En su familia no existe ni un solo antecedente musical, pero él está señalado por la crítica como uno de los directores más reconocidos en el campo operístico. Pianista, director de orquesta y compositor, el barcelonés Miquel Ortega (1963) volvió a ponerse anoche al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife con motivo de la celebración de la gala lírica que acogió la Sala Sinfónica del Auditorio capitalino. "Esta es una de las mejores orquestas de España", dice el autor de la ópera "La casa de Bernarda Alba" (2007), el ballet "Bestiario" (2002-09) y el cuento musical "El niño y la creación del mundo". No es el único guiño que hace a una tierra con la que tiene una gran vinculación desde hace años. "Celso Albelo ya es el sucesor natural de Alfredo Kraus", advierte sobre el recuerdo perpetuo del gran tenor grancanario.

¿Los ganadores del Concurso de Canto de Ópera de Tenerife lo consideran un "gurú"?

¿Yo, un gurú? (ríe). Eso es todo un honor, pero en mi defensa debo confesar que me encanta trabajar con los jóvenes porque transmiten algo especial. Por cierto, está saliendo un montón de gente. No sé cómo lo están haciendo, pero hay muchos. Más que nunca... Ellos son conscientes de que he trabajado con cantantes de renombre internacional y de alguna forma se sienten intimidados por esa fama.

¿Pero percibe esa sensación de ser algo más que un director de orquesta para ellos?

Yo solamente intento proporcionarles la confianza y la ayuda necesaria, porque no hay que olvidar que ellos aún están viviendo unas etapas de formación en sus carreras, para que se sientan lo más cómodo que puedan estar en el escenario. Al concierto han llegado sin la presión del concurso, porque son los ganadores, pero no por ello tienen que dejar de demostrar por qué han sido los mejores.

Su conexión con Tenerife sigue gozando de buena salud, ¿no?

Gracias a dios ese es uno de los privilegios que me ha proporcionado esta profesión. No lo digo para quedar bien, sino porque realmente lo siento así: estoy cómodo en esta tierra y con su gente. Además, en honor de la verdad, debo decir que aquí hay una de las mejores orquestas de España. Nunca se puede decir que es la mejor porque eso es algo arriesgado, pero sí de las mejores que hay en este país. Para mí siempre es un placer venir a Tenerife y asumir el reto de ponerme al frente de la OST.

¿Al ponerse delante de una orquesta existe la sensación de que toma algo "prestado"?

No en mi caso... Al menos yo no lo percibo así. Lo que yo siento es que me voy a poner al frente de un conjunto de excelentes profesionales que aman la música y que hacen su trabajo con mucho cariño. Esa es la sensación que me transmiten los componentes de la OST. Hoy en día se habla mucho de sinergias, pero la realidad es que nos entendemos bastante bien (sonríe). Sin ánimo de parecer demasiado pedante, la música es tan grandiosa que roza lo metafísico: tiene unos componentes mágicos increíbles. Dirigir a esta orquesta es un placer difícil de rechazar.

¿Para un profesional que ha trabajado en el Gran Teatre del Liceo, el Palau de la Música de Barcelona, el Teatro Real o el Teatro de la Zarzuela de Madrid, entre otros muchos, no le sorprende que existan esos niveles de calidad en un espacio tan pequeño y fragmentado?

En Tenerife existe muchísimo talento, pero eso es algo generalizado en nuestro país porque queramos o no, el hecho de ser latinos, es una ventaja a la hora de transmitir esas cualidades. Hace muchos años, cuando yo estudiaba dirección de orquesta, un profesor me dijo que "en España había mucho talento, pero faltaba algo de disciplina germánica". Yo no estoy diciendo que en Alemania no haya talento, pero es que además tienen la disciplina.

Hasta no hace mucho, en Canarias Alfredo Kraus era un referente operístico internacional incontestable, pero lo cierto es que en los últimos años han salido voces que están teniendo mucho protagonismo a nivel mundial. ¿Cómo ve un director de orquesta, con una clara inclinación hacia este género, este renacer?

Kraus continúa siendo intocable, pero yo creo que ha llegado el momento de hacer una reflexión que ofrece muy pocas dudas. Celso Albelo ya es el sucesor natural de Kraus. En las Islas hay buenos intérpretes con los que he tenido el enorme privilegio de trabajar, pero por repertorio y por la tesitura de su voz el que más se acerca a Alfredo es Celso. A esos niveles nadie tiene sucesor porque son casos únicos, pero él está en una posición ventajosa.

¿Qué parte de culpa tiene Ópera de Tenerife en la renovación de este género?

Lo que está haciendo Ópera de Tenerife es muy valioso y, sobre todo, muy valiente en un periodo en el que la cultura parece estar en una situación de máxima fragilidad.

Un director de orquesta no está en las mismas condiciones que el director de escena que se lleva a "Don Giovanni" a Nueva York, pero sí que puede darle su sello musical. ¿Hasta qué punto esas licencias son útiles para crear nuevas audiencias en torno a la ópera?

Desde la parte que yo más controlo, que es la música, uno no puede innovar tanto como un director de escena. Una partitura es una partitura y como mucho lo que puedo hacer yo es imprimirle un sello personal. Un director de orquesta trata de ser lo más fiel al autor que está interpretando, pero el hecho de no conocer al compositor no te permite conocer todos los detalles que envuelven una obra. Respecto a la dirección de escena, ahí sí que se está innovando, aunque no tengo demasiado claro que siempre sea en la dirección correcta: yo he visto cosas que parecen muy modernas y no dañan el espíritu de la obra y otras que no lo respetan. Ahí, según mi humilde criterio, están cometiendo alguna que otra equivocación. Quizás, esas ganas por querer mostrar algo nuevo los haya distanciado de la idea original.

¿El reto continúa siendo ampliar el repertorio operístico con nuevas composiciones, por ejemplo, como las que usted ya ha creado?

Eso es algo que sigue costando, pero yo he tenido la gran suerte de estrenar "La Casa de Bernarda Alba" en un momento cultural que no es el más propicio, también me encargaron una cosa más amable, una obra a caballo entre el musical y la ópera ("El guardián de los cuentos) y tengo otro sobre la mesa que no voy a desvelar aún porque no lo he firmado con un teatro muy importante... En mi caso debo decir que estoy en activo, compongo y dirijo y, además, se estrenan mis obras. Poco a poco se están haciendo cosas, pero todo esto tiene que ser juzgado por el tiempo, que al final es quien decide lo que queda y lo que no.