"Fernando Álamo. 2004-2013" es el título de la exposición monográfica que la Fundación CajaCanarias acoge en su Espacio Cultural de Santa Cruz de Tenerife dedicada al pintor chicharrero, donde permanecerá hasta el próximo 10 de mayo.

La muestra, comisariada por Carlos Díaz-Bertrana, está integrada por más de cuarenta obras de gran formato, la mayoría creadas por este pintor canario durante el citado período, propuesta que se ha planteado como una revisión poética y crítica del trabajo que ha desarrollado Álamo a lo largo de la última década.

La exposición está articulada en seis temáticas, que se distribuyen en dos de las plantas del Espacio Cultural CajaCanarias de la capital tinerfeña. En concreto, en el "hall" se presentan "Flowers y por narices" (2006-2008), mientras que en la primera planta se exponen los ámbitos "Flores fragmentadas", "El Jardín en el agua" (2004-2013), "Labidópteros" (2013), "Apéndices" (2008) y "Cueva de Guanches" (2012-2013).

La apertura de la muestra contó con la presencia del propio artista, del comisario de la misma, Carlos Díaz-Bertrana, y el jefe de Acción Cultural de la Fundación CajaCanarias, Álvaro Marcos Arvelo.

Fernando Álamo, que agradeció al equipo de montaje de la Fundación CajaCanarias el cariño y dedicación que han puesto a la hora de diseñar la exposición, comentó que "supone un estímulo fantástico. Estoy muy agradecido a esta entidad por invitarme a exponer mi obra en este magnífico Espacio Cultural CajaCanarias". Con respecto a las piezas que conforman el recorrido por una década de su labor artística, a la que califica de "tremendamente disciplinada, ya que no concibo la creación fuera de la rigurosidad del método y la constancia, con el horario de cualquier trabajador frente a su responsabilidad".

También precisó que está compuesto por una selección ad hoc, elegida en exclusiva para este encuentro con el público tinerfeño.

El recorrido de la colección reunida en Santa Cruz termina con la serie "Cueva de guanches", basada en los elementos que componen la obra homónima de Óscar Domínguez, así como las "pinceladas de divertimento que suponen mis apéndices y labidópteros".

Por su parte, Carlos Díaz-Bertrana, profundo conocedor de la obra de Álamo desde sus inicios creativos, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, destacó de la exposición que "en ella domina el imaginario de las flores, si bien Álamo hace podas puntuales. Su versatilidad artística y conceptual lo definen, así como su amplio registro poético, que le hace congraciarse permanentemente con los especialistas y con el público, algo francamente notable".

Para el comisario de la muestra, "el arte de Álamo tiene muchas lecturas, si bien siempre se desliza por un espacio de seducción. Es cierto que proyecta una lectura simbólica, a través de la levedad y fragilidad de la vida, pero también lo hace desde un instinto casi animal, tremendamente sensual. Su obra reclama una erótica de la mirada y a ella hay que acceder como un receptivo comensal a un restaurante, con todos los sentidos alerta".

Por su parte, Álvaro Marcos Arvelo recordó que Díaz-Bertrana dijo hace casi treinta años, que "la mirada de Fernando Álamo es una mirada indagadora a la búsqueda de estímulos que procuren placer al espectador. Algo no ha cambiado, seguimos ante un escenario como espacio en el que tienen lugar las pasiones humanas. Poco importa si el mundo como representación se nos manifiesta fragmentado, para Álamo esta pulsión de lo humano forma parte de un mundo en el que manda lo sensorial, no solo porque el arte es el territorio de la mirada, sino porque en estos últimos diez años de trabajo, Fernando Álamo busca la certeza de un puerto a través de los sentidos".

Esta colección ha sido exhibida ya en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas.