Decía el genial Joan Miró que él nunca soñaba cuando dormía sino que soñaba cuando estaba despierto. Y nosotros, simples espectadores de exposiciones de pintura, tras observar detenidamente la amplia e interesante trayectoria artística de Margot López Robles, creemos que ésta hacía lo mismo de niña, pues muy tempranamente anheló plasmar en el lienzo lo que le dictaba su corazón. Ella deseaba familiarizarse con el color, con el matiz y con la técnica. En realidad, Margot siempre deseó ser pintora; quería abrazar una de las expresiones más antiguas y quería tomar parte de una de las siete bellas artes.

Quien ahora expone en la acogedora sala del popular Recreo santacrucero es un personaje de grandes inquietudes con los pinceles. Es, por encima de todo, una enamorada de la luz. En su cuidadosa y esmerada producción tiene un protagonismo especial el cromatismo. "A ella le sigue atrayendo el paisaje, el universo medieval, las vivencias de todo su entorno; el arte figurativo, el costumbrismo y otros espacios rurales", como han apuntado los versados en estas materias.

Tuvo la gran fortuna de poder contar, en su primera etapa, con unos profesores de tanto prestigio como Antonio González Suárez, Carlos Chevilly, Rafael elgado y Sebastián Guzmán, profesores que le encauzaron en el aprendizaje y en la ejecución del dibujo, así como de la pintura al óleo. Y de Juan Galarza Cabrera, un gran referente isleño en la acuarela.

Margot López es amante del retrato, de la plumilla, de las flores de mundo, de las muñecas y de las próteas, esas exóticas plantas ornamentales que introdujo en la Isla José Ramírez. También le entusiasma llevar a sus lienzos a los niños, "por esa tersura sin arrugas".

Ella seguirá pintando por impulso, por deleite y porque es muy feliz con la espátula. "Pinto porque es el oxígeno que me hace respirar. Pero también pinto porque es mi pasión", dice. Es inquieta y andariega. Y ha recogido técnica y estilos de las mejores pinacotecas del mundo. Pero Gauguin y sus indígenas del Pacífico le han impactado de una forma muy especial.

e vez en cuando, productos volátiles derivados de la pintura le han jugado malas pasadas a la visión de Margot. Pero ahora, en la sala de exposiciones del Círculo de Amistad XII de Enero, podemos contemplar su poliédrica producción: sus acuarelas, sus acrílicos y óleos; sus curiosas abstracciones; sus collages, su mitología; sus mares, tormentas y oscuridades. Margot, evidentemente, nunca podrá estar parada. Siempre será esa niña que soñaba despierta.