Admite sin rodeos una pérdida de audición que no lastra la lucidez de un genio; una clarividencia que no ha borrado ni un solo recuerdo en el retorno a su Ítaca. El escultor grancanario Martín Chirino (1925) ha vuelto a la ciudad que conmovió su existencia creativa. El Fundación CajaCanarias exhibe hasta el próximo 31 de enero en sus Espacios Culturales de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna "Martín Chirino. Crónica del tiempo", una serie compuesta por 52 esculturas y 19 obras en papel que repasa la trayectoria del Miembro Honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. "Tenerife es un lugar referencial para mí cuando hablo de Canarias", admitió este forjador de sueños abstractos.

El undécimo de los 12 hijos del jefe de talleres de los astilleros de Blandy Brothers nació muy cerca de la Playa de Las Canteras. Allí, cómo no, tuvo su primer contacto con el metal. "Todas las obras son mías; todas gozan de mi privilegio", puntualiza para despejar cualquier tipo de favoritismo hacia una de sus creaciones. Eso sí, en su ADN escultórico la espiral es el principio de todo. "La espiral es mi punto de partida", reitera, "el símbolo de todo mi quehacer. He dado la vuelta al mundo con ella hasta ser reconocido como el escultor de la espiral", precisó un creador que estuvo acompañado en la mesa por Alberto Delgado, presidente de la Fundación CajaCanarias.

"Estoy vivo, mi trabajo está en vigor y todavía tengo muchos problemas que resolver", enumeró el cofundador del grupo El Paso en un instante de la presentación en el que se mostró muy crítico con los poderes fácticos. "Culturalmente este país ha vuelto a los años baldíos de los 50; estamos en un ciclo de gran crisis", añadiendo que "los que toman decisiones tienen que darse cuenta de que el arte nunca ha sido rentable, sino que es un deber que tiene el estado con los ciudadanos. La cultura siempre ha propiciado un encuentro entre el hombre y el pensamiento que hoy tanto echamos de menos", denunció justo antes de reforzar la idea de que "el problema es que se percibe un grave desentendimiento por parte de los gobernantes de lo que significa la cultura", reforzó el Premio Nacional de Artes Plásticas y Medalla de Oro de Bellas Artes antes de emitir una valoración sobre el concepto que tiene del arte que se está haciendo en 2014.

"El arte de hoy está vivo... No sé si me gusta, pero sí que me interesa saber cómo se mueve. El arte es el reflejo de su tiempo. En ese sentido, yo nunca he establecido una diferencia entre el pasado y el momento en el que vivimos", comentó en un instante previo a que desempolvara las postales de su primer contacto creativo con la Isla de Tenerife.

"A Santa Cruz de Tenerife vine en un momento bueno; cuando las heridas de la Guerra Civil estaban abiertas, pero en un instante decisivo para La Gaceta del Arte. Aquí encontré mi espacio. Tenerife es clave para hablar de mi identidad artística; el refugio que encontró Ulises en su Ítaca. De una manera u otra he vuelto a Ítaca. El arte es pensamiento y existencia. A partir de ahí, yo necesitaba palpar, sentir y encontrarme como artista. Y eso ocurrió en una etapa decisiva de mi vida que transcurrió en esta Isla", agradeció el que fuera director del CAAM.

La exposición "Martín Chirino. Crónica del Viento" aspira a recorrer el tiempo de un creador que decidió abandonar sus estudios de Filosofía y Letras para concentrar todo su talento en una empresa que lo ha terminado por convertir en el heredero de la vanguardia escultórica española de la primera mitad del siglo XX. "El arte no es mejor por sí misma, sino que debe encontrar en su tiempo los elementos que le den una identidad propia. Eso, sobre todo, es lo que más me llama la atención en estos momentos", reconoció sin querer hacer comparaciones.

"El Santa Cruz de Tenerife de hoy no es el mismo que yo encontré, pero esta situación es una consecuencia del momento que vivimos. Esta es una sociedad sometida a los vaivenes de la crisis, pero en ella permanece intacta la esencia de mi obra", concluye el grancanario.