"El guanche en Venecia", la cuarta novela del escritor tinerfeño Juan Manuel García Ramos, ya ha llegado a su tercera edición. Esta obra narra las andanzas del mencey Bencomo de Taoro que, en el verano del año 1496, fue regalado a los Reyes Católicos, junto a otros seis menceyes guanches. Esta licencia literaria permita al narrador lagunero situar a Bencomo en Venecia, en la corte del dux de aquella república, como una criatura exótica capturada en tierras lejanas.

García Ramos trabaja ahora en una posible novela sobre una familia insular masacrada por la Guerra Civil y en una teoría de la lectura basándose en "Cien años de soledad", de García Márquez.

Tercera edición, ¿a qué se debe este cambio de editorial. Qué tiradas se han realizado hasta ahora?

Desafortunadamente, Artemisa Ediciones, que tuvo sucesivamente sedes en Tenerife, Madrid, Valencia y México, se ha visto obligada a cerrar y es ahora Baile del Sol la que me da la posibilidad de esta tercera edición, cosa que le agradezco mucho, especialmente por el trato profesional recibido. Son ya tres ediciones y si mis cuentas no me fallan los ejemplares que han salido a la calle deben de estar en unos buenos miles, que son suficientes para obras que no pretenden ni el oportunismo bestsellerista ni la novela policiaca, tan en boga en estos momentos, y que yo no tengo entre mis preferencias ni de lectura ni de escritura.

¿Le hubiera gustado cambiar, ampliar o corregir algo de lo que se dice en la novela?

No. He leído "El guanche en Venecia" antes de esta tercera edición y, salvando algunos detalles y ajustes mínimos, el texto original permanece inalterable. Esta novela fue muy pensada, muy documentada y escrita con calma y cierta felicidad. Me supuso tres viajes a Venecia, consultas de archivos y manejo de datos del pasado indígena canario y del Renacimiento español y veneciano.

¿Hasta qué punto la ficción domina esta obra?

Lo concerniente a la historia del guanche que es llevado a Venecia, después de ser regalado por los Reyes Católicos al dux de aquella república lacustre, es pura historia documentada, una historia dada a conocer con amplitud, porque antes teníamos noticias limitadas del acontecimiento, por nuestro paisano Antonio Rumeu de Armas, a quien tuve el gusto de tratar y de hablar con él del atractivo que ofrecía y ofrece un suceso como este. Los últimos datos históricos dejan al mencey guanche muerto de nostalgia en Padua. Ahí comienzo yo a novelar de verdad y lo hago salir de Italia y, usando las milenarias rutas caravaneras que recorrían el norte de África desde las profundas provincias de Egipto hasta Mauritania, regresar a las costas del noroeste de ese continente vecinas de nuestro Archipiélago, resuelto a enfrentarse de nuevo a su enemigo más reconocible: Alonso Fernández de Lugo. Y un Bencomo de Taoro convertido en símbolo insular de una resistencia ante el invasor europeo.

¿Ha descubierto alguna nueva fuente que contradiga algo de lo que afirma en el texto, o lo pueda enriquecer de alguna forma?

Dar el nombre de Bencomo de Taoro a ese mencey que va a Venecia es una licencia poética que me permití con todas las libertades. Alguien se me ha acercado y me ha dicho: «¿Cómo pone usted a Bencomo de Taoro en Venecia si Bencomo murió en su isla durante la conquista?». Y yo le he contestado que hago literatura, es decir, lo que pudo o debió ocurrir en aquellos tiempos, para argumentarlo casi con las palabras del Aristóteles de la Poética, no hago historia, que es lo que realmente ocurrió. Aunque hablando de una conquista como la de Tenerife aún hay muchos datos y muchos detalles significativos que nos faltan. La literatura integra hechos reales, sueños, deseos, y los jerarquiza a su antojo, esa es su grandeza y la libertad de la que disfruta.

Le propusieron llevar esta novela al cine, ¿hay algo nuevo al respecto?

He tenido dos ofertas. La primera decayó por lo que han decaído tantas cosas durante la crisis económica padecida. La segunda viene desde fuera de Canarias, con dinero americano. Está ahí y no sé en qué parará. En cualquiera de los casos, no me gustaría desvincularme del necesario guión que la haría posible en una pantalla.

¿Y sobre su posible traducción al italiano y alemán, u otro idioma?

El texto para la traducción al alemán está entregado. También hay otros proyectos, todos pendientes por ahora. Me gusta hablar de hechos y no de futuribles.

¿Trabaja en alguna otra obra?

Ahora me entretengo en algo que está entre lo académico y lo ensayístico. Estoy elaborando una teoría de la lectura basándome en "Cien años de soledad". Y reúno material para una posible novela sobre una familia insular masacrada por la Guerra Civil. Esa familia es la de don Luis Rodríguez Figueroa. Conocí bien a uno de sus hijos, a Elio Rodríguez-Figueroa, y pretendo tirar de esa experiencia personal para rehacer el ámbito histórico donde se vivieron dramas hoy injustamente olvidados.

¿Cuál es el cordón umbilical de toda su producción de ficción. Cómo definiría su estilo literario?

Pues si le digo la verdad, mirando hacia atrás percibo que mis tres últimas novelas, al margen de mis dos primeras entregas, "Bumerán" y "Malaquita", "El Inglés. Epílogo en Tombuctú", "El guanche en Venecia" y "El zahorí del Valbanera" se constituyen en una trilogía sobre la proyección del canario en el exterior: Carlos Asturias Harrow y su desembarco en África, Bencomo de Taoro y su llegada a Europa y José Aquilino Ramos y su emigración a América. Por el lado de la narración, he desarrollado, sin haberlo previsto, mi teoría de la atlanticidad y su gravitación en nuestra cultura abierta y en diálogo permanente con otros territorios del planeta.

¿Considera que este tipo de literatura debería estar presente en las aulas canarias. Por qué lo cree así?

Ya lo he dicho antes: me sigue resultando inaceptable la desatención que merecen los asuntos canarios -pasado aborigen, crisis económicas periódicas, migraciones posteriores...- en los planes de estudio actuales y en los ámbitos académicos en general. Este tipo de literatura del que hablamos alienta nuestra capacidad de comprensión de la realidad que nos ha tocado vivir y aumenta nuestra conciencia del mundo al que pertenecemos. Solo desde lo local se accede a lo universal y esa labor la desempeña la literatura con grandes ventajas. García Márquez -como William Faulkner, de cuya literatura se nutrió el escritor colombiano, como tantos otros autores- a base de escribir sobre su pueblo natal nos dio claves que nos sirven para seguir haciéndonos las grandes preguntas que todos nos hacemos y para hallar algunas respuestas, solo algunas, pues nadie ha sido capaz todavía de revelarnos el inmenso enigma: ¿cuál es nuestro origen y cuál es nuestro destino, qué sentido tiene nuestra vida, todo está marcado de antemano o depende de nuestra voluntad, nos asiste un dios o nos asisten dioses de los que nada sabemos, hay un principio cósmico que todo lo rige...?