El hotel escuela Santa Cruz se convirtió ayer en el epicentro de la gastronomía. Toda el personal y la infraestructura del centro docente se volcó en la celebración de la semifinal de Cocinero del Año -la primera que tiene lugar en Canarias-, que desbordó cualquier previsión y dejó un buen sabor de boca tanto a organizadores como a público.

La presencia del mediático chef Jordi Cruz, la propuesta de un programa abierto con master class y show cooking y la incertidumbre de conocer quiénes lograrían acceder a la final de Barcelona atrajeron a numeroso público.

Desde primeras horas de la mañana y hasta pasadas las nueve de la noche, momento en el que comenzó una dinámica gala que se clausuró con la entrega de premios, el hotel de la avenida San Sebastián fue un continuo ir y venir de gentes y hasta atrajo a la isla al locutor televisivo Pepe Ribagorda.

Después de que el murciano Juan José Martínez "limpiase" la barra del servicio de camareros de todos los premios posibles, en el ambiente se "masticaban" los nervios. La intensidad se elevó unos grados y se "confitaba" el sudor, más aún cuando el jurado concedió al malagueño Juan Manuel Salgado Domínguez el premio a la mejor presentación e innovación, un "aperitivo" de lo que estaba por llegar.

Para entonces, el tinerfeño Adrián Bosch se mordía literalmente las uñas, hasta que escuchó su designación como segundo clasificado, que le da acceso a disputar otra vez la final en Barcelona, y respiró aliviado.

El vencedor de esta semifinal fue el joven malagueño de 24 años Juan Manuel Salgado Domínguez, que llegaba al concurso con el "aderezo" de representar nada menos que al restaurante de Dani García en Marbella.

El jurado calificador, que cató a ciegas los ocho menús que se presentaron a concurso, se decantó por la propuesta de un menú de tres platos en el que figuraba como primero un ajoblanco de kimchi y un ravioli que ponía el acento en el carabinero, pasando a un principal que ponía el acento en una merluza al estilo thailandés y cerrando con el capítulo dulce de un postre con yogur y pasión.

El tinerfeño Adrián Bosch, por su parte, destacó que se había inspirado en la cocina que elabora en el restaurante Tiziano, en el hotel Villa Cortés, "buscando la potencia y la fuerza del sabor". Como fundamento de esta idea, el primero ofrecía "productos reconocibles al paladar, caso de un cremoso de papa, yema crujiente, un caldo de guisante, un caldo de pollo y un toque de jamón de bellota".

En el segundo plato buscó más intensidad de sabor, con "unas manitas de cerdo muy glaseadas y untuosas", para cerrar con un clásico; el chocolate con mandarina, "pero esta vez con clementina". Que bien vale una final.