Actualmente expone sus obras en La Laguna en dos colecciones que se pueden visitar en el exconvento de Santo Domingo ("0,20") y en el Espacio Bronzo ("Las vírgenes locas"), está planificando otra que se mostrará en breve en la capital tinerfeña y una cuarta propuesta formará parte de un programa paralelo a la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) que tendrá lugar entre los días 19 y 23 de febrero en Madrid. "Cualquier obra de arte que quiera ser considerada interesante ha tenido que correr unos riesgos", adelanta el artista lagunero Carlos Rivero en la línea de salida de una conversación en la que revela algunas de las líneas maestras de su actividad creadora.

¿Se considera un autor arriesgado o, por lo menos, imprudente?

Un artista que no corre riesgos y que no comete imprudencias es incapaz de crear una obra que sea sorprendente y, sobre todo, que perdure en el tiempo.

¿Y esa imprudencia se va agudizando con el paso de los años?

Cuando hablo de imprudencia, en referencia a lo que pueden ver los espectadores que vengan a la sala (Espacio Bronzo), lo hago en el sentido de que mi vida en general no ha estado marcada por una especial premeditación respecto a cómo debía enfocar mi carrera o cuál iba a ser mi destino artístico. Yo salí de un pueblo (Valle de Guerra) sin la presión de estar marcado por el hecho de que tenía que ser artista porque en mi familia no había antecedentes de este tipo... La Laguna, primero, y más tarde Madrid me fascinaron, pero reconozco que no hice los caminos adecuados que sí que recorrieron algunos de mis amigos para acercarme a los círculos artísticos con los que seguramente hubiera tenido un éxito más rápido... Quizás transitar por esos caminos más prudentes habría sido algo más acertado que los que yo recorrí, pero generalmente me moví por unos impulsos. Si a eso lo llaman imprudencia, sí que he sido algo imprudente... Aunque yo hablaría de impulsos.

Tener esos impulsos es crucial para un creador, ¿no?

De algún modo yo tenía la certeza de que en esos impulsos había algo de verdad, es decir, que me guié ciegamente por ellos. Siempre hay que poner un poquito de sentido común a las cosas, pero no es malo hacer caso a esas premoniciones, intuiciones o visualizaciones que siempre son el primer motivo por el que empiezo a trabajar en una obra de arte.

¿Qué porcentaje de buena fortuna existe en el éxito de una exposición?

Muchas veces se habla del arte como un mundo de bohemios, pero los artistas que yo conozco que son capaces de defender una obra son gente muy trabajadora. Es verdad que existen esos impulsos iniciales, pero se tienen que trabajar muchísimo; hay que jugar y desarrollarlos porque esas cuestiones que aparentemente parecen que son azarosas están planificadas. El azar artístico te puede sorprender una vez, pero si quieres que eso tenga una continuidad durante veinte exposiciones hay que provocarlo.

¿Pero sintiéndose, por ejemplo, más cómodo en El Prado que en el Reina Sofía, su obra "respira" cotidianidad?

Pero es que yo no concibo la historia como una sucesión continua de hechos que están encadenados entre sí. La historia no va en progreso; hay señores en el barroco que me hablan con más verdad y actualidad que algunos de mis contemporáneos con los que cada día me cruzo en la calle. Que un creador se pueda sentir más o menos identificado con un lenguaje solo indica que está cómodo con la verdad del señor que le está hablando. Lo que he fabricado en torno a esta exposición ("Las vírgenes locas") es una certeza que está vinculada con un cierto gusto por obras del románico, por una atracción hacia el renacimiento o el surrealismo, pero al final un artista solo está legitimado para crear la obra de su tiempo.

Algunos creen que Carlos Rivero es un "agitador" del mundo de la cultura, ¿usted se ve así?

No soy un agitador artístico; solo tengo mucho entusiasmo por la vida. De la misma forma que la felicidad es algo químico que uno es capaz de generar sobre sí mismo y que puede llegar a transmitir a los demás, el entusiasmo es contagioso. Yo no estoy haciendo nada más allá que trabajar mucho y compartir mi obra, pero no soy más generoso que otros artistas.

¿Está satisfecho con la visibilidad que tiene su obra?

Estas piezas podrían estar en una sala de Nueva York, pero están en La Laguna y mi felicidad es plena. Quizás aún me falta alcanzar un protagonismo mayor en la Península, pero sería muy injusto no decir que vivo uno de mis ciclos más creativos en el Archipiélago.