Hace menos de cuatro años muy pocos creían en el proyecto que se inventaron la cordobesa Cristina Manjón (Nita) y el lanzaroteño Alejandro Acosta (Ale). Fuel Fandango, entonces, solamente era una apuesta atrevida con una clara inclinación hacia el funk, los ritmos electrónicos y la fusión. Hoy, la propuesta artística que se dejó ver en el Concierto Limpio de Son Atlántico es un referente tanto dentro como fuera del territorio español. "Hasta hace poco no éramos conscientes del poder real de internet", asegura Ale Acosta.

A pesar de las dudas iniciales, Fuel Fandango ya es una marca consolidada. ¿Ha costado llegar a este punto?

Todos los principios son duros y hemos tenido la suerte de que siempre han ido pasando cosas. Todo lo demás lo hizo el boca a boca, que por cierto ha funcionado bien. Pelda-ño a peldaño hemos llegado a un punto en el que no esperábamos estar.

La red también les ha echado un cable en esa promoción, ¿no?

Desde el principio fue un elemento básico a la hora de planificar una gira por toda Europa, Estados Unidos, China, África... Internet es una gran agencia de viajes para mover nuestra música. La mayor parte de los conciertos nos salen porque hay alguien que ha visto a Fuel Fandango en la red.

¿Ustedes no están en el bando de los que han declarado la "guerra" a los avances tecnológicos?

No podemos estar en ese bando porque lo primero que hicimos fue diseñar una web, dar de alta a un par de perfiles y exhibirnos mucho en la red. Como todo en la vida se puede utilizar bien o mal, pero a nosotros internet no nos ha ido mal.

¿Cómo vendería su música a los que aún no han tenido la oportunidad de conocerla?

No somos uno de esos grupos que deciden tomar un camino y no se salen de él nunca. Nosotros hacemos soul, rock, funky, blues y hasta algo de flamenco. Todo eso lo dejamos descansar sobre una cama de ritmos electrónicos, que es lo que aporta nuestro toque de identidad. Eso forma parte de una gran coctelera de sonidos que siempre está a punto de estallar.

¿Pero Fuel Fandango no es de esos grupos que se agarran a la fusión para justificarlo todo?

Cuando decides hacer fusión no vale todo; debes tener un criterio en las mezclas. Si no tienes esa capacidad para medir la eficacia de los elementos que quieres unir el experimento se cae. Aquí es clave el concepto de ensayo y error. Los sonidos pueden surgir de casualidad, pero hay sonidos que no los puedes usar jamás para hacer música. Hemos aprendido a caminar sobre una delgada línea que separa una propuesta interesante de una horterada. Esa atención debe ser máxima cuando decides jugar con un idioma que no es el tuyo y el flamenco.

Al margen de las raíces cordobesas de Nita, ¿cómo explica un conejero la enorme atracción que siente por el flamenco?

Ya durante mi etapa en Mojo Proyect -un proyecto que lideró y que fue elegido por EL PAÍS como el Grupo Revelación en el año 2004- había bastante flamenco. Me enamoré de ese género cuando llegué a Madrid con 18 años y he tenido la oportunidad de producir varios proyectos discográficos con Chambao y Enrique Morente. Además, Nita canta flamenco desde que era una niña, por lo que era cuestión de tiempo llegar hasta él.

¿Hasta dónde quieren llegar ahora que han conseguido cierta estabilidad?

¿Metas? Lo que más nos importa es seguir evolucionando... Sé que suena algo pretencioso, pero lo único que nos preocupa es lograr un sonido propio. Poco a poco hemos ido creando nuestro lenguaje musical y ahora hay que tratar de darle continuidad con otro disco -ya han publicado "EP1" (2009), "Fuel Fandango" (2011) y "Trece lunas" (2013)- y, sobre todo, generar esas emociones que sentimos cuando nos ponemos a mezclar sonidos.

¿El problema de investigar, en este caso con la música, es que nunca se puede decir que el trabajo está acabado?

Lo bueno que tiene Fuel Fandango es que no es un grupo de pop que sigue un camino recto, es decir, que no puede cambiar a la música electrónica de buenas a primeras. En nuestro caso sí que lo hacemos porque hemos avisado desde el principio que nos gusta fusionar distintos géneros.