La periodista y escritora Julia Navarro está satisfecha con la aceptación que tienen sus novelas, que han sido traducidas a una treintena de idiomas, aunque su última entrega, "Dispara, yo ya estoy muerto", ha supuesto un cambio radical en sus planteamientos, al ser más importantes los personajes que conviven en la obra que la propia historia que se cuenta en la misma. La autora madrileña visitó recientemente Tenerife para mantener un encuentro con sus incondicionales lectores, a los que explicó algunos de los secretos de su narrativa y de su quinta novela, la apasionante historia de dos familias que luchan por sobreponerse a su propio destino.

¿Cuál es la psicología de los personajes de esta novela?

Son personajes que están metidos en sus propios laberintos y son personajes con los que el lector empatiza a ratos. A míi no me gustan las novelas de héroes y heroínas, me gustan las novelas de personajes que puede ser gente como cualquiera de nosotros.

¿Se identifica con alguno de ellos en particular?

Tengo cierta simpatía más por unos que por otros, pero no me siento identificada. Me alejo en mis novelas de mis personajes, aunque siempre hay un compendio de ese poso de lo vivido por cada uno de nosotros. He ejercido más de 35 años el periodismo y he viajado mucho por la zona de Oriente Próximo, y todo eso quieras o no es un poso que está ahí y que a la hora de escribir fluye.

¿Qué valores defienden los personajes de sus historias?

En esta novela hay un valor por encima de todo, que es el valor de la amistad y el valor de ser cada uno fiel a sí mismo y a sus convicciones.

¿Concede alguna libertad a los protagonistas de sus obras o son meros títeres de sus deseos narrativos?

Son personajes que actúan como todo el mundo, a ratos con enorme libertad y a ratos abrumados por el peso de las circunstancias. La libertad absoluta de voy por donde quiero está condicionada, en muchos tramos de la vida de todos los seres humanos, por las circunstancias que te rodean. Algunos de mis personajes lo consiguen y otro se pasan sus existencias en la novela luchando por coger las riendas de su vida y no lo consiguen.

¿Es verdad que esta novela la empezó por el final?

Sí, el primer capítulo que escribí fue el último, porque lo tenía tan interiorizado como tenía que ser... Claro, esta novela he tardado tres años y pico en escribirla. Cuando voy a escribirla no sé cuánto voy a tardar cuando empiezo, de manera que lo estaba visualizando. Pensé que como no sé cuando voy a llegar al final del capítulo, a lo mejor no soy capaz de escribirlo tal como en este momento lo estoy viendo y sintiendo y lo tengo escrito en la cabeza.

¿Le gustan los relatos con el clímax al final?

Me gustan los finales en los que puedas sorprender al lector, que no sepa qué va a encontrar. Que esa historia en la que le agarro de la mano y le hago caminar conmigo, al final, de repente, tenga un significado distinto al que pensaba que tenía según iba transcurriendo la historia. Me gusta sorprender al lector.

¿Qué retos se plantea cuando escribe un nuevo título?

Cada novela es una apuesta en la que no se sabe qué va a pasar. Te lo juegas a todo o nada y cuentas con que los lectores te juzgan por lo que tienen en la mano, no por lo que ha hecho anteriormente. El juicio es sobre el libro que tiene en las manos en cada momento. El único reto, pero no me lo planteo como un reto, es qué va a pasar cuando entrego una novela a la editorial tras estar tres años escribiéndola. Mi pregunta es ¿y ahora qué van a decir los lectores?. Aquí hay tres años de mi vida.

¿Considera que la lectura es como una farmacia, que tiene remedios para todo, como dice Savater?

No sé si es una farmacia, pero sí que tiene muchos efectos. Un libro te ayuda a reflexionar, a conocer, a viajar, a emocionarte. Un libro te puede despertar, te puede sacar tantas cosas de dentro que no sé si tiene un efecto terapéutico, pero sí sé que los libros nos dejan una huella en el alma.

¿Esta obra suya qué huella deja, según sus lectores?

Este libro en el fondo es una apuesta por la amistad y, sobre todo, por escucharnos unos a otros, por ponernos en los zapatos de las personas que tenemos enfrente. Creo que llevamos todos una vida en la que escuchamos muy poco a la persona que tenemos delante y, sobre todo, a la que tenemos como adversario. Todos estamos llenos de certezas y dudamos poco, y nunca escuchamos las razones de los otros. Este libro es una reflexión sobre escuchar las razones del otro, aunque a lo mejor no nos convencen, pero el hecho de hacerlo ya es bueno.

¿Hasta qué punto sus novelas son crónicas periodísticas, pero sin limitaciones de espacio?

No lo creo. Mi primera novela nació entre las páginas de un periódico con una noticia sobre la Sábana Santa; la segunda era una novela antibélica, la tercera sobre el fanatismo religioso, político y el fanatismo en general, y la cuarta era más de personajes, sobre la Guerra Civil española, las consecuencias... Esta novela tiene como escenario la Rusia del siglo XIX, la de principios del siglo XX, la caída del imperio otomano como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, Palestina... No es una crónica periodística, es una novela de personajes. No me interesa contar la historia, ni tener más espacio. Me interesa la intrahistoria, los personajes y el conflicto de ellos colocados sobre los escenarios, el cómo tienen que vivir.

¿Qué ha cambiado de la Julia Navarro periodista a la Julia Navarro novelista?

Ha cambiado la forma de escribir, la forma de estructurar las novelas y, sobre todo, que ya no ejerzo el periodismo. Escribo algunos artículos de opinión, pero el periodismo es estar en la calle. El artículo de opinión es un acompañamiento.

¿Cómo ve el panorama del periodismo escrito en papel, hacia dónde camina?

Los empresarios de prensa hicieron mal las cosas al colgar gratis el periódico en internet, pensando que era bueno acostumbrar al lector, pero regalar el trabajo es una falta de respeto al propio periodista. No se puede regalar y los lectores se han acostumbrado a que sea gratis. El periódico que tenías en los quioscos le dan a una tecla y lo tienen en la red. Me parece una barbaridad y una falta de respeto a los periodistas, un abuso.

Su obra ha sido traducida a una treintena de idiomas, ¿qué opina del IVA cultural en España?

Me parece una barbaridad y un auténtico atentado a la cultura. Creo que, en estos momentos, el envite que está sufriendo la cultura por parte de este gobierno es un envite que la va a dejar totalmente maltrecha y que va a costar superar. El 21 por ciento es una barbaridad. Un país que no cuida, que no mima su cultura, es un país culturalmente muerto.