No es la primera vez que asume la dirección de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, pero el de hoy sí es su estreno operístico en el Auditorio capitalino. El maestro italiano Aldo Sisillo afronta esta noche, a las 20:30 horas, la primera de las tres funciones de "La Bohème" que se representarán en la Sala Sinfónica hasta el próximo sábado. "Puccini es Puccini. No es muy fácil explicar su magia, pero su música es especial", precisa de un proyecto cuyos ejes principales descansan sobre las voces de la granadina Mariola Cantarero y el lanzaroteño Pancho Corujo. "Esta ópera nos ha exigido una mayor preparación que aquella colaboración, pero he hallado una gran flexibilidad en los músicos de la OST para buscar los colores de esta música", agradece el maestro.

Sisillo destaca del sonido pucciciano "su modernidad y la capacidad para que los instrumentos se fusionen en una sonoridad que llamó mucho la atención en su época y que continúa teniendo una vigencia absoluta", comenta sobre una producción que aterriza en la capital tinerfeña gracias a una alianza con el Teatro Comunale Luciano Pavarotti de Módena. "Yo no impongo mis ideas, pero me gusta tener el mando en la interpretación", adelanta sobre la buena conexión que existe con los cantantes. "Los jóvenes no dan tantos problemas (sonríe)... Además, en el caso de Tenerife tengo que decir que las voces tienen mucha personalidad. Un director debe buscar esos puntos de encuentro entre los músicos, los cantantes y también la escenografía", enumera Aldo Sisillo de la buena sintonía que debe existir entre los directores.

"Al maestro Giovanni Scandella lo conozco hace tiempo, pero no había trabajado nunca con él. En cualquier caso, debo reconocer que ha realizado una interesante labor para adaptarse a las exigencias de esta ópera", pone de manifiesto sin renunciar a un debate que en ocasiones coloca los vestuarios y los decorados por delante de la música. "En Alemania sí que están haciendo cosas extrañas, pero en Italia y a veces en España aún se confía mucho en la mano del director musical (silencio). En mi país también se hacen cosas modernas, pero allí ellos tienen claro que la parte musical no se sacrifica para salvar una escena, o en su defecto construir unos montajes que no se fusionan con el trabajo que realizan los músicos y los cantantes", aclara en una fase de la entrevista en la que insiste en defender a capa y espada que en su país "la partitura siempre está por delante". Para el director napolitano "no existe en el mundo un espectáculo tan complejo como la ópera, pero si se quiere hacer bien ninguna parte tiene que sobresalir sobre la otra, es decir, lo ideal es buscar unos equilibrios entre las emociones sonoras y visuales. En ese sentido, La Bohème representa muy bien los poderes de este género. Hoy es igual de importante la voz que la gestualidad porque evidentemente un tenor no puede salir al escenario y cantar como si estuviera metido en un cuadrado. Buscar esa movilidad es crucial, pero dentro de unos límites normales", argumenta Sisillo, antes de poner algunos ejemplos de mal gusto.

"En los últimos años he visto situaciones asombrosas que no son buenas para la ópera... Yo soy un profesional que tiene una mentalidad vanguardista y progresista, pero me choca ver cómo Mimi ("La Bohème") muere por una sobredosis, oír que unas monjas ayudaron a los nazis o presenciar que Turandot había sido víctima de una violación. No sé, a veces, tengo la impresión de que están retorciendo en exceso todas esas escenas para provocar al público. Quizás, cuando alguien quiere introducir tantos cambios en una pieza que está delimitada, lo recomendable es que escriba una ópera nueva porque la que se va a representar con esos cambios es bastante distinta a la idea original", critica.

De las estrategias que siguen los programadores a la hora de tirar de grandes títulos pasa salvar las temporadas, Aldo Sisillo dice que "esa es una situación normal porque las familias de hoy tienen menos dineros y gastos que en muchas ocasiones no pueden afrontar", matizando que "en Módena todos los años se programa al menos una ópera que se puede calificar de vanguardia, pero hay intereses que se deben respetar por el bien de la cultura. La Bohème, por ejemplo, es un título recomendable para iniciarse en el mundo de la ópera... Un clásico es un clásico y en esta crisis un teatro debe realizar apuestas seguras que se ajusten a la realidad", analiza.

Aldo Sisillo piensa que un director está al servicio de los compositores clásicos, pero eso no significa que no puedan experimentar con sonidos nuevos que están en el rock o se escuchan en África. "Esa capacidad para buscar sonidos nuevos es fantástica porque aporta una creatividad a lo que ya tenemos. A los grandes nadie los va a desplazar del lugar de privilegio que ocupan por los méritos acumulados en el pasado, pero hay que reconocer que la ópera se tiene que enriquecer con esos nuevos lenguajes. El equilibrio del que hablamos antes entre los directores musicales y escénicos se tiene que dar entre los programadores, aunque lógicamente siempre terminen apareciendo los grandes clásicos que buscan".

Aldo Sisillo

Director Musical de "La Bohème"