Lleva más de 25 años viviendo a cantar a Canarias y, por lo tanto, es una voz autorizada para medir los cambios que ha experimentado la escena operística local. El bajo barcelonés Stefano Palatchi (1960) da vida a Il Commendatore en la ópera que esta noche, a partir de las 20:30 horas, se vuelve a representar en el Auditorio de Tenerife. "Al público de hoy le puede gustar mucho más un espectáculo que está ubicado en el siglo XXI que una versión más tradicional", asegura Palatchi en referencia al "Don Giovanni" que ha creado la italiana Rosetta Cucchi.

¿Hace dos décadas y media se intuía que Tenerife era capaz de construir un programa de ópera estable o eso era mucho imaginar?

Hoy en día los tiempos evolucionan rápidamente y te puedes imaginar cualquier cosa, no a 25 años vistas sino a menos de un lustro... Desde luego lo que no era fácil de visualizar era la creación de un escenario tan impactante como el Auditorio de Tenerife.

Este "Don Giovanni" es distinto al que ha interpretado con anterioridad. ¿Eso condiciona el rol de los artistas?

Es un "Don Giovanni" que está radicado en la ciudad de Nueva York con todo lo vanguardista que implica eso... Hay un cambio de escenario y de época y, sin duda, los gestos se modifican. No es lo mismo interpretar una ópera vestido del siglo XVIII que hacer una que está ambientada en el siglo XXI.

Pero todo lo mágico que puso Mozart en esta ópera permanece intacto, ¿no?

Esto es un "dramma giocoso", es decir, que aúna lo buffo napolitano con la tradición dramática y fantasmagórica de lo alemán. Ese es uno de los aspectos más interesantes de esta gran ópera.

¿El sello vanguardista que le ha dado Rosetta Cucchi es una oportunidad para captar nuevos clientes en este género musical?

Puede ser, pero esta no es una ópera demasiado fácil. El que viene por primera vez y se encuentra de golpe con todo lo recitativo igual acaba diciendo; ostras esto se me está haciendo un poco largo... Lo que ocurre en torno a este "Don Giovanni" es que Rosetta Cucchi le ha proporcionado mucho movimiento a la trama y su apuesta se entiende mejor por una audiencia que no tiene que ser demasiado experta... Al público de hoy le puede gustar mucho más un espectáculo que está ubicado en el siglo XXI que una versión más tradicional.

Otra de las cosas que supongo han cambiado en referencia a sus primeras visitas a Canarias es que entonces Alfredo Kraus era un dios, y en la actualidad existen grandes intérpretes como Celso Albelo, Yolanda Auyanet, Jorge de León...

Es que en la actualidad estamos disfrutando con una generación muy talentosa... En Canarias hay voces únicas como Celso Albelo, Jorge de León, que además son amigos, o Yolanda Auyanet. Ahí también está Paco Corujo o Alberto Feria... A todos los he visto nacer y les auguro días de éxito, pero no es menos cierto que hoy estamos viviendo días muy complicados para el género lírico.

¿La lírica tampoco se salva de la actual incertidumbre económica?

Es que aquí se han juntado varias crisis. Por un lado está la que está sufriendo todo el país, unos más que otros, y en el otro extremo nos encontramos con un déficit cultural que no permite que se puedan llevar a cabo experiencias artísticas tan costosas como puede ser una ópera. Yo he tenido la fortuna de vivir los días dorados y toda esa pompa que existía en el pasado en torno a este género, pero eso ya se ha acabado... La realidad es otra y esta se encuentra bastante alejada de lo que conocimos. Hoy tiene mucho mérito poner en escena un gran proyecto operístico. Sobre su transformación. Esto es algo que forma parte del relevo generacional. La ópera tiene que renovarse, pero los cambios que ya se están dando serán muy beneficiosos.

¿Pero esas nuevas generaciones van a notar esa indecisión que se percibe en la actualidad?

La gente que empieza ahora lo tiene un poco más difícil porque hay más competencia y habrá que esperar a ver cómo termina este periodo de transición que nos ha tocado vivir. Toca formarse muy bien durante muchos años para estar a un nivel alto cuando aparezca esa oportunidad.

¿Eso tiene que ver con la mayor dificultad que existía en el pasado, sobre todo en los periodos de entreguerras, para hallar voces que se afianzaran en la escena operística?

Era una época en la que se estudiaba mucho y antes de debutar te podías tirar ocho o diez años formándote en aspectos musicales, adquiriendo una técnica o desarrollando unas cualidades artísticas. En la actualidad la postura de algunos agentes, directores de escenas o productores discográficos es distinta. A mucha gente le interesa sacar hoy en día a talentos que aún no están pulidos del todo. Eso es algo que pasa en torno a artistas que son muy mediáticos y que en ocasiones se ven forzados a coger unos papeles para los que aún no están preparados. Alfredo Kraus, por ejemplo, tenía su repertorio y de ahí no se movía. Yo tuve el placer y el honor de compartir casi todo su programa operístico y esas vivencias son realmente únicas.