Es una de las voces de Verdi más solicitadas en el circuito operístico mundial y uno de los ejes prioritarios de "Nabucco", la obra que hoy, a las 20:30 horas, se representa en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife veinticinco años después de su última puesta en escena en la Isla. Micaela Carosi es Abigaille, una mujer malvada que se encuentra en las antípodas de la buena energía que transmite cara a cara la soprano italiana. "El espíritu de Verdi forma parte de mi genética", confiesa una artista que en el año 2006 recibió premios de la crítica por sus interpretaciones del papel de protagonista en las óperas "Aida", en el Teatro Regio de Turín, y "Madama Butterfly", durante su estancia en el Teatro Carlo Felice de Génova.

La personalidad atormentada de Abigaille contrasta con la alegría que destila Micaela Carosi. ¿Le ha costado mucho tener que asumir ese rol?

Reír forma parte de mi vida... Obviamente yo no he vivido las experiencias de Abigaille, pero sí otras situaciones muy complicadas que condicionaron mi manera de pasar por esta vida. Yo vivo sin la necesidad de esconderme por una decisión propia y esa posición ha ido forjando el carácter que trato de transmitir en la escena.

¿Cómo vive una voz verdiana la magia que transmite la obra del maestro de Le Reconde?

Cuando aceptas el rol verdiano sabes que todo está escrito, es decir, uno no puede llegar a improvisar un piano donde no hay un piano. Con él todo está claro, perfecto y se hace más cómodo. Es como una gran pintura en la que se observan múltiples matices: para entender bien esa obra es necesario identificar bien todas las partes. En "La Gioconda" de Leonardo todo está perfecto, pero la idea de belleza se puede alterar si no ves los árboles que están detrás, su sonrisa, la posición de las manos... Con Verdi no te puedes guardar nada; con él hay que ser generoso. Eso solo lo puede hacer una voz verdiana.

Abigaille es un desafío operístico que ha generado problemas a grandes sopranos. ¿Tener un rol tan complejo es una bendición o una tortura?

Abigaille es fuego... Su belleza es algo que tienen todas las mujeres, pero las complejidades de ese personaje hay que buscarlas. Es un ser anguloso; que nunca termina por resolverse. Abigaille es un universo de contradicciones y desconfiada. Incluso en el instante del suicidio continúa siendo desconfiada... La forma sinuosa con la que mira o sus movimientos en la escena solo hallan su forma definitiva a través de la muerte.

El maestro Monti, director de escena de "Nabucco", dice que él quiere artistas que transmitan al público emociones y que pongan el corazón en el escenario. ¿Esa idea caza bien con lo que hablaba de la generosidad de Verdi?

Yo tengo una frase que encaja muy bien con la idea de Stefano Monti: la fragancia interna siempre tiene una respuesta externa. Lo que se estamos intentando con esta producción es que transmita verdad. En este "Nabucco" yo no solo tengo que estar pendiente de si subo una escalera o de colocar mi voz de una manera u otra, sino de transmitir al público una verdad que por fortuna hemos podido trabajar con tiempo con la dirección del Auditorio de Tenerife.

¿Qué análisis hace del trabajo realizado en el Auditorio de Tenerife? ¿Esperaba encontrar una producción de este nivel?

No. Si le soy sincera no me esperaba estar dentro de una producción tan profesional. Esta no es una alegría superficial, sino un sentimiento que está asociado con una manera de proyectar las cosas... En Tenerife existe un modo de hacer teatro inteligente; profesionales que aman el escenario. Además de la belleza natural de la Isla y del Auditorio tan maravilloso en el que vamos a representar "Nabucco", aquí he encontrado bastante más de lo que me esperaba.

¿La ha sorprendido ver cómo ha crecido este "Nabucco"?

Sabía que había un buen equipo de trabajo y que los preparativos se estaban haciendo con tiempo, pero la ópera consiste en realizar un trabajo de equipo y esa idea está muy bien definida en el Auditorio de Tenerife. A lo largo de mi carrera he tenido la fortuna de estar en los mejores teatros del mundo y siempre es gratificante que te den una sorpresa como esta. No siempre se necesitan infraestructuras de un primerísimo nivel mundial para sentir la ópera... A veces, el equipo es mucho más efectivo que un gran presupuesto.

Escuche aquí un acto de "Nabucco" que interpretó Micaela Carosi en la Arena di Verona (2001).