Está convencido de que todo lo que ocurre en el Laboratorio de Artes en Vivo no está dirigido a un público minoritario. "Los experimentos se prueban en pocas personas, pero sus beneficios están destinados a muchas. Alguien tiene que exponerse a la fiabilidad de un medicamento, ¿no?", precisa Javier Cuevas, director del LEAL.LAV, en relación a labor que viene desarrollando en Aguere desde 2011.

¿Hace tres años esperaba posicionar al LEAL.LAV en este punto?

Una cosa es lo que uno piensa y otra lo que la política te deja hacer. Este es un proyecto a largo plazo. Yo avisé de que no me pidieran explicaciones por lo menos hasta que pasaran cuatro años... Ahí es cuando ya se pueden ver algunos resultados y la repercusión que está teniendo en la sociedad un Laboratorio de Artes en Vivo que se sigue viendo como algo rarito dentro del contexto cultural canario.

¿Ya se ve algún resultado?

Sabiendo que para el LEAL.LAV no es una prioridad contar con una entrada tremenda, porque no es nuestro objetivo llenar la sala todos los días que abrimos, sí que se están viendo cositas... Lo más interesante, quizás, es que después de tres años hemos logrado crear un público.

Javier Cuevas llegó a La Laguna procedente de Murcia, que es un lugar alejado del núcleo escénico nacional, para levantar este proyecto. ¿Es más difícil construir algo desde esta periferia atlántica?

Eso que alguno puede ver como un handicap se ha convertido en un punto fuerte del LEAL.LAV. Y es que el carácter ultraperiférico de Canarias lo convierte en un destino interesante para los creadores. Sí. Yo vengo de Murcia, pero esa región está a cuatro horas de Madrid; Tenerife solo a dos horas y media en avión. La creación escénica está hipercentralizada. El 95% de esta actividad contemporánea se concentra en Madrid, Barcelona y Bilbao.

¿El resto juega en una especie de Segunda División?

Lugares como Murcia, Sevilla o Valencia están en el extrarradio de esos núcleos; en unas zonas perdidísimas. Yo tuve la suerte de trabajar en Murcia en un ciclo de bonanza, en medio de una burbuja no solo económica sino cultural, en la que se gastaban unos dineros que no se tenían en unas cosas que han dejado poca huella. Esa experiencia me ha sido útil para conseguir que muchos artistas vengan a Tenerife con unos cachés reducidos o de manera muy generosa porque existen unos lazos afectivos que superan a la oferta económica.

¿La creatividad que existe en Canarias es un plus a la hora de planificar el día a día?

Supongo que si yo estuviera en otro lugar también pasaría porque ese es un valor que sobrepasa la dimensión del LEAL.LAV. Eso no es nuevo. Canarias siempre ha sido un gran exportador de talento en las artes escénicas.

Los laboratorios son centros de trabajo "vivos" en los que no hay horarios ni muros para frenar el progreso. ¿El suyo es distinto?

No es mucho más diferente a otros laboratorios. Lo inte- resante es tener ese lugar en el que exista la posibilidad de probar cosas sin miedo a equivocarse. Es el sitio adecuado para plantear nuevas hipótesis, buscar caminos desconocidos y emplear nuevas herramientas... Eso quiere decir tirar de ellas y desecharlas si no son las más adecuadas. Utilizar el término vanguardia no me convence porque tiene un trasfondo bélico que rechazo. Es algo que veo con cierta distancia porque tiene que ver con otro momento de nuestra historia. Canarias, por ejemplo, tuvo un papel determinante en lo que son las vanguardias escénicas.

¿La no existencia de modelos similares al LEAL.LAV en Canarias genera mucha soledad?

No sé por qué motivo la creación contemporánea se ha convertido en una especia a proteger cuando tenía que ser el pan nuestro de cada día. Políticamente no interesa que haya una autonomía cultural. A la ciudadanía sí que le interesa porque todos queremos estar más sanos culturalmente. El LEAL.LAV tiene su punto de soledad, pero no es menos cierto que si quisiéramos andar sin la compañía de otros espacios -Teatro Victoria, Auditorio de Tenerife o los teatros Leal y Guimerá- sí que va a terminar solo. No es posible crear un tejido cultural si este no está bien amarrado a varios puntos. Si no existe ese sostén al final las cosas se caen.

Antes hablaba de afectividades a la hora de crear proyectos alrededor de esta idea, pero tener ya cerrada la programación de hasta diciembre de 2015 debe ser más complicado que fiarse de la buena voluntad de unos amigos, ¿no?

Esto es una fase del proceso de creación que tiene mucho que ver con estar muy atento a lo que está pasando en el panorama nacional y europeo, con el hecho de hacer propuestas con cierta antelación a los artistas o con la utilización responsable del los euros que te da una administración. Programar con tanta antelación permite hacer un uso racional del dinero público.

¿Conectar su labor con espacios parecidos de Francia, Noruega o América Latina es bueno para este laboratorio?

Esa visibilidad es fundamental, pero no hay que olvidar un hecho casi tan importante que tiene que ver con la dolorosa realidad de que en España hay una política de acoso y derribo a todo lo que es la creación contemporánea. Si queremos sobrevivir no queda más remedio que asociarnos con otros espacios que sí hacen propuestas culturales. Si eso pasa fuera de las fronteras nacionales no queda otra alternativa que salir fuera. Esos contactos personales de los ya hablamos posibilitan unos vis a vis artísticos bastante interesantes.