Seguramente alguna vez escucharon hablar de los "ratones" de biblioteca; una frase utilizada con todo el cariño del mundo para identificar a esas personas que se mueven entre estanterías repletas de libros, revistas, periódicos, dvd''s y signaturas sin llamar la atención. Gente que hizo de su biblioteca favorita una extensión de sus hogares.

María lleva más de dos décadas rellenando fichas, recolocando una y otra vez textos que los usuarios han dejado en una mesa; exigiendo un silencio que hoy se rompe con esa musiquilla de bienvenida que suena en cuanto alguien decide arrancar un ordenador. "Cuando empecé ni yo tenía uno; todo se registraba en los listados de préstamos y recogidas. Incluso, lo de la banda magnética vino mucho después. ¡No se perdió material por confiar en la buena voluntad de las personas! El día que me explicaron lo de qué era un código QR la primera imagen que se me vino a la cabeza fue una secuencia de Blade Runner", afirma una bibliotecaria que no oculta el por qué de este profesión. "Mucho antes de hacerme bibliotecaria ya era una lectora apasionada", comenta.

María es el mejor termómetro que podemos encontrar en para elaborar una radiografía de uno de sus socios. "Vienen por una necesidad lectora; bien porque sus estudios así lo requieren, bien por la curiosidad de conocer lo que está pasando ahí fuera... Hay un señor, calculo que puede tener unos 70 años, que viene de lunes a viernes a leer las esquelas, pero es que los lunes pide los ejemplares del sábado y el domingo. Es como si escrutara quiénes se han ido al otro barrio mientras él no estaba en la biblioteca. ¡Es un ángel! Siempre con sus buenas formas y una caballerosidad de las que ya no abundan", agradece una profesional que prefiere guardar cualquier dato que pueda identificar a las personas que piden ese libro que provocan una impresión en cuanto caen en tus manos. "Una está curada de espantos, pero no deja de ser algo incómodo rellenar una ficha en la que el tema principal es el kamazutra o esas filosofías de vida que resultan bastante oscuras", apunta sobre unos gustos que ella respeta con una normalidad prusiana. "El bibliotecario/a escucha, piensa y mueve ficha... Si tenemos el libro se le entrega sin preguntas y ya solo toca esperar", revela.

Personas que acaban rendidas sobre la mesa, listos que intentan robar un ejemplar, enamoradizos que han dejado alguna que otra mala poesía en un libro ajeno... María es de las que cree en ese viejo dicho de ser cocinero antes que fraile. "Yo también tuve que prepararme unas oposiciones y sé lo que es calentar el trasero en la silla de una biblioteca, aunque cuando yo estudiaba estos centros cerraban antes y no abrían los fines de semana", recuerda en relación a un pasado que no siempre es mejor que el presente. "Está claro que un lector se hace, pero necesita ese primer impulso que hoy le dan a los niños con los cuentacuentos u otras actividades vinculadas con los libros. Antes esa curiosidad se alimentaba de una forma más personal. Es injusto que se diga que toda la juventud de hoy no lee; algunos leen por dos o tres".

Algunos de los compañeros de María han vivido la era digital con temor. "El hecho de poder acceder a la lectura a través de un ordenador evita el contacto personal entre el bibliotecario y el lector, pero hay gente que prefiere venir a pedir una revista y pasar unas horas en la sala", precisa una trabajadora que admite que en su tarea diaria hay momentos álgidos y otros en los que parece que no pasa nada, es decir, la típica montaña rusa. "En verano vienen menos, salvo si hay exámenes, y cuando están próximas las navidades la soledad se eleva al cuadrado. ¡Tranquilidad total; ahí la que lee soy yo!".

Laura / Estudiante de Farmacia Biblioteca de la UNED

"Aquí adquiero un buen ambiente de estudio"

"Venir a la biblioteca ayuda a coger una rutina, salir de casa y centrarte en lo que estás haciendo... Vengo a la UNED porque estoy en el centro de la ciudad y eso me permite una escapadita cuando llega el cansancio. Aquí adquiero un buen ambiente de estudio que deseo".

Lorenzo / Estudiante de Psicología Biblioteca del Aulario de Guajara

"Acudir a la biblioteca significa estudiar"

"Acudir a la biblioteca significa estudiar, ya que habitualmente los libros de lectura no los saco de aquí. Estar en ella es sinónimo de exámenes, pero yo leo. Igual has cogido una persona bastante extraña, pero yo leo. Eso parece que no es lo normal, pero yo leo...".

María / OPOSITORA Biblioteca del TEA

"Paso más de cinco horas diarias en ella"

"Estoy preparando unas oposiciones y esta se ha convertido en mi segunda casa. Aunque ahora no estoy en un momento fuerte, paso más de cinco horas diarias en ella. Me estoy pensando hacerle un monumento, pero estudio mejor aquí que en casa".