Tras más de dos meses de preproducción, ensayos, definición del escenario, vestuario y elección de textos, entre otras arduas tareas que exige la puesta en escena de un montaje, Burka Teatro se enfrenta mañana y el viernes, a partir de las 21:00 horas, en el Leal de La Laguna, al reto de estrenar su versión de "La gata sobre el tejado de zinc", obra favorita de Tennessee Williams (T. W.), bajo la dirección de Nacho Almenar.

Esta pieza, con la que el dramaturgo norteamericano obtuvo el Pulitzer de Drama en 1955, sirve a esta compañía tinerfeña para celebrar su décimo aniversario, además de hacer lo que más les gusta a los actores Carlos Brito (Gooper), Aranza Coello (Maggie), Laura Marrero (Mae), Pedro Martín (Brick), Alicia Rodríguez (abuela) y José Manuel Segado (abuelo): teatro en directo.

Aranza Coello, codirectora de Burka Teatro, aseguró que la elección de esta obra de T. W. ha respondido, sobre todo, a dos cuestiones fundamentales. "porque desde el punto de vista del reto interpretativo nos parecía puro teatro, y qué mejor para celebrar los diez años de la compañía que rendir un homenaje a un clásico como T. W. y a una apuesta tan bonita, tan teatral y tan pasional".

También reconoció que tenían en mente desde hacía tiempo a T. W., "inicialmente teníamos en la cabeza Un tranvía llamado Deseo, que en su momento no se podía hacer porque era muy complicado y remitiéndonos al autor dimos con La gata sobre el tejado de zinc, y nos pareció de máxima actualidad. Los planteamientos de las luchas de poder que T. W. circunscribe a una familia. Él lo pone en un marco familiar que, al final, es el núcleo de esta sociedad en la que vivimos. Es un reflejo de nuestras cosas, de todos esos intereses que están funcionando por debajo: la necesidad de poder, la necesidad de esa estabilidad económica ... Nos pareció tan de actualidad que decidimos llevarla a escena".

A pesar de que T. W. publicó esta obra en el año 1955 y está ambientada en una familia adinerada del sur de Estados Unidos, Coello considera que aquella sociedad "no es tan diferente a la actual realmente. Hay un montón de valores que se trabajan, que T. W. plantea en el texto, y que pueden ser las mismas mezquindades que nosotros estamos usando en el día a día, esas ansias de poder. Evidentemente, y de hecho la obra en su momento fue censurada, porque trataba temas como la homosexualidad y otras cosas. Eso sigue vigente, eso pasa a nuestro alrededor. Estamos viviendo con muchas máscaras puestas y, realmente, ser sinceros, honestos y poner las cartas boca arriba no es nada fácil".

Con respecto a la época que se refleja en el montaje, que tiene una hora y media de duración, adelantó la portavoz del grupo que "realmente nos hemos mantenido en una parte de la estética, porque la puesta en escena es absolutamente atemporal, no tiene una ubicación concreta. El vestuario sí que nos lleva a los años 50. Hemos querido mantener la unión con la obra original en la parte del vestuario, pero para nada en la puesta en escena. Seguimos en la línea de las puestas en escena minimalistas, ofreciendo un poco al espectador que lo recree él mismo con lo que nosotros le ofrecemos en escena, las habitaciones o el espacio que considere cada uno".

La adaptación de esta exitosa obra de T. W., que en 1958 fue llevada al cine por Richard Brooks, con Elizabeth Taylor y Paul Newman como protagonistas, ha sido bastante laboriosa.

Según aclaró Coello, "había varias traducciones, porque hubo muchas modificaciones en las diferentes representaciones que se hicieron tanto en Broadway como en el cine. Lo que hemos hecho un poco es beber de tres fuentes y de ahí hemos sacado el texto. Hemos intentado ceñirnos al texto original, pero como existen varias versiones y algunas modificaciones que nos parecía que alteraban en cierto modo el ritmo, entonces hay cambios de contenidos en algunas cosas, pero hemos intentado mantenernos fieles a la obra".

La media docena de actores que participa en este montaje han "sudado" lo suyo para adaptarse a esta propuesta escénica que refleja la hipocresía del ser humano y de la sociedad en la que vive.

"Para mí, la principal dificultad ha sido desnudarnos tanto como nos pide la obra. Eso ha sido lo más fuerte del proceso de ensayo, llegar a esa desnudez, a la vez tan descarnada y tan dura que propone la obra, pero con ese aire de que aquí no pasa nada. Hasta que, al final, todo estalla por los aires. Creo que esa dualidad con la que está jugando es tan fina...", confesó Aranza Coello.