Víctor Pablo Pérez mantiene muy vivo su vínculo con la Orquesta Sinfónica de Tenerife, formación que dirigió durante casi dos décadas y con la que experimentó y consolidó una serie de proyectos que la colocaron entre las mejores de España, puesto que todavía mantiene, aunque con algunas limitaciones marcadas por la crisis. El pasado fin de semana este burgalés, que ahora dirige a la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid, volvió al Auditorio de Tenerife para conducir, como director honorario, a la orquesta chicharrera, que actuó con el pianista austriaco Ingolf Wunder.

Este amante empedernido de la música, cuya batuta ha dirigido además de a la Sinfónica tinerfeña, a la de Asturias y Galicia, considera que la OST "mantiene la forma, aunque sé que le faltan algunos solistas. Hay una serie de plazas vacantes muy importantes para la orquesta que están por cubrir, desde el concertino hasta importantes solistas, y sería muy importante que volviesen a estar ocupadas porque son unos pilares fundamentales de la orquesta. Aparte de eso, la orquesta está como siempre, con una actitud fantástica hacia la música y como dice aquel, quien tuvo retuvo".

Él es consciente de que la crisis también ha incidido en esta formación, en la que además de plazas vacantes, también se ha notado en la capacidad para programar "con una cierta dosis de interés, en el sentido de descubrir nuevos solistas y de traer muy buenos directores, que afectan al devenir de la orquesta. No es lo mismo tocar con un estupendo pianista joven que con Zimerman. Eso es lo que está haciendo sufrir y ¡ojalá no dure mucho!, porque podría tener consecuencias muy graves. Me ha alegrado la cercanía y la sensibilidad del presidente del Cabildo con la Orquesta y sentir que tiene que seguir siendo un gran referente cultural, y especialmente musical, en España".

Pérez atesora muchos recuerdos agradables de su paso por la OST, con la que emprendió ambiciosos proyectos que llegaron a buen fin, a pesar de los limitados recursos con los que contó al principio. "Recuerdo que al quinto año de estar trabajando con la Sinfónica Adán Martín, en la presentación de la temporada, dijo que la OST se gana cada peseta que gasta. Era importante que el presidente del Cabildo considerase que la Sinfónica no era un gasto, sino una inversión muy importante con respecto a la imagen y el devenir del pueblo de Tenerife. Demostrar al mundo que existía la Isla, que tenía potencial para todo, no solamente para la cultura, sino que se traslada a otros ámbitos, no sólo el turismo, sino la forma de vida de cada ciudadano. Esos momentos eran muy ilusionantes", describe el maestro castellano.

"Estábamos continuamente creando proyectos. Era la primera orquesta española que hacía giras internacionales de importancia, la primera que hacía conciertos escolares y para la familia, la primera que grabó discos que se pusieron en el mercado internacional, tanto de Gerhard, como de contemporáneos como Albéniz, o Shostakóvich, además de ser la primera orquesta de España que hacía discos de cercanía a los ciudadanos, como el que hicimos con Benito Cabrera, acercando el timple al mundo sinfónico, y conciertos populares, como el del 25 de diciembre, que ya es tradición, además de otros populares con Pedro Guerra o Los Sabandeños. La OST ha demostrado que la música clásica no es sólo para melómanos, sino para todos los ciudadanos", defendió.

Otro reto que tuvo que superar fue también dotar a la OST de un sonido peculiar. "Era para mi una gran preocupación, quería que no fuese un sonido estándar. Se trataba de hacer un sonido muy especial, con personalidad. Se trabajó muchísimo hasta conseguir un sonido con brillo, redondo, que fuese muy cálido".

Al final lo consiguió y la OST experimentó con todo tipo de repertorios, motivo por el que fue invitada al Festival de Cuenca, donde tocó obras de Bruckner, y con el Orfeón Donostiarra. "Ya se empezó a definir un tipo de sonido, con Bruckner, que configura muy bien un sonido propio de una orquesta; Shostakóvich, un poco más moderno, o Sibelius. Eso es lo que puede distinguir a la orquesta. Después, con el paso de otros directores, cada uno ha conformado un sonido de una manera distinta. El que vino oriental (Lü Jia) tenía más preocupación por el ritmo, por los grandes contrastes, que por el sonido propio o el fraseo, y ahora tiene a un polaco, que es un gran maestro y está consiguiendo conciertos maravillosos. ¡Ojalá que entre la implicación de los músicos, del cabildo y del director se consiga seguir siendo un referente en España!".

Este consagrado director opina que existen muy buenos músicos canarios, entre ellos nombró a Cristo Barrios o David Ballesteros, y en España. "En la Sinfónica de Galicia, en una convocatoria internacional, todas las plazas han sido cubiertas por españoles (...). Los músicos latinos tiene un valor añadido. Una intuición, una fantasía y una capacidad de crear música y emociones en algunos casos muy superior a la de muchos europeos".