Hija de un violinista y de una pianista, la georgiana Lisa Batiashvili (1979) parecía destinada a ocupar un espacio en la música clásica que le reserva un futuro, que ya es presente, muy prometedor. La solista acapara hoy, a las 20:30 horas, parte del protagonismo del concierto que ofrecerá la Orquesta Sinfónica de Tenerife en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. "Es un edificio muy bonito; una réplica más pequeña del que hay en Sidney", compara la violinista antes de empezar la entrevista.

¿Qué referencias tiene de la OST?

Estoy expectante porque es la primera vez que comparto programa con esta orquesta. Además, a pesar de que el Concierto para violín de Chaikovsky es uno de los más populares del repertorio, yo no lo he interpretado muchas veces a lo largo de mi carrera.

¿En estas colaboraciones quién se adapta a quién: la solista a la orquesta o los músicos a la "invitada"?

Lo ideal es que se junten las dos partes en la misma idea, pero lo normal es que el solista, que tiene un concepto concreto de la obra, propicie que la orquesta se acerque a él. Para eso está el director; para generar una buena química en el escenario.

¿Qué aportan estas experiencias a una carrera que ya tiene una gran altura?

Esa es una buena pregunta porque, a pesar de que yo no soy muy mayor, cada vez es más raro tocar con orquestas y directores por primera vez. Para mí es muy excitante encontrar una orquesta, intercambiar impresiones con el director y sus músicos y, sobre todo, encontrar puntos en común. Todo lo que ocurre durante los ensayos permiten crear la magia que luego sale en el concierto.

Por los antecedentes que hay en su familia casi era inevitable que Lisa Batiashvili acabara tomando el camino que ha seguido, ¿no?

La música siempre tuvo un papel predominante en mi familia y en mi educación. Su padre era violinista de un cuarteto de cuerda y profesor de un conservatorio. Él fue mi primer maestros, pero nunca sentí la presión de que tenía que tocar el violín y el piano porque lo habían hecho con anterioridad mis padres. Todo eso ocurrió de forma natural.

¿De alguna forma eso puede condicionar el futuro de sus hijos?

No, no creo... A pesar de que la música está muy presente en nuestras vidas, porque mi pareja también es un profesional de la música, mi hijo mayor no siente la misma necesidad que tenía yo a su edad de buscar refugio en ella. El pequeño sí que siente una mayor atracción, pero es evidente que el tiempo que yo viví y el que les ha tocado a ellos son distintos. Lo único que quiero es que estudien lo que más les apetezca.

¿Qué ventajas o desventajas tiene ser una solista?

La música es un regalo para la humanidad porque es el lenguaje más pacífico que existe en el mundo. Además, con ella siempre se pueden expresar muchos más sentimientos que con las palabras. Una solista tiene la capacidad de decir sí o no cuando te presentan un proyecto. En cierto modo soy yo la que puede tener el control de una vida que tiene el principal inconveniente en los viajes y en la cierta inestabilidad que se genera conforme pasas más tiempo fuera de casa. También es verdad que el hecho de vivir experiencias nuevas me dan una visión más global del mundo, aunque solo exista un lenguaje en común, que es la música.

¿Cuál es su visión personal respecto al momento que vive la música clásica en España?

La crisis es un fenómeno global, no es algo que solo esté afectando a España. Es evidente que el mundo de la cultura no pasa por su mejor momento, pero aquí he encontrado muy buenas orquestas y grandes salas como el Auditorio de Tenerife. El hecho de que no haya una apuesta decidida por un proyecto hace que muchas veces un proyecto que tienes en mente no salga porque es imposible sacarlo adelante, pero yo siempre tengo a España como un referente para enseñar mi trabajo.

¿Cómo es la "convivencia" con alto tan valioso como un Guarneri?

Durante 12 años toqué un Stradivarius, pero no me sentía demasiado cómoda con él... Con el Guarneri llevo un año y medio y la relación ha mejorado (ríe). Cuando tocaba el Stradivarius sentía que era yo la que tenía que adaptarse al violín, mientras que con el Guarneri es el compañero perfecto para expresar lo que yo tengo que expresar. Nunca pienso en lo que vale el violín, sino que lo tengo que proteger bien. El Guarneri es como tener un niño. En realidad, es mi tercer hijo y lo trato como tal.