Después de advertirle de que mi francés es inexistente, Féloche replica que su español tampoco es para enmarcar. De esta manera tan particular nace una conferencia telefónica con el músico que el próximo 9 de octubre abrirá el Otoño Cultural de CajaCanarias junto a Rogelio Botanz. "En la era de internet y de los móviles de última generación saber que existe una forma de comunicación tan ancestral en torno al silbo gomero es algo muy poético", comenta desde su residencia parisina.

Las raíces de "Silbo", una canción que ha incorporado a su ecléctico repertorio, hay que buscarlas en una aventura veraniega que el francés vivió con 11 años. "Viajé a La Gomera solo; me fueron a buscar al aeropuerto de Tenerife y luego cogí un barco para encontrarme con la familia de Bonifacio", dice en referencia a las personas que lo acogieron en la Isla Colombina. Fue una experiencia que marcó su vida. "La frase con la que empieza el tema es el mejor resumen: Existe un lugar en el que los hombres hablan como los pájaros", precisa el creador galo.

Féloche grabó en su memoria de adolescente unos sonidos que más tarde reforzó gracias a una amistad con Botanz. "Rogelio me dio la posibilidad de conocer mejor un lenguaje que al final se transformó en música a golpe de chácaras y tambores", puntualiza antes de destacar que lo que sucederá dentro de unos días en la capital tinerfeña será "un reencuentro emocionante con una persona que tiene una sensibilidad especial; un ser que defiende unos principios en los que se percibe una gran libertad... Yo no sé si habrá otras oportunidades, pero tengo la impresión de que en el futuro podemos hacer más proyectos en común en los que el silbo gomero tenga un protagonismo especial", vaticina sobre un lenguaje que él convirtió en la melodía de una canción que ya ha mostrado en lugares tan distantes como Alemania, Estados Unidos y, por su puesto, en su país natal.

Pero el silbo no fue el único aprendizaje que adquirió Féloche en aquel viaje iniciático por suelo gomero. "Yo era un niño flojo, algo escuálido, que comía poco y mal... En Canarias descubrí el gofio, las papas, el potaje, el mojo picón... No es que haya engordado mucho más, pero sí que cambió mis gustos. Hoy debo ser el único franchute de París que come papas con mojo y practica la lucha canaria", confiesa, no sin recordar que a los franceses no les suele agradar comer pimientos. "El mojo picón y el gofio se convirtieron en mi power secreto", destaca, para destacar la atracción que siente por varios productos de la gastronomía canaria.

Antes de volcar sus recuerdos isleños en la letra de "Silbo", Féloche solo experimentó la sensación de silbar en alguna que otra reunión de amigos. "No podía mostrar esos conocimientos de cualquier manera, sino una vez estuviera preparado para tratar con respeto todo lo que me enseñó Bonifacio. "Una de las primeras palabras que aprendí a silbar fue el nombre de mi madre", afirma el cantante.

Sobre el carácter experimental que hay en sus creaciones, Féloche no elude ofrecer una respuesta que sirve para posicionar todo lo que hace. "En la música no hay que tener miedo a experimentar... Si realmente sientes que hay que hacer algo distinto hay que ejecutarlo sin temor a una equivocación. Creo en la fusión y en la investigación de los sonidos que pueden tener una vida dentro de una canción. El concepto experimental se presta a muchas confusiones porque se usa mal. Pink Floyd, por citar un ejemplo, experimentó mucho con la música, ¿no? Lo que intento explicar es que no podemos poner barreras a la creación, a ningún tipo de creación, no solo a la musical... Si en un momento dado percibes que una cosa hay que hacerla de una forma debes ir hacia delante", recomienda.

El carácter universal que envuelve a la música es, a juicio de Féloche, su principal aval. "Lo importante es que la gente sienta la historia que estás contando en Tenerife, París o Nueva York... No es necesario que conozca su traducción, sino que encuentre la musicalidad para entender el contenido de una canción. Las notas musicales son más poderosas que las frases porque al final del todo la música es un lenguaje universal que no hay que explicar con palabras", repite sobre una idea que defiende hasta las últimas consecuencias. "Para silbar como un pájaro, por ejemplo, no tienes que hacer frases. Eso es algo que el público da por sabido, aunque si le soy sincero no sé qué entienden cuando pasa... Saben que estoy silbando y que suena bonito, con ritmo, pero el contenido no se puede explicar con un comentario, a pesar de que en La Gomera estén acostumbrados a comunicarse de esa forma", argumenta el intérprete sobre esa conexión.

Féloche insiste en defender un concepto musical que huye de lo comercial para centrar todos sus esfuerzos en algo que nace del corazón. "Lo económico cada vez importa un poco menos porque hoy ya no se venden discos y el público quiere experimentar sensaciones nuevas. En ese sentido, yo intento transmitir una energía positiva que sirva para bailar, disfrutar y reír... Los creadores de hoy tienen que dar algo que no se aleje de lo cotidiano, pero que marque una diferencia", concluye un músico que tras 20 minutos de conversación en modo indio agradece la posibilidad que le han brindado de practicar su español. "Volver a Canarias supone revivir una parte de mi pasado".