Los asentamientos indígenas de las islas Canarias orientales y el norte de África seguían pautas constructivas de habitabilidad semejantes: edificaciones superficiales, subterráneas y semisubterráneas adaptadas a las condiciones medioambientales, que aprovechaban la capacidad calórica de la tierra por la noche y mantenían el frescor durante el día.

El conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, José Juan Jiménez, expone esta tesis en su artículo "Aplicaciones innovadoras en arquitectura arqueológica: el desafío de las construcciones sostenibles" publicado en la página web de los Museos y del que habla en una entrevista con EFE, en el que explica e interpreta las estructuras arquitectónicas exhumadas en las excavaciones arqueológicas.

Actualmente los arqueólogos más innovadores defienden que esas arquitecturas formaban parte del entorno interdependiente en el que surgieron. Para Jiménez, en el presente caso, ofrecen edificaciones sostenibles vinculadas a solventar los efectos de la aridez y el calor sobre los grupos humanos que habitaban una zona subtropical como la nuestra.

En la arquitectura arqueológica se describen y tipifican las estructuras habitacionales, funerarias, culturales, de gobierno, defensa o almacenamiento, el número de estancias, sus dimensiones, materiales constructivos y otras características específicas.

Pero "los protagonistas ambientales" era el calor y la aridez, condiciones de sequedad típicas de regiones dominadas por un cinturón de altas presiones subtropicales, al sur de altas montañas donde el aire cargado de humedad queda bloqueado y en lugares a sotavento de corrientes frías, características habituales en el ámbito macaronésico.

José Juan Jiménez explica además que hay una nueva perspectiva en la arquitectura arqueológica, conocida como la visión "Arqueotech", que promueve la observación, el registro, investigación y explicación de yacimientos arqueológicos dispuestos hacia otros enclaves, el horizonte, el entorno y el cielo, "gracias a las imágenes obtenidas desde el espacio".

Los arqueólogos norteamericanos emplean esta perspectiva para localizar yacimientos arqueológicos que son claramente visibles desde el espacio y ejemplo de ello es la localización de miles de tumbas egipcias en la zona de Giza gracias a imágenes obtenidas por satélite.

De hecho, José Juan Jiménez lleva seis años aplicando esta perspectiva para la ubicación y localización de yacimientos arqueológicos en las islas Canarias y el norte de África.

"Es una localización absolutamente precisa porque se realiza con GPS, aunque también se pueden obtener las coordenadas habituales de altitud, latitud y longitud", detalla Jiménez, quien añade que tiene múltiples aplicaciones en la explicación e interpretación de descubrimientos arqueológicos.

El arqueólogo expone además que en este contexto ambiental las construcciones debidamente orientadas y edificadas resultaron más adaptativas y sostenibles cuanto más retrasaron la entrada de aire caliente.

"Esto se logró empleando materiales con una alta resistencia calórica, geometría compacta, colores reflectantes, edificaciones subterráneas y semisubterráneas, concentración de unidades, y solapando o trasladando fuentes generadoras de calor como hornos, hogares y otras estructuras de combustión", añade el experto.

Los materiales resistentes al calor, como adobe, barro y piedra, pueden absorberlo durante el día e irradiarlo durante la noche, ante la previsible inversión térmica, indica el conservador del Museo Arqueológico, quien además detalla que el diseño compacto redujo el área de la superficie expuesta al exterior, lo que también se consiguió construyendo viviendas muy juntas que obstaculizaban la intrusión de aire caliente e incrementaban el tiempo necesario para la saturación térmica.

La reducción de la aireación fue efectiva porque los muros y el techo eran lo suficientemente gruesos como para retrasar la penetración calórica, puntualiza José Juan Jiménez.

Las poblaciones que habitaban viviendas de muros gruesos mantenían un microambiente confortable y las edificaciones subterráneas y semisubterráneas se construyeron para sacar partido nocturno de la capacidad calórica de la tierra, pues las cámaras artificiales excavadas también resultaban frescas por el día.

Estas dos ejemplificaciones eran frecuentes en las islas Canarias orientales y en el Norte de África, donde los modelos constructivos y la estructura de los asentamientos indígenas siguieron pautas como las enunciadas aquí, precisa el arqueólogo.