La Feria de Arte Contemporáneo ARCO de Madrid es un lugar en el que "hay que estar", al margen de lo que se venda y de la coyuntura económica", según las galerías extranjeras presentes en el certamen artístico español, que le sitúan "en un buen lugar" con respecto al resto de sus competidores.

En ARCO participan este año 219 galerías procedentes de 23 países, y todas las extranjeras coinciden al destacar la importancia del Programa Internacional de Coleccionistas, que incluye visitas exclusivas a instituciones y colecciones privadas, así como el acceso privado a la feria.

Con ello, el certamen garantiza la presencia en los estands de un nutrido grupo de coleccionistas compradores en activo que, a propuestas de las galerías participantes, con sus adquisiciones aportan volumen de negocio a la misma.

Pero no solo por este motivo las galerías extranjeras consideran que "hay que estar" en ARCO. Así, para Barbara Huttrop, directora de la galería Kewenig, con sede en Berlín y en Palma de Mallorca, cada año participan en seis o siete ferias diferentes, y aunque en las dos últimas ediciones no pudieron estar presentes en el certamen madrileño por "sobrecarga de trabajo" debido a un traslado, "es imprescindible" estar en Madrid como parte del circuito del arte.

"No hemos empezado nada mal este año, y creo que terminaremos bastante bien", asegura la directora de Kewenig, galería en la que la mayor venta hasta ahora ha sido una fotografía de gran formato de un paisaje francés del fotógrafo alemán Elger Esser, valorada en 40.000 euros.

El resto de obras vendidas hasta la mañana de hoy sábado han sido siete piezas de pequeño formato, valoradas entre 4.000 y 9.000 euros, en una galería que este año ha apostado por obras de la coreana Kimsooja, de Jannis Konnellis, de Hanne Danboken, con un gran panel titulado "Homenaje a mi papá", y de Ralf Ziervogel, una selección realizada en base a "los gustos de los españoles".

"El mercado alemán tampoco es de los más activos en el ámbito artístico", según la directora de Kewenig, quien no obstante subraya que sí que tiene "mayor movimiento" que el español actualmente.

Para Clara Garau, de la misma galería, lo principal de las ferias de arte es "el contacto directo" entre los galeristas, coleccionistas y el público, en un mundo en el que -recuerda- "prácticamente todo se hace ''online''".

La brasileña Luciana Brito, con una galería del mismo nombre, lleva doce años seguidos acudiendo a ARCO, una feria "sólida y con mucha trayectoria" asegura, y en la que esta edición nota "más movimiento" que en los años anteriores.

"La calidad de ARCO es muy buena y cada año mejora", asegura Luciana Brito, que forma parte del comité de la feria y que recuerda que cuando ella empezó a venir a Madrid solo había dos o tres galerías brasileñas mientras que ahora hay un total de 19, lo que garantiza una "presencia muy fuerte" del arte brasileño.

En ARCO, asegura esta galerista brasileña, es importante estar por la masiva presencia de comisarios, directores de museos y altos representantes del mundo del arte, algo que no se da -asegura- en otras ferias, en las que "se puede vender más pero hay menos promoción artística", algo que hace a la feria madrileña "muy especial".

Brito ha apostado en todas las ferias este año por llevar solo un par de artistas con la intención de "profundizar" más en su obra, como en el caso de Héctor Zamora, mexicano que reside en Brasil, y cuya vídeo-instalación "Inconstancia material" ha adquirido, por 12.000 euros, el Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles.

En ella, el artista mexicano sitúa como protagonistas de su performance a una cadena de obreros que se pasan continuamente ladrillos de uno a otro, incluso en distintos niveles, sin llegar a acabar nunca la obra.

El otro artista por el que han apostado en esta ocasión es el brasileño de ascendencia alemana Caio Reisewitz, con unos paisajes en los que el fotógrafo crea "su propia lectura", y de los que la galería ha vendido alguno de pequeño formato, a 4.000 euros.

Para la española Paloma Martín Llopis, una de las directoras de la galería neoyorquina Edward Tyler Nahem, por sus orígenes considera "imprescindible" estar en ARCO, una feria en la que la galería participa desde hace nueve años.

Entre sus artistas, casi siempre los mismos, una mezcla de "locales e internacionales", pero casi todos ellos "grandes maestros" como Antoni Tàpies o Saura, por uno de cuyos primeros retratos la galería pide 255.000 euros, y otros como Joan Mitchell, Erick Benson o Keith Harenk.

Para una galería muy especializada en "arte internacional", el perfil de sus compradores suele ser el de "gran coleccionista", según su directora internacional, quien reconoce que las ventas "van por rachas", porque mientras que el año pasado "a estas alturas" ya habían vendido mucho, este año solo han dado salida a una pieza.

"No obstante, somos optimistas", asegura Martín Llopis, quien rememora otros años en los que "el último día es el mejor", y en el que fructifican muchos de los acuerdos alcanzados durante todos los días de feria, porque -recuerda- "hasta el domingo por la noche, no se acaba ARCO".