Está convencido de que los temas de “La llamada”, su última aventura discográfica, tarde o temprano le traerán a un escenario de Tenerife. “Todos mis trabajos me han llevado a la Isla y este también lo hará”, señala el cantautor Ismael Serrano (1974) sobre un vínculo que es algo más que un hilo profesional que conecta al músico y su público. “Allí siempre encontré el lugar perfecto para descargar mis canciones”, agradece un creador que en su primera apuesta con Sony Music ha moldeado un álbum lleno de buenas energías. “No creo que sea la cuarentena; más bien es el nacimiento de mi hija”, precisa un artista que acumula más de una década y media de vivencias musicales.

¿Lo que hay en “La llamada” es algo distinto a todo lo anterior?

A mí también me lo parece... No sé si todo es fruto de la serenidad que sobreviene al cumplir los 40 o de la inspiradora llegada de mi hija, pero el punto de partida ya era bueno. La clave de este disco es que lo empecé desde un lugar en el que los cimientos de las canciones estaban repletos de ritmos. Luego, sobre esa tradición, coloqué la armonía y después puse la melodía. Todo eso tiene que ver con darle a este álbum un cierto carácter de celebración, pero no una celebración cualquiera sino una rebelde y airada en la que siempre aparecen la ira, la rabia y la protesta por este mundo tan desigual.

Jorge Drexler también apostó por una explosión de energía en su último álbum...

Sí, pero él lo hizo desde los pies. Jorge se hizo un disco bailón, aunque yo creo que él está en un grado de experimentación más sofisticado que el mío (ríe). En cualquier caso, los dos hemos respondido con alegría a una crisis que vapulea nuestra autoestima.
Ismael Serrano nunca ha tenido problemas para captar clientes por estas latitudes, pero después de un trabajo que mira tanto al sur, y a América, su cuota de popularidad en Canarias subirá, ¿no?
Canarias tiene una sólida conexión con América Latina que le da una ventaja con el resto del territorio nacional. De hecho, tengo amigos en América delSur que utilizan esa vía para cantar en España. Este disco mira más hacia América Latina que mis anteriores trabajos. Es verdad que hablo de cosas que pasan en este lado del océano, pero esos lazos sí que existen.

¿Fichar por Sony Music supuso algún cambio en su estrategia?

La presión no puede ser más grande que la que yo me impongo a la hora de responder a la confianza que otros han depositado sobre mí. Aunque nunca se dijera o firmada nada, ellos han sido muy respetuosos con mi trabajo y no se dieron injerencias de ningún tipo. En realidad, esto es algo que no ha cambiado con respecto a lo que hice hasta este momento. Los que ya me conocen saben que ese tipo de presiones no tienen cabida en mi forma de entender la música porque nunca he dado pie a que manipularan mi carrera con decisiones que yo no compartía.

De todo lo que ya se ha hablado lo que parece estar más o menos claro es que “La llamada” vendrá pronto a Tenerife.

Tarde o temprano “La llamada”, cómo suele ocurrir con todos mis discos, me llevará a Tenerife. Eso va a hacer algo inevitable. Si ya iba solo con una guitarra, ahora hay muchos más motivos para volver a un lugar del que se han escrito cosas, y la mayoría buenas, de su sensibilidad musical.Canarias siempre es una plaza fácil de tocar para los que nos gusta la canción de autor.

¿Usted, que conoce a muchos artistas de las Islas con los que ha compartido experiencias en Libertad 8, entiende el buen “feeling” que existe entre este archipiélago y la canción de autor?

No solo la entiendo, sino que en muchas ocasiones he tenido el privilegio de compartir esas formas de entender la canción de autor.

¿En el cambio de registro que se aprecia en esta colección de canciones existe el propósito de ser más comercial?

El término cantautor define a un género que pretende otorgarle un tono más poético a las letras y que lo que busca es una renovación de la tradición que está más apegada a lo folclórico, pero en el fondo lo que yo hice en este trabajo es apelar a la canción popular. El ejemplo más claro de todo esto se puede ver en “Rebelión en Hamelín”, un tema en clave de son en el que todo se estructura con unas rimas en las que hay elementos que se repiten. En mis canciones soy poco dado a meter estribillos, pero en este disco me han vendido los estribillos. Ya les aviso; aquí hay unos cuantos. Pero es que he querido escarbar en la música tradicional. Lo hice porque me apetecía; no para que luego digan que un cantautor compite por meterse cada vez más en un lugar oscuro. Ni quise volverme hermético, ni abrir unas interrogantes que a veces solo las entiende quien las plantea.

¿Pero lo popular es el principio de todo?

Eso es así de fácil, pero algunos tienen cierta pretensión de darle a la canción de autor una altura de intelectualidad que es saludable, pero no recomendable. Es verdad que hablar con un tono poético es más gratificante que juntar unas cuantas frases sin sentidos, pero hay letras que no necesitan esos adornos. Lo que no puede pasar es que escuchar música se convierta en un ejercicio arduo, áspero, difícil de asimilar...

Al principio de la entrevista pasó de puntillas por la“cuarentena”. ¿Está disfrutando con el principio de esta etapa de madurez?

Yo prefiero hablar de serenidad y no tanto de madurez, ya que en ocasiones la segunda lleva consigo una pérdida de frescura a la que no quiero renunciar. A los 40 todo es más permeable y te despojas de cierta solemnidad; desnudas el alma.

¿En “La llamada” se ha quedado en cueros?

Yo creo que sí. Hablo de mi hija, y eso es lo que más quiero proteger en este mundo. Ahí sí que me siento desnudo, pero eso es inevitable.