A escasos días del fin de año surge, como línea fluida, hacer una recapitulación del año en curso. ¡Cuántas cosas vividas que nunca se nos pasaron por la imaginación! Alegrías, pesares, ilusiones, decepciones, momentos mágicos inesperados... Ponemos todo lo vivido en una balanza imaginaria y hacemos evaluación de qué pesó más, si lo negativo o lo positivo. Me inclino más por rescatar todo aquello que nos sostuvo cuando las cosas no fueron bien, o recordar esos instantes llenos de luz que nos reconfortaron, o dar gracias por esa compañía que ha estado siempre ahí... Volver a vivir con el pensamiento lo menos agradable de lo pasado solo nos va a herir el corazón ¡ya pasó! Mejor ser conscientes del presente. En este mismo instante... ¿nos sentimos bien?, ¿qué día hace: bueno, menos bueno..?, ¿lo podemos hoy disfrutar? Creo que esa forma de pensar nos ayuda a sobrellevar mejor los avatares de la vida, nos permite estudiar sin emociones qué es lo que no nos gustaría que volviera a suceder y qué podemos hacer para poderlo evitar..., y lo que no se pueda evitar, no queda otra que aprenderlo a aceptar. Me decanto por "vamos a intentar ser lo más felices posible dentro del mundo de nuestras vivencias". No creo que a este mundo vengamos "a sufrir"..., venimos "a ser felices", y para ello también hay algunos truquitos: intentar elegir estar con gente positiva y agradable, evitar situaciones y personas que nos consuman nuestra buena energía. En el caso de no poder elegir, poner todas nuestras fuerzas para crear un submundo interior que nos haga impermeables a esas malas vibraciones... En definitiva, vivamos según nos dicte nuestro corazón. ¿Quién mejor que nosotros, siendo personas equilibradas y sensatas, sabemos lo que nos va mejor? ¡FELIZ AÑO NUEVO!... Y empecemos esta nueva trayectoria del calendario con una receta de las denominadas "exquisitas":

Ingredientes: 1 piña mediana madura, 2 o 3 cucharadas soperas azúcar glas, 2 o 3 cucharadas soperas de Cointreau, 2 o 3 cucharadas de ron, 200 mililitros (2 tacitas) de nata, 2 o 3 cucharadas soperas de Kirsch, ralladura de naranja.

Elaboración: para preparar el cuenco de piña, cortar la parte superior de la misma y reservar. Con un cuchillo bien afilado, ir separando la carne de la piña de la cáscara, dejando como 1 cm de corteza, cuidando de no romperla. Luego con la punta del cuchillo hacer en la parte de debajo de la piña, dos cortes de 2 a 5 cm para quitar el "corazón" de la piña (parte dura central) y poder retirar toda la carne de la piña entera. Para hacerlo, pasar la punta del cuchillo por esos dos cortes moviéndola de un lado a otro para cortar el corazón, cuidando de no agrandar mucho el corte. Hacer unas 8 o 12 rodajas con la carne de piña, sacar el corazón de cada rodaja y cortar la piña en trozos del mismo tamaño. Pasar estos trozos por azúcar glas, luego ponerlos en un cuenco para regarlos con una mezcla de Cointreau y ron. Enfriar en nevera la fruta y la cáscara de la piña. Una hora antes de servir, batir la nata mezclada con unas gotas de Kirsch. Con una cuchara, pasar la nata a los trozos de piña, removiéndolos para que todos tengan nata. Probarlo y si nos gusta más dulce, añadir más azúcar glas. Mantenerlo en la nevera hasta el momento de servir. En el momento de servirlo poner los trozos de piña dentro de la cáscara preparada. Espolvorear con ralladura de naranja y volver a colocar la parte superior de la piña. ¡Espectacular!

Los espero este sábado, 28 de diciembre, a partir de las 19:00 horas en Librería La Isla, en la calle Imeldo Serís de Santa Cruz de Tenerife, para la presentación y firma de mi libro "Las recetas de mi familia. Platos con tradición y aromas de nuestros antiguos hogares aderezados con anécdotas y poesías de transmisión oral canaria".