Hoy regresa al Gran Teatro del Liceo de Barcelona para dar vida al rol de Mario Cavaradossi, uno de los ejes primarios de la ópera "Tosca". El tenor lagunero Jorge de León (1970) pasa revista a su efervescente carrera musical horas antes de meterse en el mítico personaje de la obra de Puccini. "No sé si es como mi segunda piel, pero a ese personaje lo conozco bien", asegura un intérprete que ha sumado grandes triunfos sin perder de vista sus raíces. "No peco de prepotente diciendo que he tocado el techo de un universo operístico al que nunca soñé llegar", adelanta un cantante que habla de la soledad de una profesión que lo mantiene casi permanentemente alejado de su tierra. "Volver a casa siempre supone una alegría, pero asumo que mi día a día está lejos de Tenerife", puntualiza.

¿Cómo se vive desde dentro la renovación escénica que se está produciendo en la ópera?

Yo estoy a favor de la innovación operística siempre y cuando esa evolución no estorbe al libreto, no distraiga al espectador y en ella se cuente realmente lo que quiso contar el autor. Ese es el secreto. Los directores de escena de hoy son arriesgados y necesitan la complicidad de los intérpretes para que estos transmitan al público lo que ellos quieren plasmar. Es un error concebir una ópera siempre desde el mismo punto de partida. Este es un género vivo y necesita evolucionar sin destruir ni uno solo de los elementos que están en el corazón de la ópera.

¿En qué punto está su carrera?

Esa es una pregunta algo compleja de responder. Sobre todo, porque puedo dar una imagen equivocada de mí, pero lo cierto es que yo canto al lado de los intérpretes de primera línea y en los mejores teatros del mundo. ¿Dónde me encuentro? Sinceramente, creo que he conseguido hacerme un hueco importante en la ópera de alto nivel. Eso sí, no me siento una voz consagrada porque este es un mundo que te obliga a una formación continúa.

¿Hace una década era factible imaginar que su trayectoria profesional estaría en este punto?

No, no, para nada... Eso era algo que aún no tenía en mi cabeza. No peco de prepotente diciendo que he tocado el techo de un universo operístico al que nunca soñé llegar. Hoy mis compromisos son cada mayores y, por lo tanto, las consecuencias de las decisiones que tomo también lo son. Reconozco que en el pasado fui osado y corrí riesgos, pero al final las situaciones me cuadraron.

Esa osadía de la que habla ha sido una buena compañera de viaje, ¿no?

La osadía a la hora de asumir riesgos es un ingrediente indispensable para alcanzar la fórmula del éxito. Hace unos años no me paraba a pensar en el lío en el que me iba a meter porque sabía que si lo hacía no me metía... Desde el momento en el que te planteas muchas preguntas empiezas a ver las posibles trabas. La voz hay que dejarla libre y no ponerle obstáculos.

¿Por el calado de sus respuestas entiendo que Jorge de León es uno de esos intérpretes a los que les gustan los riesgos, que no solo se conforman con dominar un repertorio sólido muy bien?

Esta es una carrera en la que te vas descubriendo cada día y en la que hay que ser inteligente para medir los golpes que das. Sobre todo, porque siempre vas a tener tiempo de volver a ese lugar en el que estás cómodo. Eso sí, los riesgos hay que asumirlos con cabeza para tener claro cuando un proyecto no está para ti. Un artista no puede luchar toda su vida contra algo que sabe que no conseguirá derrotar. ¡Hay que saber perder!

¿A pesar de todo lo que ha crecido como intérprete, es obvio que aún le quedan muchas batallas por ganar?

Sí, muchísimas (ríe)... Todavía tengo muchas óperas que cantar, muchos teatros en los que debutar, muchos días de estudio y de viajes... Esta es una profesión en la que, como ocurre en todos los trabajos, hay jornadas que salen bonitas y otras no tanto.

¿No cree que en la escena operística actual todo va más rápido, que en algunos casos las voces no maduran el grado que requieren las complejidades de un personaje?

Las circunstancias no son las mismas. Antes te ibas a hacer las Américas y durante el trayecto en barco era posible descansar la voz. Hoy en día, en cambio, coges un avión y vas a realizar una sustitución al otro extremo del mundo. Al día siguiente te llaman para ver si puedes hacer un proyecto en el otro punto del planeta. Es evidente que el panorama económico también afecta y, a veces, tienes que pasar por situaciones que no son beneficiosas para la salud. Eso es así cuando eres completamente consciente de la obligación de tener que fraguar una carrera musical, pero luego todo eso se normaliza y las prisas van desapareciendo. A mí también me ha tocado sufrir ese corre, corre... Esas apuestas a una sola carta que realizas cuando eres joven se convierten en tu mejor aval en el momento en el que llegas a dominar a los personajes que interpretas. En ese punto ya son los teatros los que te buscan. Un cantante siempre está en la cuerda floja y tiene nulas o pocas garantías económicas. Si no canta, no cobra... Eso te obliga a planificar tu propia agenda y tu vida porque esta es una profesión en la que sientes el peso de la soledad.

De la misma forma que dicen las redes sociales han democratizado el mundo, da la sensación de que la ópera de hoy se ha internacionalizado.

La ópera era el arte total. Luego apareció el cine, pero dentro de un boceto operístico estaba todo: el canto, el baile, la escenografía, la iluminación, la pintura, el teatro... Crear una ópera es algo más complejo que lo que ve el espectador, es decir, detrás de una gran producción no solo están los seis o siete cantantes y el coro que aparecen en el escenario o la orquesta. Para dar vida a una ópera se necesitan un buen número de profesionales al servicio de una industria que es muy bonita.

¿Y esa industria requiere nuevos alicientes?

El sector cultural, en general, vive un periodo de competencia muy alto. Es evidente que todos desean ofertar la mejor producción a los costes más bajos y eso conlleva un punto de genialidad interesante. Soy de los que piensan que la cultura es como el ave fénix y, por lo tanto, siempre acaba levantando el vuelo tras tocar el suelo. El ser humano necesita sentir esas emociones artísticas cerca de su vida.

Jorge de León, Yolanda Auyanet, Celso Albelo... ¿El presente operístico de Canarias no es discutible?

El panorama actual es esplendoroso y no deja de ser curioso que, cinco años arriba o cinco años abajo, se hayan creado unos vínculos de contemporaneidad muy sólidos. Es verdad que en el Archipiélago siempre han salido buenas voces, pero vivimos uno de esos ciclos dorados... Hace unos días leí que no hay en España otra región que aporte en un solo metro cuadrado más cantantes de ópera que los que está dando actualmente Canarias. Las Islas son un embudo cultural de muchas experiencias que llegaron de Europa y América y eso es un factor a tener en cuenta.

Una de las "desventajas" de crecer tanto es que su caché también lo hace y, por lo tanto, no tan sencillo de verlo por estas coordenadas Atlánticas. ¿Lo veremos pronto por Canarias?

A mí me hubiera gustado estar más por casa, pero tengo cubiertos los próximos años. No solo es una cuestión de caché porque los canarios nos adaptamos bastante bien a las circunstancias. No es que no quiera actuar en Tenerife, es que el momento que estoy viviendo ahora es otro. Yo prefiero perder dinero por cantar en Canarias, pero la agenda manda sobre mi corazón.