Se siente orgullosa de haber formado parte del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante tres años, pero tiene claro que "hoy no quiere jugar partidos que ya se disputaron en el pasado", afirma en relación a su posicionamiento actual sobre un proyecto de ley que se "alimentó" con uno de sus apellidos. La escritora, guionista y directora de cine Ángeles González Sinde (1965) defendió ayer en la capital tinerfeña que "entrar en política fue un paréntesis en una vida dedicada al mundo de la creación", dijo antes de participar en un debate con Lorenzo Silva que fue moderado por el escritor y periodista tinerfeño Fernando G. Delgado.

¿Por una razón u otra los creadores de este país echan en falta una ley que los proteja de los que buscan el todo gratis en la red?

Ese es un problema que tiene una complejidad enorme en el que no es fácil acertar. Para llegar a un consenso debe existir un compromiso político para dotar de recursos a las personas que tengan que llevar a cabo esa ley y su posterior aplicación. Los gobiernos que hemos tenido en España no han tenido la voluntad de consolidar una ley que proteja a los creadores.

¿Usted recibió muchos palos en el instante de plantear su modelo?

Por eso digo que yo no veo una voluntad para dar con una solución que sea buena para los que hacen cultura, pero también para los que utilizan la cultura.

¿Pero se mantendría firme en la idea que expuso durante su etapa como ministra de Cultura?

Yo no juego partidos que ya se disputaron en el pasado. No vale de nada evaluar o pensar qué haría yo si estuviera en esta situación. Ahora son otros los que tienen que tomar esas decisiones. La vida es una evolución y en cada momento hay que proceder de una manera distinta.

Al día siguiente que ser elegida finalista del Planeta 2013 dijo que le "gustaría recuperar su capacidad creadora y desligarse de sus ataduras como ministra". ¿Ese objetivo es una realidad un año después?

He vuelto a mi oficio de narradora de historias en diferentes formatos, es decir, a través del cine, una novela, el teatro o un cuento infantil. Entrar en política fue un paréntesis en una vida dedicada al mundo de la creación, un ciclo que duró casi tres años del que me siento orgullosa de haber trabajado con el presidente Zapatero porque supuso un momento excepcional, muy interesante, que me aportó muchos conocimientos. No renuncio al pasado, pero la política no era mi identidad.

El sector cultural lo tiene difícil para salir de la crisis sin muchos daños, ¿no?

En tiempos de crisis la cultura siempre sale perjudicada porque es fácil que los gobiernos, sean del Estado, regionales o locales, consideren que es un gasto superfluo, aunque en realidad sea una pequeña inversión si se compara con otras partidas de un presupuesto. Este gobierno, por ejemplo, lo primero que hizo cuando asumió el poder fue cancelar las ayudas para la compra de libros en las bibliotecas públicas. Para mí eso es una merma importante para la ciudadanía, pero ese es mi criterio. Otro de los daños que origina la inestabilidad financiera supone una poda de gente con talento que no puede seguir viviendo de la cultura, bien como creadores, bien como gestores culturales. Eso es bastante negativo para la colectividad de un país, ya que la crisis económica y la transformación digital son dos maremotos simultáneos que la cultura actual no puede vadear.

¿Y en esa criba pesa más la mala gestión que la ausencia de ideas, que parece que hay de sobra?

Las ideas necesitan un soporte adecuado porque si Velázquez no hubiera tenido el apoyo de la Corona no hubiera podido pintar "Las Meninas". Para hacer realidad ese proyecto era necesario tener un estudio muy grande, dedicar mucho tiempo y rodearse de un amplio equipo de colaboradores (para preparar los pigmentos). Hay ejemplos que están fuera de cualquier tipo de polémica porque superan todos los debates posibles. Con El Greco ocurre lo mismo.

¿Cuando intercambie opiniones con Lorenzo Silva qué faceta de González Sinde pesará más: la creativa o la de exgestora cultural?

La biografía de uno es algo de lo que uno no pueda renegar. Eso se queda dentro de ti porque haber estado en el otro lado te obliga a considerar el punto de vista de los que tienen que tomar decisiones en la gestión cultural. Ocupar un cargo público me sirvió a la hora de tener una mirada más amplia y variada sobre mi trabajo como artista y de la sociedad en la que vivimos.