Se suspende el concierto

Transmite unas señales distintas a las que emitió en las vísperas de aquel concierto que dio en Candelaria cuando todo el universo Bisbal giraba alrededor de "Corazón latino", pero 12 años después de ese arranque explosivo continúa siendo el artista español más rentable; el cantante que mejores rendimientos obtiene en la venta directa de discos (con más de cinco millones de copias legales distribuidas). El almeriense David Bisbal (1979) aterrizará mañana, a partir de las 21:00 horas, en el Campo de Fútbol de Adeje para poner en escena la gira "Tú y yo".

Este Bisbal tiene poco que ver con el vocalista de la orquesta "Expresiones" que decidió entrar en la primera edición de "Operación Triunfo". El premio mayor de lo llevó la "Rosa de España" (No Rosa Benito), pero el vencedor moral y material del concurso fue un joven capaz de desdibujar su melena con unos llamativos rizos que no paró de crecer a partir de la interpretación del "Europe''s living a celebration" -compartiendo las labores de corista de Rosa López junto a la grancanaria Geno Machado, Gisela, Chenoa y David Bustamante- en el Festival de la Canción de Eurovisión 2002 que se celebró en Tallin (Eslovenia). Mucho a llovido desde entonces, pero ese día el público español construyó un pulso entre Bisbal & Bustamante que se ha alargado hasta el día de hoy; un duelo musical que enseguida se inclinó a favor del almeriense gracias a las estrofas de "Ave María", "Dígale" o "Lloraré las penas". Ese Bisbal todavía no se había desprendido de unas formas "pachangueras" cuando fue premiado con un disco de Diamante (1.300.000 álbumes despachados en suelo español). Seguía viajando de Norte a Sur de la Península en furgoneta, daba largo giros de Este a Oeste e incluso llegó a soltar alguna que otra patada al aire en sus frecuentes visitas a Canarias.

Con "Bulería" (2004) los cambios fueron mínimos, pero en algunas canciones del disco ya se avisaba el cambio que aún estaba por llegar: en títulos como "Esta ausencia" o "Permítame señora" ya se adivinaba un receso en el ímpetu de salida para acomodarse en un registro algo más melódico que ya dominó buena parte del contenido de "Premonición" (2006). En menos de cuatro años Bisbal había culminado una "metamorfosis" artística que le permitió ampliar su radio de acción (no en ventas, que seguía siendo un músico puntero) hacia otro tipo de públicos. Todo eso coincidió con una rebaja notable en la emisión de "testosterona interpretativa" en sus apariciones, unas señales de madurez bien marcadas y una residencia en Miami; la ciudad en la que hay que tener un catre propio para domar si quieres llegar a ser alguien en el mercado latino. Sobre todo, cuando tu nombre se convierte en un fijo en la quiniela de los Grammy Latino o en los soñados World Music Award.

En "Sin mirar atrás" (2009) la efervescencia inicial ya estaba reservada para la hemeroteca y, sobre todo, y los instantes punteros de un concierto en el que los asistentes reclamaban a gritos "Corazón latino", "Ave María" o "Bulería"... Esa es la propina que hoy deja un artista que ha dejado de actuar solo en plazas de toros, en campos de fútbol o en la plaza principal de un pueblo o ciudad.

El Bisbal que abandera "Diez mil maneras" ahora es programado hasta la extenuación -su propuesta "Una noche en el Teatro Real- en escenarios con distinto linaje. Y es que el andaluz sabe como nadie cuándo hay que presentarse en vaqueros y cuándo conviene tener una corbata a mano: sus giras forman parte de las temporadas del Royal Albert Hall de Londres, el Luna Park de Buenos Aires o el Carnegie Hall de Nueva York, tres santuarios de las artes escénicas que han sido testigo de su transformación.