Anoche fue designada presidenta del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife tras asegurarse el 100% de los 51 votos computados en un proceso electoral en el que Dulce Xerach Pérez se rodeó de siete mujeres y cinco hombres. "No creo que mi vida vaya a cambiar demasiado asumiendo esta responsabilidad", declara la licenciada en Derecho por la Universidad de La Laguna, doctora en Arquitectura por la Universidad Europea de Madrid y experta en gestión cultural. "Tengo una extraña habilidad para meterme en muchos follones, pero creo en este proyecto".

¿Y por qué decidió meterse en otro lío?

Eso es algo que ni siquiera yo entiendo muy bien, pero supongo que tiene que ver con la atracción que siento por el mundo de la cultura, la gestión cultural y el arte en general. Soy socia del Círculo de Bellas Artes desde hace muchos años, me pidieron colaboración y sentí que no podía decir que no. Todo esto ha ido tomando forma de una manera espontánea.

En un periodo en el que muchos están decidiendo su futuro político con vistas a los próximos comicios electorales, su apuesta es por la gestión cultural. ¿La política es pasado para Dulce Xerach?

La política la dejé completamente hace más de tres años y, sinceramente, he dejado de abrir un periódico para interesarme por ella... No me arrepiento por haberme ido de la política y no me meto en esto para ocupar un cargo. Esto es una ONG que se dedica a la cultura. Lo único que me interesa es desarrollar proyectos interesantes y ayudar a los jóvenes creadores a que enseñen sus obras en libertad.

¿Pero tan segura está de haber dejado atrás todas sus experiencias políticas?

Eso ya está olvidado al cien por cien. Algunos han escrito que esto es como una vuelta al ruedo, pero yo no he vuelto a ningún ruedo. El único ruedo del que salí es el de la política y ahora estoy donde he estado siempre: en un lugar que ya conocía incluso antes de entrar en política.

Salvando las distancias, y con todo el respeto del mundo, algunos podrían pensar que esta institución es como una especie de Club Reformista de "La vuelta al mundo en 80 días". Hay que abrir el Círculo de Bellas a la sociedad, ¿no?

No sabría explicar con exactitud por qué da esa impresión ya que en realidad el Círculo de Bellas podría pasar por una tienda más de la calle Castillo, salvo que en lugar de vender zapatos vendemos arte... Bueno, en realidad, lo que es vender, únicamente lo hacemos en diciembre. Lo que sí se percibe es que las generaciones de menos de 30 años no tienen ni idea del papel que ha jugado el Círculo en el pasado y por qué se creó. Debemos recoger la filosofía de Bonnin y el grupo de amigos que sirvió para dar forma a esta sociedad en los años 20 con el reto de impulsar las nuevas vanguardias del siglo XXI.

¿Cree que es posible construir algo parecido a lo que sucedió después de la I República, cuando los creadores surrealistas tuvieron un papel decisivo en la vida del Círculo de Bellas Artes?

Entonces uno de sus ejes fundamentales era acercar la realidad europea a lo que estaba sucediendo en la Isla. Hoy, en cambio, hay que conectar el mundo cultural tinerfeño con el gigante asiático. Vivimos en un mundo en el que no se puede ignorar el arte y la creación que se está haciendo en Asia, en África, en América Latina. Esa idea de globalidad es la que nos va a permitir adaptarnos a esa apertura de mentes que está planteando en estos instantes el mundo de la gestión cultural. Dar la espalda a esa realidad significa no progresar.

De sus palabras se desprende que esta es una gran oportunidad para "abrir" las puertas a los artistas que están construyendo nuevos lenguajes creativos.

Ese es uno de los retos que comparto con la lista que ha ganado estas elecciones. Queremos que el número de socios jóvenes vaya en aumento, ya que en la actualidad nos movemos en una franja que está por encima de los 50 años. Es importante generar esas nuevas vías de acceso, sobre todo, porque en el arte contemporáneo las etapas de mayor esplendor suelen coincidir, salvo alguna que otra excepción, en ciclos cronológicos más tempranos. Los creadores más jóvenes deben aportar su pasión a la experiencia que ya existe en el Círculo de Bellas Artes. No me gustan los ciclos de renovación que arrasan con todo; prefiero esa combinación en la que conviven artistas como María Belén Morales, que a sus 85 años sigue haciendo exposiciones y aportando muchísimos conocimientos, y el artista recién salido de la Facultad de Bellas Artes. Esa mezcla de vivencias, pasiones y ciclos vitales ahora mismo no se percibe en el Círculo. Eso es algo que sí me gustaría cambiar.

¿Lo mejor de esta crisis, si es que hay algo bueno, es que la creación artística no se ha parado?

Ese es uno de los grandes apoyos del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz. Después de la Guerra Civil, que en los años posteriores se tradujo en una crisis brutal, esta sociedad buscó su internacionalización: la gente pasaba hambre en Canarias, pero hubo personas que realizaron apuestas decisivas -uno de esos referentes es Eduardo Westerdahl- que nos permitieron llegar a estos días en unas condiciones bastante dignas.

¿Entre sus planes está crear alianzas con la administración pública?

Intentaré buscar sinergías con los políticos, pero no sé si hallaré una buena recepción. Hasta ahora solo he mantenido un contacto con Cristóbal de la Rosa, que es socio del Círculo de Bellas Artes, y me ha dado su apoyo. El hecho de que haya gente que piense que esta sociedad necesitaba un cambio no quiere decir que Miriam Durango lo hubiera hecho mal, sino que ha sido ella la que ha querido irse tras estar 12 años en el cargo. Con el Cabildo y el Gobierno de Canarias tengo experiencias previas; con el Ayuntamiento de Santa Cruz será más difícil porque hasta ahora no ha habido ninguna relación, pero también lo voy a intentar.

¿Será una transición tranquila?

Tranquila y muy respetuosa con la etapa anterior. Miriam Durango logró algo que yo no sé si hubiera sido capaz de hacer en unos años de crisis tan profunda: ella ha conseguido que las cuentas corrientes estén saneadas en un periodo crítico.

¿Eso ya es mucho con la que está cayendo?

Ser la única, o una de las pocas instituciones culturales de Canarias, que no tiene sus cuentas en números rojos es algo milagroso. Entiendo perfectamente que ella no haya podido dedicar mucho más tiempo a otros frentes porque su preocupación era salvar el edificio: los recibos del agua, luz, teléfono, etc... ¡Eso hay que pagarlo! Hemos hablado para que el tránsito sea amable y que se respete la programación que está diseñada hasta diciembre/enero.

¿Conectar con las vanguardias será clave en todo este proceso de cambio?

Lo primero que hará la nueva junta, a finales de octubre, será cambiar los nombres de unas vocalías que existen desde 1926 (arquitectura, escultura, pintura) que ya no son tan actuales. El cine entró hace tiempo en el Círculo, pero no está los microvídeos, ni los microbloggins o el graffiti, por citar algunos ejemplos. Todo eso va a entrar de forma natural en este edificio. Lo que no puede pasar es que no seamos la institución más vanguardista de la Isla porque, entre otras cosas, nosotros no tenemos nada que nos presione o limite. Aquí tendremos la libertad de acertar y de equivocarnos.

¿Cuando mañana (hoy para el lector) se despierte cómo se va a tomar este nuevo reto?

No creo que mi vida vaya a dar un giro demasiado radical porque ya he participado durante muchos años en la vida del Círculo.