Raúl Barroso, tinerfeño, 32 años, ingeniero informático y, como otros tantos jóvenes con talento, trabaja fuera de España. Desarrolla su profesión en Silicon Valley en una empresa tecnológica que ofrece servicios en la nube. Recientemente estuvo en la isla.

¿Cómo llega un tinerfeño a trabajar en Silicon Valley?

Me gustaría dejar claro que aunque llegué a Heroku cuando estaba trabajando en Madrid no es un requisito. Contactó conmigo una empresa de San Francisco desde LinkedIn. Tras un par de videoconferencias realicé las primeras tareas durante dos meses. Un día me llamaron para decirme que querían tramitarme el visado. Tras decidirme empecé el proceso, que consistió en entrevistas, un reto durante un fin de semana, los trámites legales y una prueba de una semana en San Francisco. El proceso duró en total unos siete meses. En todo caso me gustaría dejar claro que no hay que pensar en dónde se reside sino a dónde quieres ir y qué tienes que hacer para ello. Si piensas en un empresa, contacta con ella y pregunta si tienen algo para ti. No esperes a que toquen a tu puerta porque es muy difícil. Solo las "megaestrellas" se lo pueden permitir. No hay que tener miedo. El no ya lo tienes.

¿Pesa más el conocimiento técnico o los valores personales?

Obviamente los candidatos tienen que ofrecer conocimientos técnicos pero la tecnología cambia. Es de ilusos pensar que solo buscas un perfil muy concreto. Aunque las preguntas personales están prohibidas importa más una persona con actitudes que con conocimientos: qué sabes, qué podrías saber y qué intereses tienes. Les importa saber si encajas en el grupo, que descanses correctamente o que estés motivado. Creo que soy afortunado por venir a España más de un mes casi entre Madrid y Tenerife, aunque sigo trabajando a distancia, no es lo habitual en los trabajos en EE.UU. En mi caso, el de las startups, se tiene más en cuenta realizar bien el trabajo que el horario. Lo que importa es hacerlo bien y de forma proactiva.

Hay un pensamiento generalizado de que en tecnología se trabaja muchas horas sin mirar el horario y con comodidades. Como jaulas de oro...

En mi caso no sé cuántas horas trabajo a la semana. No las cuento. Ahora que estoy en Tenerife me pongo un horario. Más o menos comienzo a las tres para poder coincidir cuatro horas con el horario del Pacífico y tener reuniones si es necesario. No me programo trabajar hasta medianoche y lo dejo. Más bien es la responsabilidad de saber que hasta medianoche es razonable. Además, durante el fin de semana termino tareas si no me he quedado contento de cómo las he realizado durante la semana. Mientras lo hagas motivado no cuentas las horas ni si lo haces en un horario específico.

Parece que hay mucha libertad.

Todos somos responsables. Se trata de gente que tiene experiencia y que por tener una mesa de ping pong o poder cogerse un día libre lo haga. Si estoy malo o no me encuentro bien nadie me pide el certificado del médico. Me piden que me recupere pronto porque se da por hecho que lo estoy. Una vez que nos ahorramos el trámite personal de la confianza, nos podemos centrar en lo realmente importante, en el trabajar.

Desde la distancia, ¿cómo valora el desarrollo de la tecnología en Canarias?

Mi posición es cómoda. Es difícil dar un consejo, pero como lo veo es que estamos inmersos en excesiva burocracia. Se ficha en la entrada de la empresa y se está pensando en el horario de salida en lugar de estar centrado en lo que hay que hacer. Es falta de motivación. Es evidente que no es sencillo pasar de un horario de cuarenta horas a una carta blanca porque se podrían aprovechar de ello. Lo que hace falta es una educación donde se demuestre que hay otro modelo que funciona. No es una teoría, ni propio de la cultura americana. Me encantaría que algún día esa filosofía llegue a adaptarse a nuestra cultura porque no podemos ser lo mismo que ellos. Ni debemos serlo. Tenemos que adaptar los modelos que funcionan. Como el de un equipo de gente que se sienta libre de decir lo que tenga que decir en lugar de tener miedo a ser despedido. Dejar de lado el compañerismo patriótico y ofrecer un trabajo constructivo. Es como un contrato en el que las personas responsables saben lo que hay que hacer de la mejor forma posible. Si en mi empresa hay vacaciones ilimitadas, hay que ser responsable y no estar tres meses de vacaciones. Al final está la moral del profesional.