Mucho antes de llegar al Anexo del Estadio Antonio Domínguez de Arona se percibía que algo grande estaba a punto de pasar. Coches amontonados en improvisados aparcamientos, madres desquiciadas suplicando un bolígrafo para rellenar la autorización del acceso de su hija/o menor al recinto y mucha chiquillería. Pibada en género femenino. Las malas lenguas, esas que se afilan sin tener en cuenta que sus frases pueden ser oídas por un cronista desconocido, apuntaron incluso que falló la luz en el camerino ocupado por la artista. Pero eso es harina de otro costal, lo que ocurrió el pasado sábado en Playa de las Américas confirma que la lealtad hacia un ídolo es más poderosa que esta pegajosa crisis que no se quiere marchar.

Malú convocó a más de siete mil personas en un concierto que extrañamente comenzó con una puntualidad relativa. "A prueba de ti", "Te voy a olvidar", "Ni un paso atrás"... La cantante madrileña tiró de su repertorio más fresco, de los temas incluidos en su álbum "Sí", para atrapar la complicidad de un público que no se dio por saludado hasta que acabó de sonar el segundo tema de un espectáculo que algunos decidieron seguir atrincherados en los balcones y azoteas de los edificios con vistas al escenario. "Buenas noches Tenerifeeeeee... Estoy encantada de volver a esta tierra", gritó la sobrina de Paco de Lucía con esa diplomacia que tan bien rentabilizan los profesionales que acumulan muchos kilómetros al servicio de la cultura.

Lo que la gran mayoría considera que es tener mano izquierda, en su caso es optimizar unas tablas artísticas para inyectar a un concierto la dosis adecuada que lo mantenga con pulso. Ahora le pongo una balada, luego un poquito de rock duro y más tarde una pizca de pop.

Esa habilidad para manejar con maestría los periodos de exposición ante la audiencia poco o nada le importa a esa cría que se da cuenta que su rostro lloroso ocupa la totalidad de un par de pantallas que delatan un ataque de histeria por su cercanía al mito, pero Malú es consciente de que ese terreno ya está abonado. Y es que desde el taburete que utiliza para recuperar el aliento tras una interpretación pasional es consciente de que su futuro pasa por tratar bien a esa clientela. Sí. Además de tener unas facultades impresionantes y venir protegida por una banda generosa, Malú tiene un magnetismo especial para atrapar el cariño de la muchachada. No importa que interprete "Aprendiz", "Ahora tú" o "Qué más te da", este público ya está ganado.

Un directo poderoso y, de nuevo, esa capacidad para conectar con los que la miran desde abajo es el mejor patrimonio de una solista que no dudó en invitar a los asistentes a que compartieran los instantes mágicos (el concierto se alargó más de dos horas) que fue enredando entre letras de unas composiciones que su legión de admiradoras han convertido en himnos. ¡Se las saben todas! De pe a pa recitan unas estrofas que hablan de desamor, de ilusiones perdidas, de noches en soledad... Un exceso de metafísica para unas "alumnas" que viven la excitación del cara a cara, para unas madres que rejuvenecen con el frescor de un mojito, para unos padres (los menos) que buscan el alivio con una cervecita.

Y mientras todo eso sucede, Malú canta. Descarga un repertorio que ha ido moldeando durante más de una década y media para asegurarse otro final feliz. Arona respondió "Sí".

¡Menudo dineral en fotocopias!

La imagen más repetida antes del concierto fue la de los padres exhibiendo la autorización que permitía a un menor acceder al recinto deportivo aronero.

@davilatoor