La palabra subasta suele asociarse, casi de manera refleja, al deslumbrante mercadeo de obras de arte que protagonizan casas tan ilustres como Sotheby''s o Christie''s.

No es el caso. Esta vez el escenario es más modesto, el municipio tinerfeño de Los Realejos, y las obras, sencillamente anónimas con un precio de salida de 5 euros para cada una de las piezas y un mínimo de un euro en cada puja al alza.

La cita, a las ocho de la noche de hoy en el espacio DecorOHferta, en la calle de El Puente, donde se ha convocado a los interesados, que acaso pasen de la curiosidad a la adquisición de alguna de las piezas, todas sobre papel y en formato de entre 10 a 20 centímetros, realizadas con técnicas como la plumilla, carboncillo y en su mayoría aguadas en tinta.

La historia tiene su origen en la afición de Jordi Solsona por curiosear en los rastros, como el que cada domingo se instala en Santa Cruz de Tenerife. Fue allí donde se fijó en "una carpeta herrumbrosa" y al abrirla advirtió que contenía láminas con dibujos que, a primera vista, consideró atractivos. No sabe si producto de un comportamiento intuitivo, lo cierto es que un impulso lo animó a comprar aquella colección y como un niño se la llevó bajo el brazo.

A partir de entonces y ya en Los Realejos, localidad en la que reside, Jordi se sintió empujado a compartir ese "tesoro" con personas de su círculo, entre ellos artistas e historiadores, quienes con sus ojos de expertos, tras analizar la calidad de los dibujos, concluyeron que tenían cierto valor.

"Hay dibujos que muestran un trazo valiente y nada infantil", subrayó Solsona. Algunos de ellos están inspirados en obras de artistas reconocidos como Francisco Bonnín Guerín; Martín González o J.J. Williams, exponentes de la iconografía paisajísitica y documental, cuya obra se remonta a la década de los años 30 del pasado siglo. Otros son apuntes tomados del natural.

La conclusión es que no se trata de la obra de una sola mano y en algunos se reconocen lugares como la curva de Gracia, en La Laguna, o el barranco de Ruiz, en Güímar, además de otras localizaciones de Tenerife y La Gomera.

"Me gustaría que se vendieran todos y se los llevara gente de aquí", dice Jordi. ¿Quién da más? A la una, a las dos...