Raya a raya, usando el Bic azul que sostiene en su mano derecha a la espera de que un visitante de la exposición "África a bolígrafo" le pida un autógrafo y con un fin solidario que se inició de forma casual. Ese el origen de la aventura que el arquitecto andaluz Javier Jiménez Sánchez-Dalp inició durante una campaña de navidad. "Los hermanos me pidieron que les hiciera un cartel y ellos fueron los que vieron algo especial en mis dibujos", comenta sobre un trabajo que desarrolla a beneficio de los hermanos de la orden hospitalaria San Juan de Dios.

Jiménez Sánchez-Dalp asegura que "le hubiera gustado estudiar Bellas Artes, pero no me arrepiento de ser arquitecto... El dibujo es una habilidad que he puesto al servicio de un proyecto con el que me siento muy identificado", precisa sobre el compromiso adquirido con los religiosos. "Les he dado mi palabra de que iría reponiendo las obras a medida que estas se fueran vendiendo. Afortunadamente, todo está saliendo bien y se recauda un dinero que nos viene de perlas para la generosa misión que desarrollamos en África", cuenta sobre la construcción del centro de rehabilitación y ortopedia adscrito al hospital de Duala (Camerún).

Javier está convencido de que "parte de mi éxito se lo debo a la austeridad de mi siempre leal compañero de viaje: no hay nada más sencillo que un Bic", confiesa al tiempo que muestra el bolígrafo con el que ya ha realizado algún que otro retrato. "Muchos no se percatan hasta que vienen a ver África a bolígrafo de los resultados tan asombrosos que se pueden obtener con un objeto tan cotidiano", reitera sobre una práctica que comenzó a practicar el día que su hija le pidió que le hiciera una caricatura. "No tenía un lápiz y usé un bolígrafo... Ahí fue cuando me di cuenta de que esta era una herramienta bastante útil. Mucha gente me dice que tengo una habilidad especial con el retrato, pero yo no considero que esté haciendo nada del otro jueves", afirma Javier.

El artista que expone esta serie en la sede santacrucera de la MAC -las 26 composiciones se pueden contemplar hasta el próximo 14 de octubre- solo ha estado una vez en África. "Ahora tendré que volver para supervisar las obras en el hospital, pero la mayoría de los retratos crecieron a partir de las fotografías que hice en Camerún, o gracias a las que me proporcionó Giorgina, una compañera en el estudio de arquitectura, que actualmente trabaja en una misión con los Salesianos".

Sobre el tiempo que requiere la elaboración de un cuadro, Javier no se ha parado a medir con exactitud las horas que le dedica a cada composición. "Eso es algo difícil de precisar porque yo pinto en mis ratos libres, de noche y cuando me siento inspirado para encontrar en el papel la ilusión que transmite la mirada de un niño o la dureza del rostro de un adulto", desvela justo antes de hablar de la técnica.

"Pinto en tramas, es decir, con unas líneas que van en distintos sentidos; empleando solo el bolígrafo, aunque en determinados tramos tirando de una punta más fina para marcar los detalles y crear los espacios vacíos... Esta vez es en azul, pero también pinto en negro o en rojo", puntualiza un artista que también ha desarrollado técnicas como el óleo, la acuarela o el pastel.

Antes de acabar, Javier Jiménez Sánchez-Dalp realiza una última apreciación que añade unas décimas de dificultad a su propuesta artística. "Con el bolígrafo no puedes corregir ni difuminar; cuando aparece el fallo se ve muy fácilmente", concluye el impulsor de "África a bolígrafo".

La esperanza no siempre es verde

A pesar de que la gran mayoría de las personas asocia el sentimiento de esperanza con el verde, Jiménez Sánchez-Dalp cree que el uso del azul le da un sentido especial a este proyecto. "Podía haber empleado el negro por el hecho de pintar escenas en África, pero me pareció que en el azul había mucha esperanza, ilusión, libertad", explica./ JESÚS ADÁN

Javier Jiménez Sánchez-Dalp

Autor de la exposición "África a bolígrafo"