Asegura que en esta serie habla de arquitectura y periodismo, dos disciplinas por las que siente un profundo respeto. "Veo menos pero huelo mejor" es el título de la exposición que se puede ver en la Sala Cabrera Pinto de La Laguna hasta el próximo 29 de junio. Óscar Oramas, artista cubano afincado en México, exhibe por tercera vez su obra en Tenerife después de mostrar "Pueblo de pescadores", en noviembre de 2004 en el Museo Municipal de Bellas Artes de la capital tinerfeña, y formar parte de una colectiva de "Arte en Caja" organizada en 2005 en La Laguna por la Obra Social y Cultural de CajaCanarias.

¿Qué quiere transmitir con el título de esta exposición?

He tratado de organizar esta exposición en torno a la madurez, pero no solo la madurez que se nota con el paso de los años sino la madurez emocional, artística e intelectual.

¿La parte autobiográfica de "Veo menos pero huelo mejor" está pensada como un homenaje hacia su obra?

Esa es una palabra muy atrevida (sonríe); yo prefiero pensar que es un espejo. Es más un instante de reflexión en el que se juntan un montón de sentimientos que acaban incluidos en una pintura.

¿Es muy distinto este Óscar Oramas al que desembarcó en la Isla hace una década con "Pueblo de pescadores"?

Es un artista mucho más maduro; un creador que busca la aceptación del público... Me han quedado muchas cosas por meter, pero en La Laguna están todos mis nutrientes artísticos.

Su obra desprende unos componentes psicológicos muy marcados, ¿no?

Sí que existe un psicoanálisis muy profundo... Yo nací en Cuba y esa circunstancia siempre fue una tara para mí. Era algo que tenía guardado y enterrado en una de esas bolsas que uno quiere olvidar para siempre. La madurez de la que hablaba al principio es la que me convenció de que no podía dejar de lado esa parte de mi vida... Con el tiempo, en lugar de una tara eso se convirtió en un mineral que he ido moldeando a mi antojo.

¿Tan doloroso fue ese recuerdo de su Cuba natal?

Doloroso no es el término que más se ajusta a ese sentimiento. Lo que pasa es que uno no puede tener la cabeza en dos sitios a la vez. Si lo hace, se vuelve loco. No es doloroso. Mi infancia en Cuba fue muy bonita pero luego, cuando vas creciendo, uno empieza a tener otras inquietudes y busca estímulos que no cazan con la realidad que está viviendo. En ese instante hay que tomar decisiones para no ver truncadas todas esas ilusiones.

¿Sueña con ver una situación distinta en su país?

Sí, claro. Lo de Cuba lo siento más por la parte familiar y personal. A mí no me gusta hablar de cuestiones políticas, pero hay recuerdos que permanecen. Precisamente, en La Laguna hay una pintura que se titula "Viene un cambio" en la que se ve un "pitchers" luciendo la gorra de los Yankees de Nueva York. El cambio en el béisbol es una guerra de estrategias en la que el "pitchers" trata de engañar al bateador. Ahí está la ironía.

¿Dónde están sus raíces pictóricas?

Cuando uno accede al mundo del arte sus primeros pasos casi siempre los da sobre las huellas que dejaron marcados los que vinieron antes. Yo estaba cómodo en el lenguaje que otros escribieron por mí hace 50 o 60 años, pero llegó el momento en el que eso se me quedó estrecho y empecé a experimentar. Volví a estudiarlo todo; desde el Quattrochento italiano hasta ahora. Una parte de mi pintura está influencia por el academi- cismo y los trazos de Goya, Velázquez o Rembrandt.

¿Pero lo académico, a veces, no limita el proceso creativo?

Las primeras obras expresionistas que hice estaban dominadas por el ímpetu del joven que quiere hacerlo todo en un solo cuadro; una especie de explosión temperamental que salió sin permiso. Luego, no me quedó más remedio que decir: ¡Coño, tengo que revisar a los grandes maestros! Eso es un ejercicio de humildad que tienen que realizar todos los creadores.

¿Y ahora, en qué fase creativa se encuentra su obra?

Ya tengo la libertad para apropiarme de cualquier idioma formal y manejarlo con cierta holgura. En La Laguna, por ejemplo, hay cosas impresionistas, es decir, la misma atención me provoca Goya que la abstracción de Kandinsky. Yo soy más estudiante que practicante. Me gusta investigar una técnica, conocer sus secretos y saltar a otro sitio cuando ya la tengo dominada.

En la serie de la Sala Cabrera Pinto ofrece a los espectadores un amplio repertorio de técnicas. ¿El dibujo es el eje central de "Veo menos pero huelo mejor"?

Hay muchos... De hecho existe una pared que se llama la "máquina de hacer dibujos". Ahí hay lápiz, tinta, pastel, óleo... Eso es algo que obedece a una clara intención: la pintura es un arte indomable... Puedes agarrar la técnica, pero no la logras someter. Menos grabado, que es algo que no me gusta hacer, todo lo demás sí que hay.