"El único compromiso que adquirí con Marta cuando planificamos este espectáculo es que la palabra y la danza estaban obligadas a convivir al 50%", asegura Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza de 2006, en relación a la obra que esta noche, a las 20:30 horas, se representa en el teatro Guimerá de esta capital. "En Return trabajamos en torno al amor, pero un amor manipulado que sigue unas reglas establecidas", asegura el bailarín y coreográfico del contenido escénico de una producción que comparte con la donostiarra Marta Etura.

¿Cómo "respira" esta relación artística entre un coreógrafo y una actriz?

Todo el mundo conoce a Marta Etura como actriz, pero aquí van a descubrir su faceta como bailarina. El trabajo de cuerpo que hace en "Return" es asombroso. No es peloteo. Marta es una kamikaze, en el buen sentido de la palabra, que se ha entregado con una gran pasión a este proyecto.

¿Están satisfechos con el recorrido tan largo que está teniendo la obra?

"Return" es un regalo para los dos. Cada vez que lo ponemos en escena -el espectáculo se programa semanalmente desde hace más de siete meses- sentimos que esta era una experiencia necesaria. Estamos contentos por haber llegado hasta aquí, pero también lo estamos por cómo evolucionó el proceso de construcción. "Return" es el resultado de un trabajo relativamente sencillo, pero honesto. El público que ve la obra experimenta un cambio al salir del teatro. No sé explicar demasiado bien qué es lo que ocurre o qué tipo de sentimientos perciben, pero desde luego no regresan a sus casas impasivos.

¿Cuánto hay de revolucionario en la propuesta que hoy llega al Guimerá?

Como director de esta compañía no me planteaba generar ninguna revolución cuando pensé en Marta para sacar adelante esta aventura. "Return" no se diseñó para conquistar nuevos caminos. Tanto ella como yo teníamos una inquietud artística por coincidir en un proceso de estas características.

¿Qué más tienen que hacer los profesionales de la danza para que el público acabe por aceptar con naturalidad estos procesos?

El público acepta la danza con los brazos abiertos y el corazón limpio... Esto podría acabar siendo una conversación muy larga, así que seré breve. El mundo de la danza no se puede conformar solo con las miserias con las que las instituciones nos tienen sometidos. ¡Somos unos supervivientes!

¿Ese espíritu de supervivencia del que habla les permite afrontar mejor un ciclo tan adverso como el actual?

Nosotros vivimos en crisis de forma permanente; no solo ahora que la cultura está mal para todos y genera malos ratos en el cine y en la música. ¿Quiénes son los culpables? A mí no me gusta señalar a nadie, pero España un país embrutecido por el deporte... El deporte es maravilloso, pero si le dedicaran a la danza un poquito del cariño que recibe el deporte nos iría algo mejor.

¿Hasta qué punto se ha "maltratado" a la danza en este país?

Un bailarín que ha trabajado con Pina Bausch o que ha desarrollado su carrera en el extranjero tendría que tener un trato diferente en el momento de volver a España... Si ese artista tuviera la cobertura en los medios de comunicación que le conceden habitualmente a un deportista con un perfil medio su obra sería mucho más conocida.

¿Y ese trato desigual también lo sufre un Premio Nacional de Danza?

También (ríe)... Muchas veces me han preguntado si ha habido un antes y un después de ese reconocimiento. Agradezco que hayan valorado mi trayectoria, pero yo sigo siendo el mismo currito de la mochila a la espalda que va de ensayo a ensayo, que se mueve en metro y que trabaja entre 12 y 14 horas diarias.

¿Qué le diría a los que quieren iniciase en esta actividad artística?

Que se formen, que recurran a buenos maestros y escuelas, que abran sus mentes al gran abanico de posibilidades que les ofrece el mundo de la danza. Sobre todo, que no se queden en un lugar establecido y que experimenten sin miedo a equivocase.

"España es un país

embrutecido por el deporte"