La compleja relación humana con la comida y el mundo animal se cuestiona en una exposición en el Museo de Montparnasse de París, que invita a reflexionar sobre las emociones del estómago y la representación artística de los alimentos.

Comer es no solo una función básica del ser humano, sino que, al mismo tiempo, conlleva todo un imaginario simbólico que inspira a los dieciséis artistas de la muestra "L''art fait ventre" ("El arte hecho vientre"), en la que hasta el próximo 20 de septiembre se explora la dimensión onírica, erótica, imaginaria y sensible de la cocina.

Se trata de recomponer el concepto de la alimentación "a través de la afilada mirada de los artistas", señaló la comisaria de la exposición, Josette Rasle, quien subrayó que las obras también tienen como finalidad criticar "el consumo excesivo y la manipulación alimentaria".

No es "una exposición moralizante", porque la denuncia se lleva a cabo desde el humor con fotografías, vídeos e instalaciones irónicas, aseguró la comisaria, que espera que la exposición sirva para "despertar la conciencia del público", por ejemplo, sobre las técnicas de producción y transformación de los alimentos.

La artista parisina Martine Camilleri critica esta industrialización de la gastronomía, en su obra "Wild Food" ("Comida salvaje"), en la que los alimentos se representan como objetos de plástico acompañados por advertencias sobre su composición.

El envenenamiento alimentario y el del planeta es una de las temáticas centrales de la exposición, en la que también se juega con la dialéctica contemporánea entre hambre y obesidad.

El rumano Daniel Spoerri aborda este problema en "Le repas de prisonniers" ("La comida de los prisioneros"), que evoca la escasa alimentación carcelaria a través de una pobre cubertería dispuesta en un cuadro vertical y que contrasta con un rollizo niño que sostiene una salchicha, esculpido por el francés Winshluss.

Otro tipo de denuncia es la del vídeo "Tortilla a la española", de la sevillana Pilar Albarracín, que trata la convención sexista de que la mujer sea siempre la encargada de preparar la comida y sugiere las metáforas eróticas que se relacionan con el arte de los fogones.

La alimentación como objeto artístico es un tema recurrente y ya en el antiguo Egipto se tallaban dulces, carnes y bebidas sobre las paredes de las tumbas, destinados a alimentar al difunto en su vida posterior a la muerte.

Durante el Renacimiento se impuso como sujeto artístico habitual y en el siglo XVII los pintores flamencos resaltaron la belleza de los alimentos en sus naturalezas muertas.

"Utilizo en mi trabajo frutas, paisajes y pescados como un pretexto para desarrollar la composición y el color", comentó el artista mexicano Pedro Diego Alvarado, quien contribuye en la exposición con su pintura "Plátanos machos verdes y maduros".

A partir de la segunda mitad del siglo XX, después de las privaciones sufridas por la guerra, los creadores del "pop art" elevan los alimentos cotidianos a la categoría de obras de arte como las latas de sopa Campbell de Andy Warhol.

El desconocido Museo de Montparnasse acoge la exposición gratuita "El arte hecho vientre" hasta el próximo 20 de septiembre, una exhibición poco saturada de turistas que invita a pensar al estómago como si se tratara de "un segundo cerebro".