Confiesa que si en lugar de escritor fuera carpintero le gustaría hacer sillas que duraran al menos 300 años. Esa es la mentalidad con la que el grancanario Alexis Ravelo afronta su profesión, un oficio que recientemente lo recompensó con el Premio Dashiell Hammett que otorga la Asociación Internacional de Escritores Policiacos por el contenido de "La estrategia del pequinés".

Una prostituta cincuentona en horas bajas, un camarero en paro y un antiguo sicario que se reinventa como jefe de seguridad de un hotel. Esos son los ingredientes de una historia que nació con dudas. "Esas incertidumbres son compañeras habituales de todos los escritores, pero en este libro quise recuperar una estrategia que ya usé en La noche de piedra (2007) y aposté por una narración coral. La primera vez que intenté algo parecido el resultado final fue bien acogido por los críticos, pero en cambio al público no le gustó demasiado", relata un autor que practica otros géneros literarios como el cuento y el microrrelato.

A pesar de las interrogantes que se fueron amontonando a medida que avanzaban los capítulos de "La estrategia del pequinés", Ravelo admite que a estas altura de la película ya se siente en deuda con esta obra. "Creo que yo le debo más a ella que esa novela a mí... Uno siempre intenta hacer bien las cosas, pero los libros están sujetos a miles de interpretaciones que son las que separan el éxito del fracaso", reitera el canario sobre el vínculo que se genera entre el autor y su obra. "Una cosa es lo que pretenda un escritor y otra bien distinta es el lugar en el que acaba posicionado un libro", matiza, antes de hablar de su metodología. "Soy mi peor crítico... Releo y corrijo un montón de veces porque me gusta que un texto esté perfecto, aunque todo depende de la fase en la que me encuentre: puedo ser un escritor de dos horas diarias o uno capaz de pegarse diecisiete horas seguidas delante de un teclado. Entonces me comporto como uno de esos fumadores carreteros condenados a una muerte segura y me hincho a tomar café", describe un escritor que se estrenó como novelista con hace ocho años con "Tres funerales para Eladio Monroy".

Alexis Ravelo asegura que es un escritor de pasillos, es decir, de esos que escriben un párrafo, abandonan el escritorio y meditan durante un buen rato su próxima idea en la estrechez de un corredor. "Hay días en los que no escribo más de dos o tres páginas. Luego, el siguiente lo dedico a corregir y cortar; cortar y corregir hasta que me convenzo de que lo que ha quedado es lo mejor que puedo ofrecer. Soy un artesano de la escritura; no me gusta hacer libros perecederos o que sean del montón", explica el responsable de tramas como Los tipos duros no leen poesía o La última tumba (2013).

"Los días en los que acabo muchas páginas la desilusión llega cuando me siento a revisar: solo se salvan dos o tres, el resto lo elimino", incide un historiador al que no le suele temblar el pulso cuando tiene que tomar decisiones que están incrustadas en las páginas de sus libros. "Sé que el personaje de Eladio Monroy tiene muchos seguidores, pero también soy consciente de que hay etapas que se deben cerrar para buscar nuevos caminos o retos", declara un novelista que no oculta la presión que se ha situado sobre él a partir de la publicación de "La estrategia del pequinés". "No es solo este último premio, sino las recompensas que han venido antes y, sobre todo, la cantidad de lectores que ido atrayendo en los últimos años. Eso es algo que he ido madurando desde la idea de que antes me contentaba con la posibilidad de ser leído, y ahora sé que soy leído", agradece.

El hombre que dio forma a "Los días de Mercurio" (2010) no quiere concentrar toda su obra en torno a la novela negra. "Es un género muy agradecido que gusta a los editores y que es demandado por los lectores, pero yo también me he movido en otros terrenos. De hecho, hay alguna que otra novela mía que no está en esta línea que no tuvo la respuesta que tuvieron las tramas policiacas", sintetiza un escritor que actualmente tiene entre manos dos proyectos. "Uno es una novela negra que saldrá en enero y el otro es histórico". avanza.

Sobre la efervescencia que está encontrando su obra dentro y fuera de Canarias, Ravelo reparte las culpas con dos editores que decidieron apostar por él. "Aquellos locos, ya fallecidos, podían haber perdido sus casas cuando se fijaron en mí", recuerda con cariño Alexis.

Eso, buscar nuevos talentos, es una de las dificultades añadidas a la crisis que afecta al sector del libro. "No es momento de experimentar; hay pocos editores que estén dispuestos a correr riesgos. Hoy en día la prioridad es publicar a los autores conocidos, que son los que tienen un margen de ventas mayor, y no forzar la situación con autores poco conocidos", analiza sobre un escenario que en el que Ravelo ya se ha consolidado. "La gran satisfacción que me dio la escritura es poder vivir de ella. He logrado cumplir un sueño difícil de realizar. Lo de los premios y los lectores que se interesen por mis libros es un plus, una especie de regalo, que sirve para no conformarse con lo que he conseguido. Sobre todo ahora que está tan complicado una editorial que respalde al cien por cien lo que hacer", dice sobre unos hábitos de lectura que en estos momentos se centran en las novelas policiacas e históricas.

De la trascendencia alcanzada por su historias, Ravelo considera vital que el público no canario se interese por leer argumentos que tienen lugar en el Archipiélago. "Afortunadamente las cosas están cambiando y ya nos miran con una perspectiva distinta a la que nos observaban hace unos años en las ferias a las que acudíamos. Y no lo digo solo por mí, sino por autores como Antonio Lozano, Pepe Correa o Javier Hernández", enumera el responsable de "Solo los muertos" (2008) o "Morir despacio" (2011).

Pero Alexis Ravelo también es contundente a la hora de criticar algunos posicionamientos literarios que en muchas ocasiones se sitúan lejos del contenido de las obras que se escriben en Canarias. "Las viejas cantinelas de que los autores canarios no son leídos se han exagerado o incluso se utilizan de manera injustificada para cubrir otras lagunas que no tienen que ver con la enorme calidad que existe en la actualidad en las Islas. Los escritores de aquí nos hemos quitado muchos complejos en los últimos años, pero en ocasiones sigo escuchando voces que no se ajustan a la realidad", expone en cuanyo el debate llega a un punto en el que se trata la posible desventaja que tienen los autores canarios con respecto a los peninsulares.

"Las historias escritas en Canarias se leen muchísimo y con un cariño especial por parte de los editores. No sé exactamente explicar la causa de este fenómeno, pero lo cierto es que llaman la atención. No es cierto que el mercado esté cerrado para los canarios, lo que ocurre es que hay que saber elegir los caminos más adecuados para llamar la atención... Uno de esas vías es publicar con pequeñas editoriales independientes que realizan una labor muy interesante", aconseja un creador que seguirá escribiendo aunque haya instantes menos luminosos como los que le ha proporcionado "La estrategia del pequinés".

Muchos giros inesperados, elementos básicos para levantar una trama que se enmarca dentro del género negrocriminal y personajes que no temen cruzar una delgada línea roja. Todo eso y algo más es lo que ha consagrado a Alexis Ravelo como un tipo al que le sienta bien el negro; uno de esos escritores con licencia para sorprender.