabajé en los Estados Unidos y en Canadá. Al hablar de renovación no quiero dar a entender que las personas que han estado antes que tienen una gran carrera detrás ya no son capaces de mantener este modelo, pero es indudable que hay que cambiar su funcionamiento para evitar que el sistema se caiga.

¿Cuál es al clave para buscar esa renovación?

Si los cantantes jóvenes no terminan por entender que estamos en un momento clave para la ópera el sistema acabará cayendo. Este es un género escénico caro que debe buscar fórmulas alternativas para abaratar los costes de una gran producción sin que eso repercuta en la calidad musical ni estética del espectáculo.

¿Hay riesgo de que las nuevas generaciones no terminen por sentir curiosidad por la ópera?

Ese riesgo es cierto porque hay que enseñar a los jóvenes a amar la ópera... Hay óperas que son más fáciles de digerir por parte de un público joven, pero las dificultades aumentan cuando en la escuelas no se hace nada por acercar a los alumnos a obras que tienen un mayor contenido musical e histórico como es el caso de "Nabucco". La ópera es una historia que hay que contar y entiendo que existan jóvenes que no estén dispuestos a sentarse en un teatro a oír cómo una soprano hace priiii, priiiii, priiiiii... Hay cantantes que se hacen entender mejor que otros, pero el punto de partida es facilitar la transmisión del mensaje operístico. Esas guías se deben planificar desde las escuelas y los teatros.

¿Tampoco hay que ser apocalípticos y creer que estamos en un callejón sin salida?

La ópera no va a morir nunca porque forma parte de las emociones humanas... Las personas necesitan estar rodeadas de cosas bellas.

¿Imagino que para una italiana estar cerca de la atmósfera verdiana es como acariciar el cielo?

Estoy feliz de participar en este momento histórico para la Ópera de Tenerife porque Verdi es un padre para los italianos; un dios que hizo una música que resulta sublime... El "Va, pensiero" es un himno que agita los corazones. Esa música es Italia.