Las compañías canarias Delirium y Abubukaka han fusionado sus talentos para dar rienda suelta a su versión de la última obra de Moliere (1622-1673), "El enfermo imaginario", a partir de las 20:30 horas, en el teatro Guimerá de Santa Cruz. Ellos tratarán de originar un nuevo estado en la conciencia de sus espectadores, el Delirium Abubukakalense, una extraña reacción mental que despierta el síndrome del humor inteligente, una mezcla de risas cargadas de ironía y mucha crítica contra la condición humana en general.

Esta propuesta escénica, con casi una hora y media de duración, una escenografía minimalista y un vestuario "adaptado" a la época contemporánea, será defendida en el escenario por media docena de actores, Víctor Hubara, Soraya G. del Rosario, Diego Lupiáñez, Carlos Pedrós, Amanhuy Calayanes y Severiano García, quien también actúa como director. Ellos se reparten los papeles de los doce personajes que intervienen en esta pieza teatral que fue escrita en el año 1673 por el polifacético dramaturgo francés, una burla contra "la petulancia de los médicos".

La comicidad que encierra este montaje, en el que Argán se empeña en estar enfermo a pesar de tener una salud de roble, no solo ridiculiza a la medicina mal llevada, sino que también incide en la familia, la ley, el dinero, la hipocresía, el abuso de poder, la debilidad y la pusilanimidad.

El veterano actor Severiano García, director y portavoz de esta experiencia teatral, explicó que este proyecto surgió a través de su relación profesional con Carlos Pedrós, miembro de Abubukaka que trabajó con él en la obra "Canarias" y ahora en "Un culo anda suelto".

"Por la forma de encarar las cosas, criterios y demás vimos la posibilidad de que nos apetecía abordar un proyecto conjunto. En este caso ha sido simpático, porque primero teníamos el equipo humano, pero no la obra. Empecé a ver sus espectáculos muchas veces, vi sus características y las nuestras y recordé una de esas obras que tienes en el tintero, El enfermo imaginario, que se podía ajustar a lo que queríamos. En el original tiene doce personajes, y somos seis. Nos repartimos los papeles, y luego por las características, pensamos que la fusión no defraudaría al público de Abubukaka ni al de Delirium".

La elección de la obra también se debe a que es una comedia y "ese es el público mayoritario que pueden tener las dos compañías. Hablamos de Moliere, ese gran clásico que no pasa de moda. El discurso es como una burla contra los doctores, que sigue vigente actualmente. No es una comedia inocentona, manda muchas puyas y mensajes al público que siguen siendo actuales en cuanto a la petulancia de algunos doctores. En definitiva, creo que reunía unas condiciones ideales para llevarla a escena".

García ve muchos puntos en común en la filosofía teatral que preside ambas compañías. "Nos unía con Moliere que fue actor, productor, dramaturgo... Hizo de todo alrededor del teatro, como nosotros hacemos. Vendemos los espectáculos, los promocionamos, los montamos... Nos gusta esto muchísimo, nuestra vida va en eso".

"Queríamos mantener un poco el espíritu del clásico original, sin desvirtuarlo, como una apuesta de las dos compañías. Luego cada uno aporta su estilo de alguna manera. Yo llevo la dirección y el público ve lo que ha visto muchas veces en las propuestas de Delirium, que es un espectáculo redondo, acabado. Tiene una puesta de luz, una escenografía muy manipulable, se juega mucho con ella, y luego hay muchos guiños y juegos de palabras, pero sin desvirtuar al clásico, que es lo bonito e interesante. Evidentemente, en los ensayos también está presente esa clave, ese juego que tiene Abubukaka".

Soraya G. del Rosario y Severiano García son los autores de la adaptación de esta obra de Moliere. "siempre manteniendo ese espíritu original de la obra. La puesta en escena sí es absolutamente contemporánea, se ha llevado hacia un estilo clown, de payaso y, por ejemplo, inevitablemente, las nuevas tecnologías, los móviles y tal aparecen en el espectáculo sin ningún tipo de complejos".

La escenografía es muy sencilla, casi minimalista, "un gran telón de siete metros y medio de alto y ocho y medio de ancho. Lo que pasa es que es muy intenso, muy lleno de color. Con ese telón y un gran sillón rojo yo hago un juego al que le saco mucho partido. También es la filosofía de Abubukaka. Trabajando en Canarias y viviendo en este territorio fragmentado, nuestros espectáculo tienen que adaptarse a todos los escenarios, que son muy variopintos. Es bueno quedar bien en un Guimerá o en la Casa de la Cultura de cualquier pueblo que no tenga esas características. Si tenemos en cuenta las pocas funciones que hay, no se puede descartar ninguna. Lo bueno de esto es que si hay una buena historia que contar no te falta nada más, es fundamental, y unos buenos actores. Todo lo demás son añadidos que contribuyen a un resultado, pero lo que tiene que haber es una buena historia".

El vestuario es muy "original", desde el traje de los bailadores de El Hierro, hasta un albornoz. "Es una cosa contemporánea que está un poco reciclada. Lo que sí da es una sensación algo extraña, pero dentro de una clave muy disparatada. Con una cosa de aquí y otra de allá, fuimos componiendo el vestuario".