Hace más de dos décadas que comparte vivencias con Robe Iniesta en Extremoduro, la banda que el próximo sábado, a las 21:00 horas, despide su gira nacional en la capital tinerfeña. El guitarrista Iñaki Antón, el segundo más veterano de la legendaria formación extremeña, defiende que "el insulto por el insulto es algo muy punky, pero eso carece de contenido".

¿Qué tiene Extremoduro que es capaz de aglutinar sentimientos de admiración y de rechazo?

A nosotros personalmente nadie nos ha declarado su enemistad... Sabemos que hay personas a las que no les caemos muy bien, pero lo único que hacemos es intentar ser honestos con nosotros y con el público. Extremoduro no ha dado nunca una concesión al "show business". Lo único que nos preocupa es mostrar el arte y la filosofía de vida en la que creemos.

¿Pero el grupo es consciente de que sus letras pueden llegar a generan cierta incomodidad?

El arte es una manera de expresión y supongo que hay personas que prefieren moverse entre mentiras y la desinformación... Algunos prefieren que esta sociedad no piense y lo arreglan todo con un partido de fútbol. A todos esos les viene mejor que todos estemos un poco más calladitos.

¿Se han acostumbrado a sufrir la censura institucional o el veto invisible?

Ha habido sitios; ayuntamientos que nos pusieron trabas... Sí que hemos sentido ese veto, pero Extremoduro nunca ha sido un abanderado del lloriqueo. Siempre nos la hemos podido arreglar. De alguna forma sí que nos hemos sabido ganar la vida; si no era posible de una manera, de la otra...

¿Cómo se vive desde dentro el fenómeno Extremoduro?

Nosotros también somos espectadores de todo lo que pasa en torno a Extremoduro. Quizás, incluso, tenemos una perspectiva menor porque desde ahí dentro no somos demasiado conscientes de que estamos haciendo algo que va a perdurar en el tiempo. ¿El qué? Eso se sabrá dentro de unos años.

Muchos creen que en los sonidos más gruesos del rock urbano no existe el pensamiento, ¿pero ustedes son el mejor ejemplo de que eso no es así?

Hay mucho rock, sobre todo si miramos de fronteras para fuera, en el que ha habido gente interesante que dijo e hizo cosas realmente importantes a lo largo de la historia de la música. Si no estuviéramos seguros de que los textos y la música de Extremoduro sirven para hacer pensar probablemente haríamos música instrumental. En esta banda el mensaje es imprescindible e innegociable.

Cuando se crítica al modelo constitucional, a la Guardia Civil o al vecino del cuarto, el público no se conforma con una crítica social liviana, ¿no?

Cómo vive una persona su vida es algo que está muy presente en nuestras letras. Eso nos preocupa mucho más que lo que tiene que decir un político. De la misma manera que un poeta escribe del amor o desamor, de la desesperación o la locura, Extremoduro cuenta cosas que pueden suceder en el supermercado de la esquina.

¿Cuál es el secreto para que letras y música se fusionen en sus discos?

Más que hablar de si una cosa es mejor o peor, porque esos son unos términos subjetivos que no son nada fáciles de valorar, lo que sí tenemos en estos momentos es la posibilidad de hacer los trabajos bien. Dentro de nuestro estilo y de la forma que tenemos de entender la música, lo primero que intentamos es no repetirnos. En Extremoduro siempre hay reservado un hueco para sorprendernos a nosotros. Ese lugar lo reservamos para algo que nos pueda emocionar. Si eso pasa, el público también se va a sorprender con Extremoduro.

¿Por qué cada vez que abren un ciclo de descanso se genera tanto desánimo entre sus fans?

Nuestro trabajo es necesario, pero Extremoduro no se puede comprometer a hacer una gira cada dos años, ni a grabar un disco cada año y medio. Las cosas vienen como vienen y no suelen avisar. Muchas veces hay que parar y poner el cerebro en barbecho para que luego sea productivo. Hemos tenido épocas de una gran sequía en las que podíamos haber grabado algo mediocre para evitar desaparecer del todo, pero no lo hicimos y decidimos parar.

¿Pensar ese insulto que van a incorporar a una letra, y no usarlo de manera indiscriminada como un recurso más, es uno de los pilares del grupo?

El insulto por el insulto es algo muy "punky", pero no tiene contenido. A mí, al igual que al resto de los miembros de la banda, me molesta cantar letras que no tienen profundidad. La pataleta es poco artística...

Esta crisis no les está tratando excesivamente mal. Sobre todo si abrimos una comparación con otros compañeros de profesión.

Nos sentimos unos privilegiados por poder vivir este momento cuando mucha gente no llega a final de mes, pero esta es una profesión ingrata. En este oficio no sabes lo que puede ocurrir dentro de tres años, pero hoy por hoy vivimos esta crisis con una tranquilidad relativa.

¿Lo suyo con Robe es una "convivencia" artística sin fisuras?

Robe y yo llevamos veintipico años de convivencia y los dos tenemos nuestras ventoleras, pero si no nos entendiéramos, esta batalla ya estaría perdida hace mucho tiempo. Si ya hemos pasado tantos años juntos, y nos apetece, yo no veo inconveniente en pasar otros veintipico juntos.

¿El disco "Para todos los públicos" (2013) vino con segundas intenciones?

Todo en esta vida tiene una doble intención; es un título de libre interpretación... En este mundo todo se mueve con segundas o terceras intenciones. En ese sentido, cada persona tiene máxima libertad para realizar la lectura que más le convenga.

¿La provocación que aprecia en la portada de un álbum o que surge en un concierto está buscada de manera intencionada?

Las cosas que puedan suceder en una noche de concierto o en la gira no, pero en una portada o en una fotografía sí que existe un punto de transgresión que nosotros creemos que es bueno. Transgredir significa dejar de cogérsela con un papel de fumar y Extremoduro sabe que si no cruza esos límites, no es del todo libre. Es lo que hablábamos antes. El insulto por el insulto es un recurso facilón y nosotros no jugamos a eso.

¿En Tenerife les esperan para el próximo fin de semana como el agua de mayo (o noviembre)?

La verdad es que vamos poco, pero las veces que hemos ido nos han tratado muy bien.