"Cada minuto ocurren cosas que te dan motivos para una novela", ha afirmado este martes el escritor Alberto Vázquez-Figueroa durante un encuentro con los medios, en el que ha presentado su nueva novela, ''Medusa'' (Ediciones B), que se publica mañana.

En esta nueva narración, su autor arremete contra el expolio al que someten gobiernos y grandes empresas al ciudadano a través de las nuevas tecnologías, que se convierten en el mecanismo para controlar a las personas.

Por ello, según ha explicado, en este volumen imagina un mundo en el que Internet se ha apagado y las líneas telefónicas se cruzan sin sentido, un apagón tecnológico que adquiere las dimensiones de una auténtica tragedia.

"Las redes hacen lo que quieren con nosotros, somos sus esclavos", critica Vázquez-Figueroa, quien inventó un personaje con "poderes especiales que no puede controlar" y "allá donde llega todos los aparatos se confunden", cuenta.

Vázquez-Figueroa (Tenerife, 1936) cuenta con más de 80 libros publicados y no evita admitir que muchos de ellos eran "malos". Cuando la venta de libros electrónicos comenzó, él no tuvo problema en regalar copias de sus obras a través de la red, ya que, según explica, a quien viviera en "Alaska o en la Patagonia" no le podría llegar.

Ahora ve la situación de una manera distinta porque considera que "una cosa" es regalar los libros, y "otra" que "alguien se lleve los libros porque le da la gana". Su preocupación se traslada al libro a través de uno de los personajes que anima a reflexionar sobre esto.

Otro de los quebraderos de cabeza que le ha dado su producción literaria ha sido la cantidad que, según ha calculado, se ha llevado el fisco. "Hace 60 años escribí el primer libro, si distribuyes los ingresos que he obtenido desde entonces ves que más de la mitad se lo ha llevado Hacienda", reprocha.

Pero su disgusto no termina ahí. Tras 22 años viviendo con su mujer, ella se separó de él para meterse a monja de clausura. Hacienda le multó por no tributar por la pensión que le había destinado desde entonces, ya que, según argumentaba, no había una sentencia firme de separación. Pero sí existía ese documento y, a pesar de ello, el escritor tuvo que pagar la sanción.

LA SOLUCIÓN, BAJO EL MAR

Vázquez-Figueroa no puede comer ajo, hace tiempo le mordió un murciélago y si lo prueba tiene una fatal reacción. Además, desde entonces nunca enferma, y hoy, a sus 77 años, presume de no padecer ningún problema de salud, como si se tratara de un vampiro.

Durante sus años de vida ha sido corresponsal de guerra y durante un tiempo buceo junto al francés Jacques Cousteau, el famoso explorador e investigador que popularizó la vida submarina a través de películas y documentales.

Con él, Vázquez-Figueroa --último submarinista vivo que trabajó con él, según indica-- aprendió algunos de los grandes secretos que se esconden bajo la superficie del mar. "Él era recto como un buen militar, nos tenía a raya". recuerda.

Una de las lecciones aprendidas es que la solución de muchos problemas que suceden en alta mar se encuentran, precisamente, a varios metros de profundidad, donde el agua permanece tranquila cuando en la superficie, en cambio, hay tempestad.

Con esta teoría en la cabeza, el autor de ''Medusa'' ha inventado un dron que tiene el objetivo de auxiliar a cualquier persona en el mar cuando no puede ser rescatada por los medios tradicionales. El dispositivo, ya patentado y presentado al Ministerio de Fomento, es capaz de viajar a gran velocidad a una profundidad de diez metros y llegar al lugar del siniestro. Una vez allí, expulsa al exterior una balsa que contiene agua, comida e incluso mantas.